Hacia un conflicto civil
La amnistía convierte a los independentistas en “catalanes buenos”
Ahora sí que Cataluña se encamina con paso lento pero seguro hacia un conflicto civil. Basta ver las declaraciones de la portavoz del gobierno catalán, Patrícia Plaja.
“La manifestación de este fin de semana en Barcelona no es a favor de, nada es una vez más en contra de los catalanes, es una manifestación anticatalanista”, ha afirmado en rueda de prensa oficial.
“Son esa gente que no aporta, que no suma, que no quieren construir y que simplemente lo único que tienen es catalanofobia y critican todo lo que sale de Cataluña”, ha añadido.
Ergo, Cataluña son ellos. Y me voy a ahorrar, por falta de espacio, referencia alguna al término “construir” porque basta ver los daños políticos, económicos, sociales e incluso morales provocados por el proceso. No ha quedado nada en pie.
Lo decía además el mismo día, casi a la misma hora, que Societat Civil Catalana presentaba la convocatoria de la manifestación a los medios. Deben de estar preocupados por un eventual éxito de convocatoria.
Porque Patrícia Plaja ha borrado de un plumazo todos los catalanes que se oponen al proceso: son malos catalanes. Aunque hay que remarcar una cosa: cuando habla la portavoz del Govern no lo hace a título individual. Habla en nombre de todo el Govern. Lo digo por experiencia.
Por lo tanto, lo hace también en nombre del presidente Pere Aragonès o de los consejeros Laura Vilagrà (Presidencia), Roger Torrent (Empresa), Natàlia Mas (Economía), Tània Verge (Feminismo), Meritxell Serret (Exteriores), Anna Simó (Educación).
También Quim Nadal (Universidades), David Mascort (Acción Climática), Joan Ignasi Elena (Interior), Ester Capella (Territorio), Manel Balcells (Sanidad), Carles Campuzano (Derechos Sociales), Natàlia Garriga (Cultura) y Gemma Ubasart (Justícia).
Suerte que no estaba en la sala porque me habría removido en el asiento. O mordido la lengua. Tampoco tengo noticias de que hubiera, entre los colegas de la prensa, ninguna muestra de desaprobación o al menos una repregunta.
La amnistía de Pedro Sánchez agranda la fractura social. Parece que los indepes son los únicos catalanes buenos. Al fin y al cabo se amnistía, tras la caída de las dictaduras, a aquellos que no hicieron nada malo. Que lucharon por la libertad.
Cuidado porque la sociedad catalana ya está escindida en dos partes. Y no aguantará diez años más de alta tensión. Vicens Vives ya recordaba en su “Notícia de Catalunya” que, “en los cinco últimos siglos”, se habían vivido “once revoluciones”. Teníamos el récord en Europa por encima de Castilla, Francia, Países Bajos e Inglaterra.
En efecto, lo del “oasis catalán” ha sido con frecuencia un mito entre el bandolerismo de los siglos XVI y XVII, las guerras carlistas, “quan mataven pels carrers” o “la ciutat de les bombes”.
Cuidado que están jugando con fuego nuevamente.
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