Las bases de ERC deciden por nosotros

Este viernes los afiliados a Esquerra Republicana del Califato (o como diría Tania Verge, personas afiliadizadas) tienen que decidir sobre nuestro futuro, según su rango de Soviet Supremo. El panorama, dentro de la izquierda islamista, está bastante revuelto:

• Marta Rovira apenas ha podido participar de la negociación, ocupada como estaba dando besos a sus tíos, sus primos, sus primos segundos y a una señora que pasaba por allí. También tiene una apretada agenda de hacerse fotos a pleno sol en plazas vacías, posando puño en alto como si fuera pasajera de un vagón de metro invisible rumbo a la nada.
• Oriol Junqueras ha lamentado que los pajaritos del bosque y las flores del campo, con quien se pasa los días departiendo, como un San Francisco de Asís, no tengan derecho a voto en la consulta. También ha recordado que él es muy buena persona, buena de verdad.

• Marta Vilalta ha dicho algo, pero nadie lo ha entendido.
• Gabriel Rufián, muy favorable al acuerdo, estima que necesitará cinco legislaturas más en Madrid para acabar de perfilar el asunto. También ha reivindicado que, a su muerte, los diputados puedan ser momificados en el escaño para que no se rompa el vínculo sagrado entre culo y asiento, que tanto ha hecho por la libertad de los pueblos.
• Joan Tardà ha escrito uno de sus aparatosos artículos de análisis y luego se ha sentado a descansar, inmóvil en el sofá, respirando por la boca, abrazado a una botella de horchata.
• Najat el Drouech no se ha pronunciado, por estar ocupada impartiendo talleres sobre Lapidación Inclusiva de Mujeres y Lanzamiento Ecológico de Gays desde las Azoteas. 

• Ruben Wagensberg prosigue con su asombrosa recuperación médica y ha señalado que, gracias al acuerdo de investidura, los presos más peligrosos de todo el continente africano podrán cumplir sus condenas paseando por Barcelona, machete en mano, aliviando la presión turística a cuchillazos.
• Sergi Sabrià i Sergi Sol (del dúo cómico “Los Sergios”) están en este momento escondido en algún reservado de una discoteca del Upper Diagonal, medicándose a base de gin-tonics, a la espera de órdenes del CNI.

En resumen, cualquier cosa puede suceder. La votación será seguida con gran interés desde las mezquitas salafistas y escondites yihadistas de toda Cataluña, que celebrarán la posible victoria del “sí” con tiros al aire y alguna que otra decapitación, pero sin acabar muy tarde, que ya se sabe, uno se pone a decapitar infieles y se despista.