Imagen de Sílvia Orriols con una urna electoral al fondo
OPINIÓN

Inmigración y elecciones autonómicas

Los votantes han castigado a quienes mercadearon con la idea de la independencia tras los resultados del 12M


Ya han pasado cinco días desde las últimas elecciones autonómicas. Tiempo suficiente para realizar una primera valoración de los resultados. Comicios que han tenido una clara opción ganadora: la abstención del 42% de los electores seguida del PSC con un 28% de los votos.

La suma de las tres fuerzas gestoras del Proceso no alcanza ni la cifra del 40% de las papeletas. La primera lectura que cualquiera puede hacer del 12 de mayo es que los votantes han castigado a quienes mercadearon con la idea de la independencia. Los vendedores de humo han sufrido un duro golpe.

La miopía de Junqueras

El gran batacazo se lo lleva ERC perdiendo 13 diputados. Pere Aragonès y Marta Rovira abandonan la primera línea mientras Junqueras escribe una carta a la ciudadanía en la que afirma haber entendido el mensaje y se plantea liderar su partido después de un congreso extraordinario.

Primer plano del líder de ERC en Cataluña Oriol Junqueras

Dudo de que haya entendido nada. Los votantes han castigado muchas cosas. La gente no se ha tragado que pasaran de ser unos abanderados del Proceso —recordemos a Joan Tardà gritando que, si no proclamaban la independencia, cometerían un delito y una traición a la tierra— a pactar amnistías personales o ver al propio Tardà diciendo, en referencia a los CDR, que si existían 7 locos, que los encarcelaran y los juzgaran. Junqueras no hace ninguna autocrítica por potenciar figuras a la izquierda de la CUP como Tània Verge.

Se han vinculado a gente muy convencida de sus argumentos, pero que, de tan minoritarios, no seducen a los votantes. Acusar a los posibles electores de heteropatriarcales, racistas u homófobos basándose en discursos propios de otras latitudes nunca será una buena campaña electoral. Se han alejado de la defensa de Catalunya y de la clase trabajadora y pagan sus consecuencias.

Puigdemont y la retirada

Junts evita un bajón y suma 104.000 votos  en relación con las anteriores elecciones. Pero tiene muy complicada su presidencia. Obtiene 35 escaños frente a los 42 del PSC. Si quisiera sumar con ERC y la CUP sólo obtendrían 59. Poca gente se imagina a Puigdemont como vicepresidente de un gobierno presidido por el socialista Salvador Illa.

Al igual que Aragonés, el camino que debe emprender el político gerundense es el de la retirada. La suya es una figura intensamente ligada al engaño del Proceso. A la fuga a Bélgica. Y, a pesar de que en campaña han querido recuperar la antigua Convergència, encontrándose con Foment del Treball Nacional, sustituyendo al turquesa por el azul fuerte y consiguiendo los apoyos del Presidente Pujol, Artur Mas o Joan Gaspart, a pesar de todo ello, Junts y Puigdemont siguen estrechamente ligados a la mayor estafa política de la historia de Cataluña.

Plano medio de Carles Puigdemont sonriendo y levantando el puño en señal de victoria

Tanto si quieren tener un discurso netamente independentista como si quieren recuperar un autonomismo pragmático, los convergentes deben deshacerse de Puigdemont para avanzar. Una retirada del político de Amer que podemos ver en esta misma legislatura cuando se materialice su imposibilidad para formar gobierno –tal y como afirmó el día 9 de abril.

Una cosa es soñar con recuperar las mayorías parlamentarias de Jordi Pujol y la otra es conseguirlo. El país y la demografía han cambiado mucho en 30 años. Durante los años 80 y 90, cuando todavía los catalanohablantes éramos la mitad de los electores, Convergència i Unió podía obtener 60 o 70 escaños porque lograba, además, muchos votos de gente castellana que veían en los convergentes una manera de evitar gobiernos socialistas.

Hoy la historia es muy diferente. Puigdemont nunca será nombrado español del año por el diario ABC y los catalanohablantes somos ya menos de un 30% de los habitantes del Principado. Para confirmar este último dato, cabe esperar a ver la nueva encuesta de usos lingüísticos que el actual gobierno en funciones, muy cuidadosamente, ha evitado mostrar antes de las elecciones autonómicas.

