Ilustración de un unicornio con un cuerno dorado y melena de colores sobre un fondo rosa con un diseño de líneas marrones.
OPINIÓN

La izquierda woke o el monopolio del insulto

Hoy en día es casi una obligación usar sinónimos y eufemismos para no ofender, a menos que seas de izquierdas

Hoy en día, cuando te diriges a los demás debes ser minucioso con lo que dices. Tratar de hombre a un aparente hombre que viste siguiendo los estereotipos femeninos puede convertirte en un gender assumer (persona que presupone el género); si no quieres meterte en su cama, directamente eres tránsfobo.

Ten cuidado con indignarte si sufres robos, okupaciones o violaciones, sin saber quién es el victimario, podrías ser acusado de racista o xenófobo. También debes ser prudente y no disfrutar de comer pan en público, ya que podrías ofender al colectivo de celíacos.

Cuando yo estudiaba, en Lengua Catalana y Castellana ya había un tema dedicado a los eufemismos y tabúes. Te enseñaban que la gente no se suicidaba, se quitaba la vida; no había ciegos, sino invidentes, y que la gente no moría de cáncer, sino de una larga enfermedad o, en Mallorca, de un "mal dolent".

Un hombre con cinta adhesiva en la boca y personas gesticulando en el fondo.

No debes decir prisión, ya que es un centro penitenciario. Y sí, qué penitencia. Cada vez importa menos lo que dices, importa cómo lo dices. Y así estamos, los políticos hablan y hablan, y hacen tuits cada vez menos comprensibles, solo al alcance de los grandes lectores de Gramsci.

Incluso dentro de los límites de la libertad de expresión hay excepciones

A pesar de todo, hay que entender que esto no es solo una moda política; incluso las revistas científicas han caído en esta trampa y, cuando te dispones a publicar, uno de los requisitos es que debes usar palabras "inclusivas y no sexistas".

Como si hacer ciencia tuviera alguna relación con la opinión y el lenguaje científico, no fuera neutral. Uy, ciencia, perdón, no quería ofender a los de letras. No soy letrófoba, tengo amigos de letras y hasta creo que lo soy.

Una persona sosteniendo una bandera del orgullo LGBT+ junto a un semáforo en verde para peatones en una calle con árboles y edificios de fondo.

Dentro de los límites de la libertad de expresión y de opinión, sin embargo, hay excepciones. Si la izquierda considera que has demostrado suficiente adhesión a su ideario, tienes carta blanca y te puedes pasar las recomendaciones por la entrepierna. Los que no tenemos esa suerte, mientras tanto, tenemos que andar con cautela, buscar sinónimos y eufemismos.

Yo, por ejemplo, mujer blanca, cis, hetero y sionista, quería escribir sobre los carteles que colgaron los de ERC, pero no lo he hecho porque me quedó la duda de saber cuál era el eufemismo para “fuera Alzheimer de Barcelona”. Así que eso, autocensura.

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