Montaje con Indalecio Prieto en primer plano y una manifestación de fondo

OPINIÓN

Indalecio Prieto, héroe o villano

Se cumplen 52 años del fallecimiento de una figura clave en la historia del PSOE, de la República y la Guerra Civil.

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

La evolución histórica del Partido Socialista Obrero Español tiene una incontestable influencia en los acontecimientos del último siglo y medio. En sus ya casi 150 años de historia, ha formado parte del panorama político como un partido proletario y marxista, primero, y socialdemócrata después. Aceptó la participación en cada uno de los regímenes con los que convivió, con la excepción de la dictadura del general Francisco Franco.

La transformación del socialismo de masas español, de una formación marxista a la socialdemocracia, vino con la llegada de los jóvenes que se hicieron con las riendas del Comité Federal en los años 70 y que modernizaron y adaptaron a la formación política a sus homólogas en Europa Occidental y la Internacional Socialista. 

En el contexto de la Guerra Fría, los partidos socialdemócratas de los países que formaban parte del Pacto de Varsovia trabajaban en la clandestinidad o en el exilio. Estos eran los que estaban afiliados como parte de la Internacional Socialista, que se medía en contrapeso a la Komintern, o Internacional Comunista regida desde Moscú.

-Indalecio Prieto cuando militaba en las Juventudes Socialistas

Pero antes de la llegada de los Felipe González, Alfonso Guerra, Javier Solana o José María Benegas; los socialistas parecían sobrepasados por el PCE, que era mucho más activo y que contaba con el respaldo soviético. El PSOE se encontraba en su peor momento con un Franco octogenario y la posibilidad de un cambio político en España.

El protagonista de hoy, sin embargo, es el paradigma de la generación que tomó el relevo del primer secretario general, Pablo Iglesias. Tras una primera etapa fundacional, el PSOE comenzó a ser cada vez más relevante en la escena política española, aunque su acción sindical, a través de la UGT, se situará a bastante distancia del anarquismo. Esta realidad era contundente en Cataluña, donde el proletariado industrial era mucho más potente que en el resto de España. Sin embargo, en otras zonas industriales periféricas, como Bilbao, el PSOE y la UGT sí tenían la enjundia suficiente como para hacer ejercicio de su influencia entre el proletariado industrial.

De tipografo a diputado y corresponsal de guerra

Precisamente de Bilbao venía un señor entrado en carnes, con una prominente papada que presentaba en simetría a su característica calvicie. Indalecio Prieto no era bilbaíno de nacimiento. Su origen de cuna era la ciudad de Oviedo, pero llegó a la capital vizcaína cuando solo contaba ocho años, llevado allí de la mano de su madre viuda y buscando paliar la pobreza en la que la familia había caído tras el fallecimiento del padre del muchacho.

Vivió en un barrio obrero, desde donde pudo ser testigo de la aparición de los bizcaitarras, independentistas vizcaínos dirigidos por un tal Sabino. Ni prieto ni la mayoría de la clase obrera comulgaban con las ideas de los hermanos Arana y sus seguidores, ya que, parte de las tesis de estos implicaban el rechazo a quienes, ante la demanda de fuerza de trabajo, habían abandonado las zonas rurales para convertirse en obreros industriales. Eso explica, en parte, la inquina que Prieto mostró siempre hacia los nacionalismos periféricos. 

Indalecio Prieto junto a Albornoz.

Se inició como tipógrafo tras tener la fortuna de poder ir a la escuela. Tipógrafo había sido Pablo Iglesias y la mayoría de los veinticinco fundadores del Partido socialista Obrero Español a finales de la década de los setenta del siglo XIX. Los del gremio eran considerados como la aristocracia de la clase obrera. Su acceso a grandes volúmenes de información les procuraba un conocimiento que se planteaba inalcanzable para la gran mayoría de las masas proletarias, presas del analfabetismo. 

Prieto fue uno de los primeros en organizar las Juventudes Socialistas porque desde los 16 años militó en las filas de los de la pluma y el yunque. Al tiempo que iba afianzándose en el partido, fue ascendiendo también en el periódico. Pasó por todos los escalones hasta llegar a liderarlo. 

