Montaje con las banderas de Iran e Israel con unos soldados en primer plano

OPINIÓN

Israel, Irán y los tambores de guerra

El ataque de Irán a Israel, en términos estrictamente militares, fue un fracaso absoluto

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

El 13 de abril, Irán lanzó la Operación Promesa Verdadera como respuesta al ataque israelí del día 1 del mismo mes contra su consulado en Siria. En un espacio temporal de unas 24 horas, Teherán disparó una combinación de más de 300 municiones merodeadoras y misiles contra instalaciones militares israelíes.

El alto mando iraní se vanaglorió del ataque, que constituye el primero lanzado directamente desde su territorio sin la mediación de sus proxis en Siria, Líbano o Yemen. El resultado del ataque, en términos estrictamente militares, fue un fracaso absoluto por la eficacia de las defensas antiaéreas israelíes y el apoyo de los Estados Unidos y otros países que tenían bases cercanas. 

Hacía días que se conocía que la República Islámica respondería por el ataque de Israel en Damasco, que acabó con la vida de varios líderes militares iranís. Pero hasta que los drones y misiles abandonaron tierra firme, no estaba claro si Teherán convertiría lo que había sido previamente un conflicto encubierto e indirecto en uno abierto y directo. 

Ataque de los drones iraníes en Israel

No tardaron en aparecer los apologetas y asusta-abuelas habituales afirmando que se había cruzado el Rubicón y que el próximo capítulo vendría con siete jinetes barruntando los cielos del mundo. Es cierto que la situación es de incertidumbre, pero a quien menos le interesa una guerra, en este momento, es a Irán. Porque un conflicto de grandes dimensiones puede ser el final de su régimen autocrático. 

A medida que se conocieron los detalles de la represalia iraní y el éxito de Israel en contrarrestarla, la mayoría de los analistas que viven fuera de Oriente Medio expresaron un optimismo cauteloso de que se podría evitar una escalada adicional. Es cierto que es demasiado pronto para sentir alivio: ambos estados siguen envueltos en declaraciones amenazantes. 

Israel tiene la razón que necesitaba para ejecutar un ataque que lleva años queriendo llevar a cabo. El peligro de una escalada ha hecho que los Estados Unidos, cuyo importante lobby judío condiciona las decisiones de sus presidentes; haya frenado siempre las intenciones de los gobiernos israelíes para acabar con el programa de enriquecimiento de uranio de Teherán. 

El eje de la resistencia

Durante años, Irán ha buscado combatir a Israel generando lo que los estrategas hebreos llaman un "anillo de fuego" alrededor del país. Ha proporcionado armas y financiamiento a lo que el Régimen denomina el Eje de la Resistencia, un grupo de actores no estatales y alienados que incluye a Hezbolá, Hamas, la Yihad Islámica Palestina y militantes de Cisjordania, los hutíes yemenís y organizaciones paramilitares en Iraq. También se ha añadido la propia Siria, tras el apoyo iraní a Bashar al-Ásad en su devastadora guerra.

Irán promocionó a estos grupos como un medio para controlar a Arabia Saudí y Estados Unidos, pero desde el inicio de la guerra en la Franja de Gaza, en octubre pasado, sus socios también han ayudado a las operaciones de Irán contra Israel. Teherán sigue buscado desarrollar un programa nuclear que ahora se encuentra más cerca que nunca de producir un arma. Que eso se produzca constituye una amenaza existencial para el Estado de Israel. 

En respuesta a esta alineación de actores no estatales, además de Siria; Israel ha llevado a cabo su propia campaña contra Irán. Ha ejecutado acciones encubiertas en suelo iraní, incluidas operaciones dirigidas a instalaciones y científicos nucleares. La política exterior israelí se ha empeñado en realizar una campaña para mostrar Irán como una amenaza global y ha denunciado los constantes traslados de armas desde suelo iraní a Líbano y Siria. 

Explosión es Israel

El inquilino de la Casa Blanca es también un factor a tener en cuenta en esta amalgama de irregularidades y guerra sucia encubierta. El equilibrio de la región descansaba sobre la falta de interés de ambos actores en un enfrentamiento directo. Una especie de Guerra Fría en pequeño y vestida con kipá y araqchín. 

Las dos partes conocen el peligro de su tira y afloja y que este eleve la tensión hasta el punto de que dejen de ser dueños de sus propias decisiones. De ese modo, ninguno de los dos ha llegado a atacar directamente al otro. Este equilibro malabarista sufrió un punto de inflexión tras el atentado del 7 de octubre.

A partir de ese momento, los componentes del Eje de la Resistencia intensificaron los ataques contra Israel y las instalaciones estadounidenses con apoyo de Teherán. Como respuesta a esto, Israel realizó operaciones contra los proxis iraníes en Siria y Líbano, incluyendo altos mandos iraníes en esos territorios. 

Entre principios de diciembre y finales de marzo, Israel ha eliminado a casi una docena de comandantes y asesores del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. Esos ataques culminaron en el ataque aéreo al consulado iraní en Damasco en abril, que acabó con la vida del general Mohammad Reza Zahedi, un peso pesado en las coordinaciones con el Eje de la Resistencia.

