Imagen de Pere Aragones con la mano en la barbilla, sentado en su escaño del parlament de cataluña
OPINIÓN

El gobierno inútil de ERC

ERC ha demostrado que solo sabe mandar desde el sectarismo independentista, con una política clientelar y de propaganda

La grave sequía que padece Cataluña es la prueba más evidente de la incapacidad para administrar los asuntos públicos por parte de un partido fanatizado como Esquerra Republicana. Y es que no cuela que Pere Aragonès intente presumir de ser el gestor que nunca fue.

Esta formación, que gobierna en solitario la Generalitat desde octubre de 2022, ha demostrado que solo sabe mandar desde el sectarismo independentista, con una política clientelar y de propaganda para intentar mantener sus apoyos electorales y repartir botín en forma de elevados sueldos a los fieles a la adhesión inquebrantable y el Prietas las filas.

En cambio, es incapaz de gestionar el día a día de los ciudadanos. La sequía, con toda la falta de previsión que demuestra una Generalitat encorsetada por la política tribalista basada en el tótem de la lengua, demuestra que para gobernar las vidas de millones de ciudadanos se ha de tener una capacidad que ERC no tiene.

Fuera del “Madrid tiene la culpa”, el “España nos roba” y el “los que hablan en español en Cataluña son los culpables de que el catalán esté a punto de desaparecer” los partidos secesionistas son incapaces de hacer nada más. Esta tendencia, que es grave en Junts, en ERC, llega a límites críticos.

En Cataluña no hay política de agua porque no hay valentía política para tomar decisiones impopulares, ni trasvases, ni construcción de nuevas instalaciones o enfrentarse a los lobbies que claman por el decrecimiento económico.

¿Consecuencia? En ERC están asustados, pero no por el bienestar de los catalanes, sino por tener que pagar el precio electoral, de tener que obligar a cerrar el grifo a los habitantes de las grandes ciudades. Pero es la consecuencia de no saber gobernar, y dedicarse en exclusiva a la agitación y a vociferar el “ho tornarem a fer”.

Foto de un mítin de Esquerra Republicana con sus líderes Marta Vilalta, Pere Aragonès, Ernest Maragall, Oriol Junqueras y Gabriel Rufián en primer plano

Por esta misma razón tampoco hay una política de seguridad que merezca tal nombre y por eso la delincuencia campa a sus anchas en todo el territorio catalán, no solo en las grandes ciudades.

Aunque en Barcelona, gracias a la confluencia de los ocho años de mandato de Ada Colau y Jaume Collboni y la inoperancia de los últimos consejeros del Interior de Junts y ERC, ha llegado al nivel de tragedia. Y hablo en primera persona: me han intentado robar dos veces en el Metro, me han robado una bolsa de ordenado – por suerte, sin el portátil dentro – en la Ronda de Sant Pau y me han intentado tirar al suelo para robarme el móvil en el Eixample. Y solo en tres meses.

No se gestiona bien la sequía, de la misma manera que la Sanidad pública catalana es un desastre y se deteriora año tras año. Cualquier incidencia sanitaria colapsa el sistema público de Salud debido a la falta de medios y a una política más preocupada en la lengua que hablan los médicos que en dotarles de los recursos necesarios para hacer su trabajo.

No hay dinero para abrir las plantas cerradas de los hospitales, pero sí para política lingüística, para untar a sindicatos (UGT) que señalan a enfermeras con contratos precarios por quejarse de la obligación de hablar catalán o para subvencionar a entidades hispanófobas como Plataforma per la Llengua.

Poco pasa en Cataluña para la inutilidad de gobernantes que tenemos, porque la alternativa socialista, que no lo es en absoluto porque sus dirigentes están encamados con los independentistas, es aún peor.

Basta con mirar los números de la pandemia mientras Salvador Illa, la teórica solución a los males de Cataluña, fue ministro de Sanidad. O los escándalos económicos asociados a la venta de mascarillas. Si el PSC es la “solución”, ERC va a gobernar la Generalitat durante decenios, porque los socialistas han demostrado en los últimos años que no tienen coraje para crear una alternativa real al independentismo. Les va más el vasallaje.

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