Ripoll frente a los partidos españoles

En la bancada de los partidos sucursalistas madrileños, PSC, PP, VOX y Comuns, suman el 56,11% de las papeletas. Un 16% más que la bancada procesista. Y, pese a la dificultad aparente para formar gobierno, los 42 diputados del PSC de Salvador Illa solo deben esperar a que ERC y Junts cedan en el último momento una abstención que les permita obtener la presidencia en segunda ronda para después gobernar con los apoyos puntuales de unos u otros una Cataluña cada vez más regional, descatalanizada, insegura y empobrecida. Sin descartar que más adelante ERC se sume a ese gobierno de izquierdas.

La Aliança Catalana de Sílvia Orriols nos recuerda que Cataluña no se ha rendido. Nos acerca a las nuevas corrientes europeas y norteamericanas para decirnos que la Catalanidad y Occidente se defenderán y prevalecerán nuestras leyes civiles por encima de las leyes religiosas de las contra comunidades.

SIlvia Orriols en el mitin de Tarragona

Nos vienen a decir que no queremos acatar unas oleadas migratorias que nos bajan los salarios, residualizan la lengua catalana, colapsan los servicios sociales, desploman los rendimientos escolares, devalúan los inmuebles y nos hacen inseguros los barrios. Serán dos diputados que tendrán 118.000 votos para obligar a hablar de unos problemas que nos afectan a todos, pero que hasta ahora la corrección política ha silenciado.

La censura se ha roto y habrá que poner muchos problemas sobre la mesa. Junts y el PSC se verán obligados a endurecer su discurso en inmigración —un giro que ya han empezado a dar. Hemos abierto la ventana de Overton. El nacionalismo catalán sigue en pie y, por encima de todo, rechaza todos los puntos de la engañifa de Junts, Esquerra y la CUP. El camino de Sílvia Orriols acaba de empezar.

El partido de la abstención

En referencia a la abstención, debe decirse que es una opción que tiene unos efectos más personales que colectivos. Yo mismo llevaba unas cuantas contiendas electorales sin votar. Servía para no involucrarse en el pozo ético del procesismo. Se ha empleado durante los últimos más de 10 años para no formar parte del engaño. Ahora bien, a nivel de país no va a cambiar nada.

El debilitado relevo dentro de ERC o Junts no pronostica ningún cambio en la forma de hacer. Debemos tener presente que, por el hecho de dejarles de votar, Junts, Esquerra o la CUP no tomarán nota de nada y, cuando puedan, permitirán formar gobierno en el PSC. Un gobierno que aplicará unas políticas parecidas a las que aplicarían, por ejemplo, a nivel educativo, lingüístico, fiscal o industrial, los señores Junqueras o Puigdemont.

El líder del PSC y candidato del partido a la Presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, ofrece una rueda de prensa durante el seguimiento de la jornada electoral de elecciones autonómicas de Cataluña, en la sede del PSC, a 12 de mayo de 2024, en Barcelona, Catalunya (España)

Podríamos conseguir abstenciones del 75% o del 80% y no por eso verse producirse ningún cambio. Además, cada vez que se amplía el censo electoral se hace mayoritariamente con inmigrantes que no se sienten interpelados por los partidos catalanes y, por lo general, nunca votan. Con la progresiva nacionalización de los flujos migratorios, lo normal será ver un aumento constante de la abstención en las elecciones —sobre todo autonómicas.

Y es que los cambios que vendrán a nivel político son justamente por este último fenómeno: el alud migratorio. A partir del final del último gobierno de Jordi Pujol, en 2003, han venido a Cataluña dos millones de inmigrantes. Si observamos el IDESCAT, captaremos cómo desde las elecciones del 2017 hasta ahora, la población del Principado ha tenido un crecimiento migratorio de hasta medio millón de personas. Son unas cifras inasumibles por nuestra lengua, nuestro mercado laboral o nuestro estado del bienestar.

Con estos porcentajes es imposible convertirse en un país de acogida. Es imposible integrar a los inmigrantes en la Catalanidad.

Castellanización a base de inmigración

La mayoría de los extranjeros llegan al Área Metropolitana de Barcelona y se integran en la lengua mayoritaria de Cataluña: el español. Por otra parte, muchos perpetúan sus lenguas de identificación y utilizan la castellana para relacionarse con otras comunidades o guetos. Para ellos lo catalán les es minoritario, extraño y, en la mayoría de casos, inexistente.

