La hipocresía procesista
Se tiene que tener la cara dura para hacer ver que te importa la situación extrema que vive la una parte de la población cuando tú (estando en el gobierno o permitiéndolo con tus votos), has estado gobernando la última década
Laura Rosel, expresentadora del programa Els Matins de Catalunya Ràdio, se hacía eco este miércoles de las protestas de los agricultores con una publicación en X que decía lo siguiente. “Y mientras, en el Congreso de los Diputados: terrorismo, terrorismo, terrorismo…”.
Rosel, que durante muchos años ha formado parte del cártel procesista, se queja ahora de que no se aborden ciertos temas y que se camuflen con otros que giran alrededor del ‘procés’. Como si ella no hubiera alimentado, primero en TV3 y después en la radio, que en Cataluña se haya hablado durante 10 años y de forma casi exclusiva de un proceso independentista que ha arrastrado a Cataluña al abismo.
Pero este artículo no va de Laura Rosel. De hecho, la publicación de la periodista catalana sirve para evidenciar que el ‘procés’ se ha trasladado a Madrid, donde la amnistía y todo lo que le rodea se ha convertido en la cuestión central de la política española. Es lo que tiene que Pedro Sánchez haya decidido que la legislatura y su enorme ego dependa de sus socios procesistas.
Esto contrasta con la actual política catalana. Evidentemente, siempre habrá resquicios del ‘procés’ porque hay mucha gente viviendo de esa mentira. Sin embargo, poco a poco el Parlament se está convirtiendo en lo que debería ser un parlamento: un espacio donde se habla de los problemas de la gente y no de si se retuercen las leyes para amnistiar a un señor que vive en Waterloo.
En las últimas sesiones en el Parlament, cuestiones como la inseguridad, la educación, la sequía o la realidad del sector primario han ido cogiendo peso en los discursos de todos los partidos. Y todo indica que se seguirá el mismo camino en la campaña electoral.
Esto, evidentemente, perjudica a ERC, Junts (y la CUP), que llevan una década hablando de unicornios y permitiendo (y provocando) que Cataluña sea hoy más decadente que cuando empezaron el ‘procés’. De hecho las encuestas no auguran nada bueno para ellos. Y no es de extrañar. Tras 10 años engañando incluso a los suyos, lo único que han conseguido es llevar a Cataluña al abismo. Y ahora que se empieza a hablar de soluciones, cada vez menos gente va a creer que estas pasen por sus manos manchadas.
Lo hemos visto, por ejemplo, en las protestas de los agricultores. Los procesistas se han puesto al lado de los payeses, como si la burocracia y dejadez a los que han condenado al sector primario hubiese caído del cielo como una plaga de dios. Lo que se han llevado, por lo menos en redes, han sido insultos y reproches. Porque ya se tiene que tener la cara dura para hacer ver que te importa la situación extrema que vive la una parte de la población cuando tú (estando en el gobierno o permitiéndolo con tus votos), has estado gobernando la última década. Y todo, mientras compras a ciegas una Agenda 2030 que es, precisamente, la excusa que utilizan las élites para ahogar, aún más, el sector primario catalán.
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