Dos oficiales de Naciones Unidas, un francés y un español, revisan unas perforaciones en presencia de soldados israelíes del Batallón Yahalom

OPINIÓN

Un infierno bajo tierra

Entramos dentro de algunos de los túneles de la zona de conflicto israelí

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

La ofensiva terrestre en Gaza se ha iniciado. No entraré a discurrir sobre las circunstancias que nos han llevado hasta aquí, tampoco trataré de dar una lección magistral sobre las raíces del conflicto o el uso de las redes sociales y la desinformación. Para todo eso hay revistas especializadas y analistas sobre el terreno que pueden explicar, con conocimiento de causa, las motivaciones políticas, religiosas, nacionalistas y los actores internacionales que juegan en el complejo tablero de Oriente Medio.

Ya expliqué en un artículo anterior la complejidad del conflicto para quienes han pisado el terreno. Complejidad, por otra parte, que parece no existir para quienes no lo han hecho y se permiten el lujo de mostrarse contundentes en favor o en contra de un bando. 

Las cifras que nos llegan, de uno u otro lado, no tienen réplica alguna. Las bajas de civiles palestinos que ha dado UNICEF, han sido obtenidas directamente del Gobierno de Hamás, así que, a buen seguro, distarán mucho de la realidad. En cualquier caso, a la muerte de civiles inocentes no se le pueden poner paños calientes y es necesario exigir a Israel la máxima mesura en las acciones que está llevando a cabo. 

Hace dos semanas, cuando los bombardeos sobre objetivos militares en Gaza apenas acababan de iniciarse, ya advertía, en otro artículo, de la compleja situación a la que se enfrentarían las Fuerzas de Defensa Israelí.

El terreno

Durante la Operación Margen Protector en 2014, se descubrieron y neutralizaron gran cantidad de túneles que se empleaban para almacenamiento de material bélico, como puestos de mando, arterias de comunicación entre distintas áreas e, incluso, para sortear el vigilado muro que separa la Franja de Gaza de los territorios israelíes.

En la Batalla de Mosul, en Irak, entre octubre de 2016 y julio de 2017.  Los insurgentes del DAESH consiguieron resistir casi un año a pesar de la considerable desventaja numérica, que en algunas fases fue de 1/20, y de la asimetría en cuanto a medios de combate.

Una red de túneles excavada durante meses y el empleo de suicidas conduciendo vehículos cargados de explosivos, mantuvieron en jaque permanente a las Fuerzas iraquíes apoyadas por la coalición liderada por Estados Unidos

El combate en zonas urbanizadas iguala a ambos contendientes. La gran cantidad de obstáculos y lugares donde protegerse hace que los medios mecanizados y acorazados sean vulnerables, que su movilidad se vea muy reducida y obliga a que, al final, sean tropas, pie a tierra, los que tengan que moverse casa por casa.

Los túneles y el conocimiento de los mismos permiten al que defiende moverse libremente por debajo del avance del atacante, pudiendo envolver a este y realizar acciones de interdicción que vayan minando su capacidad de combate y, sobre todo, su moral. Las entradas y salidas suelen estar dentro de edificaciones, por lo que es necesario entrar y comprobar cada una de ellas. 

Un túnel en su parte más profunda. Dos metros de alto por uno de ancho. Longitud de un kilómetro

Al mismo tiempo, el empleo de suicidas lanzados contra las zonas de reunión de las tropas forzará a las unidades a incrementar el nivel de protección en cada área que ya esté ocupada, con el impacto que eso tiene para el ritmo de progresión.

Caza túneles

Las fuerzas de defensa israelí (IDF) tienen un batallón de Zapadores especializado en el combate en el subsuelo, el Batallón Yahalom. El empleo de robots, perros rastreadores o cámaras 360 de cabeza giratoria, que se manejan desde la superficie, son sus métodos de reconocimiento. El uso de perforadoras permite acceder al túnel en cuestión. Algunos de ellos se encuentran a varias decenas de metros de profundidad.

Durante la operación Northern Shield, que se llevó a cabo en la frontera entre Israel y Líbano en 2018 y 2019, uno de los túneles excavado en la roca tenía una longitud superior a un kilómetro y una profundidad, en algunas zonas, de más de 70 metros bajo la superficie. En esa ocasión, el despliegue de medios israelíes fue descomunal, decenas de perforadoras trabajaban agujerando el terreno en catas que distaban tan solo un par de metros unas de otras. Buscando incesantemente dar con el techo de alguna de las galerías que pretendían cruzar la línea azul, división establecida por Naciones Unidas entre Israel y Líbano. 

Entrar en ellos a combatir es siempre sumamente arriesgado. Hablamos de galerías de minas con apenas dos metros de altura y un metro de ancho, donde no funcionan las brújulas, el GPS, la telefonía móvil o la radio. Es necesario mantener un cable de comunicaciones para poder hablar con la superficie. Colocar trampas explosivas es muy sencillo y localizarlas muy complejo.

Dado todos los riesgos mencionados, es habitual que se llenen de explosivo líquido y se vuelen, se sellen con un mortero de cemento y arena u hormigón o, directamente, se inunden como se haría con un hormiguero.

La tarea, no obstante, implica numerosos riesgos, tiempo y tener acceso a las entradas de la red de galerías que puebla el subsuelo de la Franja. 

Bajas civiles

Huelga decir que la operación terrestre, habida cuenta la enorme densidad de población civil y la permanencia de ella en las zonas de combate, traerá un número poco soportable de bajas civiles. Israel está perdiendo el relato en las redes sociales y algunos medios de comunicación. Ser un Estado democrático le pone siempre en evidencia, algo que Hamás, como milicia armada y a pesar de emplear técnicas, tácticas y procedimientos completamente fuera de las Leyes y Usos de la Guerra; no sufre con la misma intensidad. 

Un paramédico israelí cubre el cuerpo de un hombre palestino muerto

En las Fuerzas de Defensa Israelíes nos encontramos oficiales con una excelente formación técnica e intelectual. Conocen a la perfección el Derecho Internacional Humanitario, al mismo nivel que cualquier oficial de un Ejército europeo o norteamericano. Hacen uso, y responden por ello, de las reglas de enfrentamiento que les marcan sus superiores para no incumplir los convenios ratificados por su país. 

Sus ataques no son indiscriminados y obedecen siempre a objetivos militares. Ahora bien, las características propias de la Franja de Gaza hacen que cualquier operación en esa zona esté condenada a un terrible coste en vidas civiles. En Hamás sabían que esto iba a ocurrir tras los ataques realizados el 7 de octubre y pidieron a su población que no se desplazara hacia el Sur, como habían advertido los militares israelíes.

¿Qué debe hacer Israel?

Llegados a este punto. Me atrevo a preguntar a quienes condenan tajantemente las acciones israelíes, ¿Qué debería hacer Israel?

¿Qué tipo de respuesta debe dar a quiénes atacaron su territorio y asesinaron a centenares de sus ciudadanos?

¿Qué debe hacer ante los más de 200 rehenes que aún permanecen en la Franja de Gaza para ser empleados como escudos humanos?

Una respuesta contundente supone situarse en el filo de la navaja de lo aceptable por el alto costo en vidas civiles. Una respuesta tibia invitaría a Hamás a tratar de repetir un ataque similar al del 7 de octubre. 

La suerte de los rehenes está más que comprometida, pero Israel ya ha demostrado en ocasiones similares, cuando soldados suyos habían sido tomados prisioneros, que no negocia con Hamás o Hezbolá, siempre se ha mostrado tan determinante como contundente. Es esa contundencia la que le ha granjeado no pocas antipatías y la que, al mismo tiempo, le ha permitido sobrevivir a todos los conflictos que se le han planteado y cuya derrota significaría su total desaparición como Estado.

Los dos estados

En la Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos publicada el 12 de octubre de 2022. La receta para Oriente Medio de la Administración Biden es la de dos estados apoyados en las fronteras de 1967, con intercambios mutuamente acordados. Según el presidente de los Estados Unidos, esta sigue siendo la mejor manera de lograr un nivel igual de seguridad, prosperidad, libertad y democracia tanto para los palestinos como para los israelíes.

Lógicamente, las circunstancias han cambiado radicalmente y esa solución no se podrá llevar a cabo hasta que no pasen varias décadas. El abrazo de los palestinos al islamismo como doctrina política, a través de la victoria electoral de Hamás en las elecciones celebradas hace casi 20 años, pone sobre la mesa un problema añadido. Hamás, al igual que Hezbolá, son títeres convenientemente manejados desde Teherán. Irán financia su existencia, su milicia y proporciona armas con las que combatir a su eterno enemigo hebreo.  

Escaleras dentro del túnel, con un sistema de izado y tubo de ventilación.

El pueblo palestino, que ha sufrido durante décadas la injusticia de la geopolítica, pagará de nuevo las consecuencias de los intereses de terceros. Mientras Hamás siga en el poder, las posibilidades de una negociación fructífera y duradera se cierran férreamente. 

No creo que haya posibilidades de escalar. Con el despliegue norteamericano en la zona, Irán sabe que, entrar directamente en un conflicto en el que Estados Unidos responderá con contundencia, será condenar a su régimen a la absoluta desaparición. Seguirá tratando de posicionarse como una potencia regional y apoyará a las milicias proiraníes de la zona. Desde Yemen a Siria, pasando por Líbano o la Franja de Gaza, pero no dará más pasos hacia una situación de la que no podría salir.

La disuasión es, por tanto, la mejor de las bazas para que el conflicto no escale, algo que no quiere nadie. 

Esperemos que todo este termine lo antes posible. Es lo único que podemos hacer.