Montaje Pedro Sánchez con Jordi Évole

OPINIÓN

Évole, al rescate

El presentador estrella de La Sexta sale en auxilio de Pedro Sánchez

El pasado sábado empecé a leer con mucho interés el artículo de Jordi Évole en La Vanguardia. El titular prometía: “Alberto Núñez Mintióo”. 

De entrada jugaba con el primer apellido del líder de PP: “Alberto Núñez”. Cuando todo el mundo sabe que se le conoce por los dos apellidos: Núñez Feijóo. Habitual cuando el primero es bastante común.

Jordi Évole me recordó a Luis María Anson que, cuando Narcís Serra era ministro de Defensa, siempre titulaban “Narciso Serra” en el ABC. No, Serra se llamaba Narcís, no Narciso.

Lo encontré incluso impropio del diario. Era solo una diatriba contra el líder del PP. Bueno, Jordi Évole está en su derecho, pero me esperaba al menos algún sólido argumento intelectual

Empezaba reprochando a Núñez Feijóo aquella famosa foto con un narco gallego. Pero debe estar muy sobada porque el PSOE no la ha sacado ni en campaña.

Sánchez la mostró en una sesión de control al Congreso en marzo del 2023.  Aunque diez años después Feijóo ha ganado varias elecciones a la Xunta. Y con mayoría absoluta. El electorado debe considerarla amortizada.

Continué, sin embargo, leyendo a ver si el autor del artículo había pillado al presidente del PP en algún requiebro. Al fin y al cabo, en el debate, se lanzaron graves acusaciones.

Al día siguiente de cara a tanto La Vanguardia como El Periódico, hicieron un repaso de las mentiras, fake news y medias verdades.

No hallé ninguna. Ni siquiera de cosecha propia. Quizá porque, para el conocido periodista, lo que son mentiras para Feijóo son simplemente cambios de opinión para Pedro Sánchez.

En efecto, los tres primeros párrafos iban sobre el traficante, el cuarto sobre las “ansias de poder” del líder del PP y que, según Évole, es de los de “el fin justifica los medios”.

Curiosa comparación para alguien que llegó al poder con una moción de censura teniendo solo 84 diputados. Por supuesto, que a nadie le quepa la menor duda por si acaso, legítima.

A continuación era una retahíla de que “calla” y “otorga”. Pero también utilizaba “cutre”, “hiriente”, “grosero”, “puñado de votos”. Mal asunto cuando, en un artículo, hay que recurrir a la descalificación personal.

Después se quejaba de que el PP ha comparado “ETA con el nazismo” pero ni una línea de que Sánchez ha gobernado con Bildu o incluso con Esquerra. 

Bildu no es ETA, desde luego, pero en las municipales no tuvieron inconveniente en meter etarras condenados, incluso con delitos de sangre, en las listas. O sea que casi, casi.

Me saltó algún párrafo porque incluso el autor creo que perdió el hilo. Pero llegué hasta el final con la esperanza de que nos explicará a final por qué decía que Feijóo era un “mentiroso”. 

“¿Por qué nos mintió tanto en el cara a cara?”, insistía Évole. “Feijóo mintió, pero para muchos ganó”, reiteró. Nada. Simplemente opiniones personales.

Me quedé con las ganas de saber las mentiras concretas que nos había colado el líder del PP en el debate. Y, ya puestos, también las de Sánchez aunque estas no fueran objeto del interés del articulista.

Muy mal debe estar la cosa -pensé- para que un presentador estrella de La Sexta tenga que salir al rescate del líder del PSOE por propia iniciativa.

Y eché en falta que las figuras insignias del periodismo progresista no se hubieran quejado de las mentiras del proceso durante los últimos diez años.

Ha habido tantas: “el món ens mira”, el 80%, “Espanya ens roba”, “això va de democràcia”, “està a tocar”, “exiliats”, “presos polítics”, “govern legítim”, “la repressió de l’Estat”. Me dejo un montón.

Sospecho que unos porque pensaron que criticar el independentismo -mejor dicho: las mentiras del independentismo- era hacer el juego al PP.

Y otros -como el colega de Jordi Évole, Andreu Buenafuente- porque coproducían programas con TV3. No entendía nunca que Preguntes Freqüents, el programa estrella del proceso felizmente desaparecido, estuviera producido por El Terrat y TV3

Teniendo en cuenta, además, que era un simple programa de debate -más bien de monólogo- y la cadena pública tiene 1.500 trabajadores en plantilla. Pero esto ya es harina de otro costal.