Montaje de fotos de Santiago Abascal, de Vox, con rostro serio y una manifestación independentista de fondo
OPINIÓN

El independentismo, cofundador de Vox

El independentismo ha ayudado a que Vox no sea un fracaso

Probablemente, Vox también habría sido fundado sin el empujón del independentismo, puesto que es el equivalente de un movimiento ideológico extendido por todo Europa de rechazo de la izquierda, la inmigración, el feminismo, el ecologismo, la globalización, etc., factores que en España también se dan y alguno está muy presente como la inmigración o muy activo como el feminismo. El retraso en aparecer un “Vox” se explicaría por los cuarenta años de franquismo, una ultraderecha por anticipación.

Pero el independentismo actuó como un acelerador y figura como un justificante de la fundación de Vox, cosa que singulariza Vox respecto a otras ultraderechas europeas.

Cuando en diciembre de 2013 Vox fue oficialmente constituido, el independentismo ya llevaba unos cuántos años de efervescencia y de manifestaciones masivas radicalizadas, en junio de 2010 “Somos una nación. Nosotros decidimos”, el 11 de septiembre de 2012 “Cataluña, nuevo Estado de Europa”, acompañadas, entonces y continuamente, de un lenguaje altamente provocador hacia el Estado y la idea misma de España.

En enero de 2013 el Parlamento de Cataluña de mayoría absoluta independentista había aprobado la resolución “de inicio del proceso para hacer efectivo el ejercicio del derecho a decidir”, basándose en el pretendido carácter del “pueblo de Cataluña de sujeto político y jurídico soberano”. Un desafío en toda regla de una región al orden constitucional del Estado, un hecho insólito en la Unión Europea. El Tribunal Constitucional la anuló en marzo de 2014.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, interviene durante el acto de clausura de la Asamblea General del partido, en el Recinto Ferial de IFEMA MADRID, a 24 de junio de 2023

No había que tener la piel nacional española especialmente fina para sentirse interpelado e irritado por estos propósitos.

“España se rompe” es un lema de una gran fuerza emotiva y movilizadora muy sentida por la derecha, pero también sentida transversalmente de una punta a otra de España, incluida la ancha Cataluña no independentista. Tampoco había que ser especialmente patriota para alarmarse. A nadie le gusta que un cataclismo político sacuda el país donde vive.

Tampoco hacía falta que el rompimiento fuera verosímil, si bien el griterío y la fanfarronada independentista ayudaban a hacerla plausible - “independencia sí o sí”-, era suficiente con creérselo. En todo caso, millones de españoles de aquí y de allá se inquietaron y se angustiaron por la amenaza secesionista.

Muchos se manifestaron en la calle, muchos pidieron la intervención de las instituciones y unos cuántos fundaron un partido como un instrumento de intervención política para hacer frente a los independentistas. Nada de todo esto no tendría que extrañar, circunstancias parecidas en otro Estado de la Unión Europea también habrían provocado reacciones, y quizás peores.

Plano medio de Santiago Abascal con el brazo derecho en alto haciendo el gesto de la V con los dedos

Otro “cofundador” coetáneo de Vox fue el PP de Mariano Rajoy, presidente del gobierno (2011- 2018) durante todo el tiempo de las turbulencias independentistas. El grupo de los fundadores - exmilitantes del PP la mayoría- lo acusaron de debilidad frente al desafío independentista. El vituperio de Santiago Abascal tildando el PP de “derechita cobarde” probablemente tiene su origen mental en aquella impresión que les había causado el PP y que los llevó a escindirse y fundar un partido ultraderechista.

Los estatutos fundacionales de Vox reflejan la influencia del propósito independentista de rotura del orden constitucional y de desintegración de España. En el artículo 3 consta como primer fin del partido “la defensa indisoluble de la unidad de la nación española y el reconocimiento que la soberanía nacional es indivisible y reside en el conjunto del pueblo español”. Parece una respuesta diferida a la resolución del Parlamento de 2013.

Por todo ello, resultaba especialmente ventajista y oportunista, si no frívola, la pretensión de ERC en las elecciones del 23-J (2023), compartida por Junts y la CUP, de presentarse como los mejores defensores de Cataluña frente a Vox. Recetaban como remedio la causa del mal. Los electores no los creyeron, han votado mayoritariamente el PSC, percibido como un defensor necesario de Cataluña.

Los dirigentes independentistas han fracasado, pero Vox se queda a pesar del fracaso de aquello que alega como causa mayor de su existencia. Esto, además de reavivar el PP de Aznar, provocar división y pérdidas onerosas, es lo que nos dejan Puigdemont y compañía… y, encima, exigen una amnistía por todo lo que hicieron, que pretenden que era “normal”, sin renunciar a la unilateralidad.

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