Una multitud de personas se manifiesta sosteniendo una pancarta que dice "S'HA ACABAT! VAGA DE LLOGUERS!" en un entorno urbano con árboles de fondo.
OPINIÓN

Una huelga de alquileres: y vamos para bingo

Ojalá me equivoque, pero yo creo que Illa no levanta el tema inmobiliario ni con una grúa

La unidad de medida es la gente normal. Yo siempre estoy atento. Es la única manera de palpar la ideología circulante. Y el caso es que el otro día, un señor sanísimo, de los que va a buscar en coche (y en pijama) a sus hijas a la salida de la discoteca y cuando se enfada dice que va a votar a Vox, me comentaba el problema inmobiliario.

Se había enterado de la propuesta de los sindicatos de vivienda de hacer una huelga de alquileres. Convenimos que un acontecimiento así sería un Cristo de tres pares en sol mayor. No tuvimos debate; ninguno estaba endemoniado por el anticapitalismo cerril. Pero entonces hizo acto de presencia una versión como de pacharán del Espíritu Absoluto. Eso es lo que yo buscaba.

Personas en una manifestación sostienen carteles de cartón en forma de casa con mensajes sobre el alto costo de la vivienda.

Después de hacer una pausa dramática y mirar a los lados - no fuera cosa que estuviera por ahí Pablo Iglesias para capitalizar el descontento - el tipo me dijo:  «Y a mí me parece muy bien que hagan una huelga de alquileres. Y los políticos que se jodan, que no han hecho nada y ahora tienen el problema encima de la mesa». Un empleado de banca dixi.

Definitivamente, yo cambiaba los editoriales de El País por transcripciones de los audios de WhatsApp que se envía la gente que ve El Hormiguero. Según la hipótesis de los mercados eficientes, los mercados financieros reflejan toda la información existente. Pues algo parecido con el cabreo de la gente.

Avanza hasta que adiós

Para el que sospecha abismos en las obviedades, que las cosas cambien es bastante alucinante. I mean: las cosas siempre van pareciendo más o menos lo mismo, pero, al mismo tiempo, también cambian. Es como si la sucesión de los números naturales (1, 2, 3, 4...) implicara que los números fueran cambiando de sabor, textura u olor. Esto se entiende bien cuando hay que actuar. Pongo un ejemplo triste.

Esta semana falleció una persona cercana. Hacía tiempo que se encontraba mal y fue a urgencias. Leucemia con linfoma. Duró veinte días a partir del diagnóstico. Requiescat in pace. Y precisamente porque las cosas cambian, lo que se lo llevó en realidad, de facto, fue el covid que pilló en el hospital. El tratamiento contra el linfoma fue tan agresivo que le afectó al sistema inmunitario, de tal suerte que el virus dictó sentencia ¿Se podría haber pillado el linfoma antes? ¿Se podría haber evitado el contagio vírico? ¿Se podría haber...? Sí, pero ya no era el caso.

Y algo parecido ocurre con el mercado inmobiliario ¿Se podría haber construido vivienda pública? Sí ¿Se podría haber facilitado la edificación? Sí ¿Se podría haber repartido mejor la población? Sí (bueno, no, pero vamos a decir que sí). En fin, que se podría haber hecho de todo. Pero lo que ahora tienes encima de la mesa es un posible contagio vírico de una huelga de alquileres y que se te puede llevar por delante.

Una multitud de personas participa en una manifestación sosteniendo pancartas con mensajes en catalán en una calle arbolada.

Tablero futuro

El algodón, como los síntomas, no engaña. Si acudimos a la partitocracia de izquierdas, que como los futuros financieros descuenta las fantasmadas que vendrán, ya observamos la forma que tendrá el debate. Por ahora, tenemos a todas las cuquizquierdas en una subasta de pajaradas, que van desde bajar un 50% los alquileres por mi coño hasta prohibir el alquiler turístico.

Por otro lado, el Govern del PSC saca toda la artillería y, en armonía con las gafas de Illa, pide paciencia benedictina: 50.000 pisos hasta 2030 y 4.400 millones de inversión. Lo de 50.000 tiene gracia porque coincide con el crecimiento poblacional anual de Barcelona: 50.000 vecinos nuevos cada doce meses. En resumen, que ojalá me equivoque, pero yo creo que el MH Salva no levanta el tema inmobiliario ni con una grúa.

Y si no fuera porque en algún sitio tenemos que defecar en paz o sentirnos libres de dejar el fregadero lleno, el tema sería inocuo. Pera para mí que ya depende enteramente de la realidad, o sea, de que explote. Y aunque sea áspero, tampoco es malo. Si una ventaja tiene que la realidad sea omniabarcante es que ella sola se lo guisa y se lo come. Veremos si opta por la opción de quemarse a lo bonzo con una huelga de alquileres. Por lo demás, me remito a las palabras de mi compadre: “Y los políticos que se jodan”. Vamos para bingo.

➡️ Opinión

Más noticias: