Primer plano de Sílvia Orriols con una imagen de fondo de una manifestación independentista
OPINIÓN

La extrema izquierda ya no da miedo

El islamo-izquierdismo tiene un adversario dispuesto a plantarle cara, tras años de silencio políticamente correcto


El día 18 de noviembre, en Manlleu, en la sede local de Alianza Catalana, el regidor nacionalista Roger Saborit promovió una mesa redonda para analizar la incidencia de la extrema izquierda dentro del panorama político catalán. Al acto participó la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, con varios militantes, así como muchas personas interesadas en esta formación independentista contraria a la inmigración ilegal.

Primer plano de Sílvia Orriols sonriendo ligeramente con la boca cerrada

El título de la conferencia es trascendental porque muchos lo sufrimos cada día: Señalamiento, amenazas de perder el lugar de trabajo, agresiones por la calle o muerte civil. Muchos hemos tenido que hacer frente a los ataques ejercidos por el extremismo de izquierdas, aliado del silencio cómplice, interesado (y fomentado) de los partidos tradicionales como Esquerra o Junts.

Pero ya no estamos en 2010. Ahora el mundo ha cambiado. El pueblo ha perdido el miedo a hablar y las cosas empiezan a decirse por su nombre. La dictadura del políticamente correcto se derrumba gracias a los miles de catalanes y europeos que ya no quieren escuchar mentiras.

Antes la gente tenía miedo a decir o piar según qué. “¿Mis compañeros de trabajo se enterarán?” “¿Mi jefe de departamento sabrá qué he dicho?” “¿Me despedirán?” “¿Si busco trabajo, me vetarán?” “¿La vecina del tercero me retirará el saludo?” Imperaba la ley del silencio. Era el campo de juego preferido por la extrema izquierda, la cual empleaba la corrección política como un fuet terrorífico contra quien osara pensar libremente.

En el instituto donde trabajo nunca me he autocensurado ante los colegas. Ya sea porque creo que es mejor mostrar las cartas de entrada como por el hecho de ahorrarme explicaciones en un futuro. Lejos de tener problemas, el debate está perfectamente normalizado, podemos hablar con respeto y libertad y, no solo esto, sino que la mayoría del claustro compartimos diagnóstico y receta por los males que sufre nuestra sociedad. Incluso la directora se ha afiliado a Alianza Catalana.

Imagen del cartel electoral de Aliança Catalana, con la foto de su candidata Sílvia Orriols

Creedme: hablad siempre con libertad, estamos logrando una situación impensable hace solo 8 años. Cuanto más se digan las cosas por su nombre, menos fuerza tendrán quienes usan la amenaza y la censura como herramienta política.

El final de una determinada izquierda

Años atrás, cuando un islamista cogía un coche, o un puñal, para matar occidentales, la maquinaria del sistema ponía manos a la obra para tildar de islamofobia a quien preguntara por qué teníamos que dejar entrar todo el mundo a nuestro país, incluso, cuando existían sospechas fundamentadas del peligro que esto comportaba (y comporta).

Años atrás, para preguntar si era inteligente acoger quién viste y luce como un fanático, te podía asaltar un ejército de biempensantes para acallarte. Y nadie salía a defenderte. Todo el mundo tenía miedo. La gente callaba y pensaba: “¿Cuántos millones de inmigrantes más tenemos que acoger para que dejen de llamarme racista? Hace 30 años, en el pueblo, no había cabe y nadie me acusaba de nada”.

Pero los años han pasado. Ya vemos la luz al final del túnel. El Brexit ganó, Trump y Bannon introdujeron debates hasta entonces escondidos, Orriols, Wilders, todo victorias “inesperadas” para TV3.

En Cataluña, empezando por Ripoll, y en el mundo —que siempre va más avanzado— el tablero del juego no se parece nada al silencioso, miedica i inerte debate político de años atrás. Ahora el islamo-izquierdismjo tiene un adversario dispuesto a plantar batalla. 

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