Ni miran a TV3, ni leen Vilaweb, ni reciben noticias del NacióDigital, ni saben quién fue Lluís Companys, Francesc Macià, Guifré el Pilós o, incluso, Jordi Pujol. Y, desgraciadamente, la izquierdización que nos han impuesto los partidos procesistas nos ha colgado una etiqueta de pueblo perdedor, kumbayano y chirucario que impide ganar el interés de ningún inmigrante por formar parte de la Catalanidad.

Los extranjeros asocian a Catalunya a un puesto de ONG, estrambótico y progresista, mientras que España se les presenta como una nación que impone, derrota, gana y conquista.

Captura de una clase de islam en una escuela de Mallorca en la que sale una profesora impartiendo clase vestida con velo islámico y en primer plano un niño de espaldas siguiendo sus indicaciones

Los inmigrantes que huyen de la miseria -cansados de ser unas víctimas- no quieren saber nada de los catalanes. Ser catalán ya no se ve como un motor de ascenso social. Ya no somos vistos como los dueños de la fábrica. Ya no somos vistos como los señores del país. Ser catalán ya no se relaciona con tener más dinero, aunque en los suburbios se votan partidos españoles y en los centros de las ciudades se votan partidos catalanes.

La nuestra es también una batalla de discurso, de apariencia y de modelo de país que llevamos años sin cumplir. Es necesario romper con la izquierdización de los partidos del Proceso para revertir esta imagen perdedora y autoimpuesta de Catalunya. Una guerra que Aliança Catalana puede hacer y que, por mucho que no quepa en las mentes siniestras del país, cuanto más exclusiva, rica, inaccesible y fuerte sea la imagen de catalanidad, más deseable será y más interés generará a los inmigrantes.

Impacto de la inmigración en el mapa político catalán

La llegada sin control de oleadas migratorias tiene unas repercusiones que van más allá de la economía, la lengua o la seguridad. Hay unos efectos políticos que afectan a la composición de nuestro gobierno autonómico. Según la última encuesta de usos lingüísticos, mientras que el 55,4% de los nacidos en Cataluña tienen el catalán como lengua habitual, sólo el 4,6% de los nacidos en el extranjero lo tienen.

Unas cifras que deben preocuparnos porque, como decíamos antes, desde 2017 hemos aumentado medio millón de habitantes mientras nuestro crecimiento natural ha sido negativo. Mueren más catalanes que nacen y, sin embargo, en poco tiempo hemos sumado otras 500.000 personas en el Principado. Un aumento desmedido, fruto únicamente de las migraciones.

Inmigrantes llegando a una playa, donde les espera la Guardia Civil

Si hacemos caso a los datos que publica la Generalitat, de cada 100 inmigrantes solo 4 hablarán habitualmente nuestra lengua. Estas son cifras de extinción. La traducción política de todo esto es un aumento de las fuerzas españolas como PSOE, VOX, Comunes o PP y la minimización de las fuerzas catalanas.

Según los datos publicados por el CEO de 2016, el 76,8% de los hablantes habituales de catalán defienden la independencia y, por el contrario, el 72,6% de los hispanohablantes la rechazan. En esta carrera hacia la desaparición, el país se nos llena de gente que vive al margen de nuestros partidos y votará generalmente (si lo hace) en clave española.

De hecho, si miramos al CEO del 2023, veremos que los nacidos en el extranjero votan mayoritariamente ignorando a los partidos catalanes. De esta forma,  los inmigrantes votan antes PSOE que un partido catalán, o votan antes VOX que Junts o las CUP. Y, si tomamos los datos publicados en el sondeo de opinión de Catalunya de 2023 realizado por el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales, veremos que por la primera opción de voto para los nacidos en el extranjero, por este orden, es VOX, Podemos, C's y PSC.

Con todas estas cifras podemos afirmar que cada nueva ola de inmigrantes significa sumar en nuestro país un contingente de gente que mayoritariamente hablará castellano, no querrá la independencia y, si vota, lo hará por partidos centralistas españoles. Con todo esto, es evidente que todos los partidos catalanes harían bien en escuchar a Sílvia Orriols y leerse los postulados de Aliança Catalana. Estamos en tiempo de descuento.

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