manifestantes contra la amnistia con la cara tapada sujetan pancartas con la bandera española

OPINIÓN

El fenómeno de la ultraderecha: los marcos donde se ubica

La nación, la desigualdad o la economía, son algunos de los puntos en los que se ubican los partidos ultraderechistas

Se dice que las ultraderechas determinarán nuestra vida local, nacional, europea y planetaria. Cito los cuatro niveles porque su ambición es de contrarreforma global.

Las ultraderechas constituyen un movimiento político en auge en este momento que persigue imponer un cambio de ciclo en “todo”, son, pues, totalitarias. 

Conocer quiénes son y qué pretenden es fundamental para, más allá del juicio moral, decidir si aceptarlas con entusiasmo, condescender pasivamente u oponerse de plano a sus propósitos. 

Las ultraderechas son productos muy nacionales, en gran medida obedecen a las circunstancias de cada país. Qué duda cabe que en España la fundación de Vox en diciembre de 2013 debe mucho al independentismo que ya por entonces llevaba unos años de agitación secesionista. Pero, en general, coinciden en un ideario común a grandes rasgos, luego puede hablarse de la ultraderecha como un fenómeno genérico y más o menos uniforme en toda Europa, pudiendo sintetizarse los principales marcos de su cosmovisión reductiva. 

La nación es el marco espacial, emotivo y cultural en el que la ultraderecha surge y actúa políticamente. El marco social es el de la amplia clase media, sus dirigentes proceden del segmento alto de esta, aunque también los hay hijos de la burguesía. Su influencia ideológica llega hasta la clase trabajadora baja, la que antiguamente se llamaba proletariado y en la que su audiencia es ascendente; viejos bastiones rojos hoy son feudos de la ultraderecha. 

manifestación contra la amistia con las pancartas que te vote Txapote y Pedro Sánchez a prisión

El sistema capitalista de producción y de consumo es su marco económico de referencia, interpretado de manera ultraliberal y darwinista, no hay por qué disponer de un salvavidas social, quién no sea capaz de salir adelante, peor para él. 

La economía no es el lado fuerte de la ultraderecha, ahí la aventaja la derecha tradicional. Las ultraderechas se concentran en las preferencias nacionales y de clase, en las exclusiones y en la reducción de los servicios públicos y las ayudas sociales, principalmente a los inmigrantes.  

La nacionalidad es el manto sagrado y propugnan su atribución solo por el ius sanguinis. Elevan la nacionalidad a la categoría de bien supremo, es la posesión que compensa a los desposeídos, cualquier pobre debería dejar de sentirse pobre en su nación por el hecho de ser español, francés, alemán, italiano, etc. 

 “Ley y orden” es marco imperativo de la sociedad: en casa, en la escuela, en el trabajo, en la calle. La “mano dura contra la delincuencia”, su oferta estrella, la entienden selectiva respecto a autores —los inmigrantes se llevan la palma— y al tipo de delincuencia, centrándola en los delitos contra la propiedad privada y la seguridad, relativizando o ignorando la corrupción y otros delitos contra bienes jurídicos del dominio público. 

Imagen de la manifestación convocada contra la amnistía en la plaza Colon de Madrid el 29 de octubre de 2023

La ultraderecha considera la desigualdad una idea-madre que dimana de la naturaleza de las cosas. Es, por lo tanto, natural, y en este supuesto incluyen a los individuos, divididos, de manera natural, en poseedores y no poseedores de bienes sean de producción desde los del poderoso empresario a los de un modesto autónomo o de consumo necesario como la vivienda, el contexto social del individuo no cuenta. Y la división trae como resultado la existencia “inexorable” de ricos y de pobres. 

La desigualdad tiene un haz de aplicaciones, sirve para separar social y culturalmente los individuos —lo que conlleva discriminación y segregación— por etnias, los negros de los blancos, por religiones, los judíos y los musulmanes de los cristianos, por género, las mujeres de los hombres, por riqueza, los pobres de los pudientes. 

En el fondo, la idea de desigualdad impregna el ideario “familiar” de las derechas, familiar porque es compartido con más o menos convicción e intensidad por todas las derechas, desde la de toda la vida hasta las ultras como nueva derecha.  Y esa idea, implícitamente, ha sustentado el dominio ideológico, político y práctico de la derecha a lo largo de la historia. 

Estos son grosso modo los marcos en los que se ubica la ultraderecha y en los que se encaja lo que fundamental y substantivamente caracteriza a la ultraderecha: los rechazos, que derivan de su rechazo del presente.  La lista de rechazos es larga, intentaré abordarla en otro artículo.