Hombre con barba y gafas, vestido con traje azul y corbata, sobre un fondo rosa con líneas negras.
OPINIÓN

Un homenaje a Jordi Cañas

Que Jordi Cañas ponía – y pone todavía – muy nervioso al separatismo en general era un hecho más que evidente

En estos momentos en los que la política catalana gira alrededor de los dos grandes líderes del separatismo actual, Salvador Illa y Carles Puigdemont, me apetece rendir un modesto homenaje a Jordi Cañas, uno de los políticos constitucionalistas que más ha contribuido a desmontar el lenguaje separatista y, sobre todo, a combatir a su poderosa maquinaria de propaganda. Es una pena que los errores que ha cometido Ciutadans en los últimos años haya dejado sin espacio político – al menos de momento – a uno de los luchadores más eficaces contra el nacionalismo.

Que Jordi Cañas ponía – y pone todavía – muy nervioso al separatismo en general era un hecho más que evidente. Bastaba con tomarse con él una cerveza en una terraza para que un par de defensores de la ‘Revolución de las sonrisas’ le insultaran. Por supuesto, los insultadores estaban casi siempre a más de cien metros de distancia.

Desde Alejo Vidal-Quadras nadie había desmontado, con la misma brillantez, el argumentario separatista. Alejo con un tono irónico y Jordi con un lenguaje más aguerrido, pero con una claridad y eficacia que muchos echamos de menos. No desmerezco las intervenciones desde la tribuna de Alejandro Fernández o Ignacio Garriga, que también defienden a la Cataluña no separatista con convicción y valentía, pero lo de Cañas era otra cosa.

Hombre con gafas y barba hablando gesticulando con las manos en un entorno profesional.

Con Jordi Cañas fuera del Parlament en el 2016 y 2017, la Resistencia al separatismo perdió un gran activo. Hay que reconocer que Ciutadans – y esto es mi parecer – no supo aprovechar su valía, aunque estuviera en un segundo plano, para plantar cara aún con más eficacia a la Generalitat que preparaba las leyes de transitoriedad jurídica y del referéndum.

Un falso caso de problemas fiscales le apartó de la primera línea cuando más falta hacía. Siempre pensaré que la dirección de Ciutadans no fue justa con él en aquellos momentos en que teníamos que aprovechar todo el talento del que pudiéramos disponer para plantar cara a un secesionismo instalado en el golpe de Estado permanente. Pero eso ya forma parte de la historia.

Con Jordi Cañas en activo, el PSC no se habría atrevido a llegar tan lejos. Su discurso, heredero del de los fundadores socialdemócratas de la Ciutadans, sirvió para comerle el terreno a los socialistas en el área metropolitana de Barcelona. Cuando Cañas pasó a segunda línea, el giro liberal de Cs se aceleró hasta convertirlo en un partido de centro-derecha que dejó de ser un peligro para el PSC.

Un hombre con gafas y barba, vestido con un traje azul y corbata roja, posa frente a un fondo con logotipos de RTVE y otros símbolos.

Y así, poco a poco, los socialistas han ido degenerando cada vez más, ante la ausencia de competencia – a muchos votantes catalanes que dieron en su momento el salto del PSC a CS les cuesta mucho votar al PP – y al final los de Illa se han convertido en el ala moderada del separatismo de izquierdas, en competencia con ERC.

Por eso Jordi Cañas sigue siendo más necesario que nunca, porque tiene el único discurso que es peligroso para los socialistas: defensa de la unidad nacional, pero de una España unida que apueste por una sanidad pública y una educación pública universal y de calidad. El toque socialdemócrata, con aportaciones liberales, que hacía que Cs fuera un temible competidor electoral para el PSC.

Ojalá se articule, lo antes posible, una alternativa al socialismo catalán que recupere a sus votantes engañados por la amnistía, la persecución lingüística y el ‘concierto’ insolidario. Y, ojalá, Jordi Cañas pueda ayudar.

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