Es imposible escribir una biografía de Prieto en un artículo, porque su historia es también la de España y fue protagonista de momentos clave de la misma.

No cabe duda de que fue una figura muy controvertida fuera y, sobre todo, dentro de su propio partido en el que fue tildado de burgués. Es cierto que durante un tiempo llegó a ser empresario, vocación que abandonó cuando fue recriminado por el propio líder del PSOE, Pablo Iglesias

Fue uno de los pocos líderes socialistas que no fue procesado tras la Huelga General Revolucionaria de 1917 en la que sus compañeros: Julián Besteiro, Largo Caballero, Andrés Saborit y Daniel Anguiano; fueron procesados y condenados. Con ellos y Pablo Iglesias llegaría a las Cortes un año después, en 1918, formando un grupo parlamentario de seis diputados. Sus compañeros se beneficiaron de la amnistía de ese año y, a partir de entonces, el PSOE pudo desplegar su acción parlamentaria para minar el Régimen de la Restauración que ya entraba en sus horas más bajas.

Tras el desastre de Annual se mostró especialmente activo. El partido siempre estuvo en contra de la Guerra de Marruecos y Prieto, en calidad de redactor de El Liberal de Bilbao, se desplazó a Melilla para acompañar a las tropas en la Campaña de Desquite, en la que el avance de las unidades entre las que destacaba la Legión, fue descubriendo los horrores de las matanzas llevadas a cabo por las cabilas rifeñas levantiscas. 

Prieto se mostró contundente en la crítica tanto como corresponsal como en calidad de diputado. Apuntó a lo más alto en las responsabilidades y pidió el procesamiento de los generales implicados. Fue tajante y duro con el Ejército, llegando a pedir la desaparición del Cuerpo de Intendencia al que señalaba especialmente como protagonista de múltiples desmanes.

Indalecio Pérez durante la época de la Segunda República

Allí conoció a muchos militares y corresponsales. Si algo hizo a lo largo de su vida fue reconocer los méritos de quienes no pensaban como él pero eran merecedores del halago. A alguno con quien compartió viajes en Marruecos, como el corresponsal del Pueblo Vasco, Rafael Sánchez Mazas, llegó a salvar de la prisión y una segura muerte en el Madrid de 1936. Sánchez Mazas fue un reputado falangista, siendo el responsable de la consigna “Arriba España”.

La República

Se exilió a Francia en tres ocasiones. Desde enero de 1931, compartió hotel y tertulia con otros implicados en la conspiración contra la Monarquía y allí entabló sincera amistad con el general Gonzalo Queipo de Llano. 

No le dolieron prendas en reconocer en un discurso en 1936, semanas antes del inicio del conflicto fratricida que destrozó España, el valor y la gallardía del comandante Francisco Franco y del teniente coronel Millán Astray a los que vio combatir en 1921. No escatimó en asumir como propios los errores cometidos por él y su partido, como la huelga revolucionaria de 1934 o la colaboración con la Dictadura del general Primo de Rivera, de la que él, a decir verdad; siempre fue contrario. 

Sus mayores enemigos los encontró dentro de su formación política. Sus disputas con Largo Caballero, sobre todo en 1936, llegaron a tal extremo que, en algún acto, como el de Écija, tuvo que salir pies en polvorosa a riesgo de ser linchado por los partidarios de su rival. Contra el criterio de Largo y las Juventudes Socialistas dirigidas por un jovencísimo Santiago Carrillo, propició una alianza electoral con las fuerzas republicanas de izquierdas y partidos proletarios, en lo que se bautizó como Frente Popular.

Los caballeristas siempre renegaron de la coalición por entender que la República estaba superada y había que dar un paso hacia la Dictadura del Proletariado. Fueron precisamente estos los que impidieron que Prieto se convirtiera en presidente del Consejo de Ministros tras ser nombrado Manuel Azaña, presidente de la República. Tras la forzada renuncia del ovetense, Azaña se decantó por Casares Quiroga, quien nunca hizo caso de los avisos de Prieto, siempre bien informado, sobre un posible golpe de Estado. 

Indalecio Prieto junto a Macià y Julián Besteiro

El cisma dentro del Partido estaba a punto de producirse cuando acaeció el levantamiento militar en varias divisiones orgánicas y en el Ejército de África los días 17, 18, 19 y 20 de julio de 1936.

Por sus enemigos externos fue acusado de multitud de hechos. Tras la llegada de las tropas españolas a Axdir, la ciudad natal de Abd el Krim, se descubrieron cartas secretas de Prieto al líder rifeño de los Beni-Urriaguel en las que exploraba fórmulas de paz con los rifeños. Aquello le supuso acusaciones de traición entre los militares del Bando Nacional durante la Guerra Civil. 

Los que protagonizaron el asesinato del líder de Renovación Española, José Calvo Sotelo, tenían relación con su unidad de protección y también se le señaló como autor intelectual del atentado, algo que, aún hoy, está lejos de ser probado. 

Otra de las demandas que se hacen a su figura tienen que ver con el escándalo del oro del Banco de España, algo de lo que se defendió en varios artículos durante el exilio.

Acusó a los comunistas de su obediencia a Moscú y fue muy crítico con los asesores soviéticos mientras fue ministro de Defensa Nacional durante la Guerra Civil, porque consideraba a estos elementos de control de Stalin que ejercían un poder velado, sobre todo el Ejército Republicano. 

Como muchos de los políticos y protagonistas de su época, fue difusor de leyendas y víctima de otras muchas que han perdurado hasta nuestros días y que, aún hoy, se pueden leer en algún tuit digno del Instituto de Nueva Historia.

Trató de pactar desde el exilio, incluso, con el aspirante al trono Juan de Borbón para llevar una Monarquía Parlamentaria a España, contrario a lo que, a ese respecto, opinaban los comunistas y otros miembros de su partido. 

No paró de escribir hasta su muerte y ha dejado un prolijo testimonio de sus vivencias durante todo el periodo en el que desplegó actividad política.

Herencia

Dentro del Socialismo se le consideró como un moderado. Se autodenominaba liberal, aunque sin abandonar las tesis marxistas. Fue amigo de intrigas, conspiraciones y políticamente hablando, acosos y derribos.

En 1923, fue el principal promotor de las investigaciones por Annual que podían hacer temblar la Monarquía y que propiciaron el Golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera.

Caricatura de Indalecio Pérez envejecido

Participó, a título particular, en el Pacto de San Sebastián de agosto de 1930, en el que los partidos republicanos acordaron iniciar un proceso revolucionario para derrocar a la Monarquía. Tras él, convenció a su Partido para que se uniera a los republicanos en tal esfuerzo.

Se mostró siempre reacio al nacionalismo, acusando a Macià de traicionar lo pactado en San Sebastián cuando este presentó el Estatuto antes de que la Constitución hubiera sido aprobada.

Gozó, en todo momento, de excelentes fuentes de información que le facilitaban la toma de decisiones y, sobre todo, las huidas. Tres veces acabó en Francia, pero, al contrario que sus compañeros de partido, nunca entre rejas.

Su rivalidad con Largo Caballero fue de dominio público y llevaba camino de que el PSOE se escindiera en dos partidos distintos. La Guerra Civil impidió tal hecho.

Fue uno de los principales instigadores de la caída del presidente Niceto Alcalá Zamora en marzo de 1936, otra de las causas del levantamiento militar posterior y, sobre todo, de la unión al golpe del cuñado del presidente, el general Gonzalo Queipo de Llano, su otrora íntimo amigo.

Reconoció su patriotismo contraviniendo a los caballeristas, menos entusiastas, con la exaltación de la nacionalidad. 

Estadista y socialista de referencia para algunos; villano y ruin para otros, de lo que no cabe duda alguna es que Indalecio Prieto es uno de los personajes clave en el primer tercio del siglo XX español y sus artículos, memorias y hasta grabaciones de audio, son una fuente fundamental para aquellos que quieren adentrarse en la época que le tocó vivir. Sus artículos sobre la Guerra de Marruecos como corresponsal tampoco dejan indiferente a nadie, pero, esa es otra historia digna de ser contada…