Para Teherán, el ataque de Damasco tuvo graves consecuencias. Sacó a la luz otro fracaso escandaloso de sus servicios de inteligencia. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, declaró que "atacar nuestro consulado es como atacar nuestro suelo".

Él y un coro de otros líderes políticos y militares se comprometieron a castigar a Israel.

La respuesta

La respuesta eventual de Irán destaca un aparente cambio en el pensamiento iraní. Durante años, su enfoque hacia Israel y Estados Unidos giraba en gran medida en torno a lo que los funcionarios iraníes describen como "paciencia estratégica", un enfoque a largo plazo que implica reforzar a los grupos proxy sin recurrir a represalias inmediatas y que pudieran alterar el delicado equilibrio de su relación con el Estado de Israel. La creencia de que la red de actores no estatales al servicio de Teherán era suficiente para poder mordisquear a Israel sin tener que implicarse, se estaba desvaneciendo. 

Conflicto Israel Palestina, ataque de drones

Los sectores más duros del régimen que, como suele suceder en las agonías de los sistemas políticos totalitarios, van cobrando mayor protagonismo y control, eran contrarios al concepto de “paciencia estratégica” que consideran un signo de debilidad. Han sido ellos los que han presionado al Gobierno para que aumentara, incomprensiblemente desde mi punto de vista, su tolerancia al riesgo y abrazara la confrontación. Este paradigma se ha dejado ver desde el mes de enero, cuando Irán comenzó a realizar acciones contra objetivos en Irak o Siria que, según el régimen de los ayatolás, podían estar vinculados a Israel. 

Sin embargo, el gobierno de Irán puede ir más allá. El bombardeo del 13 de abril fue diseñado para hacer ruido, para lavar la cara, para acallar a los críticos más ortodoxos, pero ha sido un ataque acompañado de un “estamos en paz y no queremos más”.

Se empeñaron en anunciar la operación para que los sistemas de defensa israelíes pudieran prepararse, así como Estados Unidos y otros países aliados. Irán ha enfatizado que se trataba de una respuesta limitada y proporcionada.  

Ahora le toca a Israel, como en esos concursos de bofetadas en los que el que pega y ve como su contrincante ni se inmuta, se queda con cara de pedir clemencia. 

Israel no querrá desaprovechar la oportunidad que estaba esperando y que la torpeza del régimen les ha servido en bandeja. Solo Estados Unidos puede frenar las ambiciones de Netanyahu. 

John Bolton, consejero de Seguridad Nacional de Donald Trump en 2018-2019, declaró a la CNN que había que recuperar la capacidad disuasoria, tanto por parte de Israel como por la de Estados Unidos.

La respuesta, según Bolton, no debía ser proporcional, sino mucho más contundente. “Cuando falla la disuasión hay que enseñar al adversario el coste de un próximo ataque”. No podemos olvidar que Estados Unidos se adentra en año electoral y, tal vez por ello, Bolton pedía a Biden que no sujetara a Netanyahu.

El ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Israel Katz, declaró que "si Irán ataca desde su territorio, Israel responderá y atacará en Irán". 

Irán captura un buque vinculado a Israel y refuerza su seguridad ante la amenaza de un ataque

Contrariamente a lo que algún “analisto” escribe con respecto a la capacidad militar iraní, lo cierto es que no es capaz de contestar a la potencia israelí ni por asomo. El error puede haber sido muy grave porque ofrece a Israel dos cartas que tenía perdidas: La primera, la simpatía internacional que había perdido tras su contundente respuesta en Gaza que ya estaba alzando voces en todo el mundo por su violencia y falta de medida. La segunda, la excusa perfecta para eliminar el potencial riesgo a un desarrollo nuclear que modificaría el equilibrio actual de la región. 

Cuando una superpotencia está de un lado, el que está en el otro, si no tiene protector lo tiene muy negro. China, la otra aspirante a hacerse con la hegemonía mundial, sabe que aún no está preparada para sacar pecho en asuntos que no estén relacionados con sus propios problemas regionales. El soft power chino se aleja de aventuras peligrosas y su voz se dejará oír en el Consejo de Seguridad, pero lo más probable, es que no vaya mucho más allá. 

Un ataque de Israel a territorio iraní podría elevar la escalada y “obligar” a Irán a dar otra respuesta, más por el prestigio que por la voluntad. Claro que hay una remota posibilidad de que todo se vaya de las manos, pero, empleando el sentido común; lo más probable es que alguno de los dos acabe cediendo. En este preciso momento, el único interesado en dar un puñetazo en la mesa es Israel, a quien Estados Unidos exigirá más moderación de la que le ha pedido al gobierno hebreo con respecto a la situación en Gaza. 

Los analistas de riesgos en Irán han calculado muy mal o, por el contrario, ya habían medio pactado esta situación. Dar una respuesta sin ocasionar daños y que Estados Unidos frene a Netanyahu en sus aspiraciones por hacer valer las palabras de Bolton. 

En cualquier caso, oiremos ladrar a los perros desde levante que hablarán de tambores de guerra, de holocaustos y de sangre y fuego; alimentando youtuberos que venden agonía y miedo por tres anuncios saltables; canales de televisión en horas bajas y twitteros apologetas a 280 caracteres.

Pero en estas tierras decimos aquello de: perro ladrador….

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