Montaje de Santiago Abascal en contra del cambio climático

OPINIÓN

La frivolidad del negacionismo climático de VOX

Vox rechaza el presente por parecerle mejor el pasado preconstitucional

Es sabido que los programas electorales no se leen, tanto es así que Vox presentó el del 23-J como el programa del que “muchos hablan y pocos lo han leído”, incluso esta afirmación sencilla no llega a verdad entera. Cierto que pocos lo habrán leído, pero no muchos han hablado de él, de haberlo hecho se supone -aunque no es seguro- que Vox habría perdido más votos. 

Es un programa en el que, igual como en el resto de su cosmovisión política, las propuestas consisten esencialmente en rechazos. Vox lo rechaza (casi)todo. El PP solo “ajusta”, porque, según Santiago Abascal, la “derechita cobarde” no se atreve a más. 

Sería prolijo enumerar los rechazos, quedan todos comprendidos diciendo que Vox “rechaza el presente” por parecerle mejor el pasado preconstitucional, preconstitucional, puesto que todo lo que rechaza se hizo bajo el amparado de la Constitución de 1978.   Si no hubiera sido así, la ley correspondiente habría sido anulada por el Tribunal Constitucional.

Hoy me detendré en el rechazo del cambio climático. 

Después de los informes de evaluación, exhaustivos y globales, del Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático (el IPCC), que desde 1988 reúne las aportaciones de miles de científicos de todo el mundo, que han dejado claramente establecido que el factor humano es el causante del aumento medio de la temperatura planetaria, negar la causa antropogénica en el cambio climático, incluso su misma existencia, resulta difícil de comprender a nivel individual por la abundante y acreditada información disponible sobre esta materia.

Pero, todavía resulta más incomprensible por parte de un partido político que se pretende serio y con vocación de gobierno. Vox no aporta nada que invalide las conclusiones del IPCC, ni las desprecia, simplemente las ignora refugiándose en un “silencio técnico” y en el rechazo ideológico de lo que llama la “religión climática del IPCC” y el “fanatismo climático de la izquierda”.

En el programa electoral ni siquiera dedica un capítulo al cambio climático. Vox se limita a rechazar de forma dispersa a lo largo del programa las medidas de carácter climático: la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (2021); el Acuerdo de París (2016) -Donald Trump lo rechazó en 2017 y Joe Biden lo recuperó en 2021-; el Pacto Verde Europeo (2020); más el rechazo genérico de toda norma climática u obligación verde que “afecte gravemente al interés y prosperidad de los españoles”.

Hay que tener mucho desparpajo ideológico para tanto rechazo sin otra propuesta que la de “cuidaremos el medio ambiente desde el sentido común”. La biosfera está en peligro y la respuesta de Vox es frívola a más no poder.

Vox sigue radicalmente el posicionamiento de la ultraderecha -aunque hay matices entre las distintas ultraderechas- y considera una chorrada eso del cambio climático y una “imposición de las elites globalistas” las medidas para la mitigación de sus efectos. 

Lo peor de todo es el tratamiento frívolo de una cuestión que afecta a la Humanidad entera y a todas las especies animales y vegetales de la Tierra. Si al menos hubiera en la negación un atisbo de racionalización, tal vez se podría debatir sobre el rechazo, pero no, no hay por dónde intentarlo.  

Una muestra de la espantosa simpleza es un argumento del expresidente Donald Trump, icono de la ultraderecha especialmente apreciado por Vox, que un día de una fuerte nevada en Nueva York en diciembre de 2020 tuiteó “Cómo va a hacer tanto calor, si nieva tanto”, simpleza emulada por un diputado de Vox en el debate de la ley de Cambio Climático en mayo de 2021: “si se calienta un poquito el planeta reducirá muertes por frío”. Pues bien, a este nivel de frivolidad se sitúa el negacionismo de Vox. 

Vox aprovecha la baja consciencia medioambiental en la sociedad española para meter el cambio climático en el saco de sus rechazos, de manera que puede presentarse ante determinado público como el partido más novedoso, más anti-establishment -el cambio climático es mayoritariamente reconocido en las esferas oficiales-, más rupturista (hacia atrás), más in, en definitiva. 

 Negar a estas alturas el cambio climático, además de una frivolidad, es una forma de esnobismo.