Dos estudiantes sentadas en un aula con una pizarra llena de fórmulas matemáticas y símbolos detrás de ellas.
OPINIÓN

Evaluar por competencias o por incompetencias

Pero la pregunta es, ¿qué significa ahora evaluar por competencias? Pues no hay una definición única de competencias

El 3 de mayo de 2006, y con la entrada de la LOE, también lo hizo algo muy vigente, la evaluación por competencias. Las leyes posteriores las han mantenido como un mantra de mejora y progresismo, como una gran innovación, aunque su origen se dio en Estados Unidos casi cincuenta años antes. Fue durante el año 1958, y bajo contextos económicos que no educativos, que en la National Defense Education Act se elaboró toda una serie de competencias que todo buen norteamericano debía adquirir para que la nación avanzara en positivo.

Pero la pregunta clave es, ¿qué significa ahora evaluar por competencias? Pues no hay una definición única de competencia. José Antonio Marina, y en su libro El Bosque Pedagógico y cómo salir de él, dio con una de muy extendida que dice que son recursos que permiten a los individuos tener una buena vida y a las sociedades funcionar bien en un entorno que plantea problemas complicados. En la práctica, evaluar por competencias significa fijarse en las habilidades del alumno y en su saber hacer, algo que deja de lado la transmisión de conocimientos causales, saber por qué se hace.

Un niño estudiando en un escritorio con un libro abierto y tomando notas en un cuaderno.

Con ello ya no debemos potenciar los conocimientos memorísticos, sino el saber hacer de nuestros zagales. Es decir, que con esta argucia la política educativa impuso un nuevo modelo fundamentado más en las habilidades del alumno que no en la transmisión de conocimientos de cada especialidad. La trampa en todo ello era que el concepto original de competencias se había tergiversado astutamente.

Ya dijimos que el Informe Delors de la UNESCO decía que una competencia era aquel conjunto de conocimientos para desarrollar habilidades, actitudes y valores. Es decir, el sujeto de la oración era conocimientos, pero en España pasó a ser habilidades.

Por ello, y desde 1990 hasta la actualidad, nuestro sistema educativo ha ido perdiendo claramente su transmisión de conocimientos. Véase, sino, los resultados obtenidos en los resultados PISA publicados durante el 2023.

En mi opinión, y si queremos salir del socavón educativo, hay que promover la cultura del esfuerzo en la adquisición de conocimientos para ser competentes con o sin competencias. Es harto importante que no les demos la solución a la primera demanda, él o ella pueden aprender mucho más si los dejamos unos minutos solos ante el peligro, pero con los conceptos bien aprendidos de antemano. Todo esto ya era competencial antes de las competencias.

Uno no querría algo mascado y digerido para su boca, ¿o los expertos educativos comen así? Con las soluciones de los deberes, ejercicios y exámenes ocurre lo mismo, los adolescentes deben masticarlos y asimilarlos por sí mismos y no recibirlos ingeridos y vomitados bajo actividades competenciales. Simular un juego de espabila en primer ciclo de la ESO funciona.

Este implica que los alumnos no pueden preguntar nada durante la realización de una actividad. Ellos mismos deben correr con el riesgo de equivocarse y luego, terminado el juego, preguntar al docente y anotar los conocimientos no aprendidos y sus errores cometidos.

Una niña con un lazo rojo en el cabello está leyendo un libro ilustrado en un aula.

Con ello solo se pretende potenciar su autonomía, su capacidad investigadora y lo más importante, que aprendan muchos conocimientos. Pero, y por ahora, la cosa sucede al revés y se piensa que se sabe hacer mucho, pero en realidad se sabe bien poco.

Es que lo sabía hacer, aunque respondió mal. Es que mi hijo trabaja mucho, ¿sabe? – solo se preparaba el día antes - Ayer se encerró toda la tarde para este examen. Además, yo se lo pregunté y se lo sabía. No comprendo que le ha ocurrido a mi Jose

Pues que no sabía, pero que la educación por competencias lo aprobó antes de tener un profesor de conocimientos. Si un médico respondió erróneamente a sus exámenes, pero al suponer que sabía hacer se le aprobó por competencias, ¿usted querría ser su paciente? Con los exámenes preparamos el futuro personal y profesional del estudiante, no el perdón de sus pecados.

La educación persigue un objetivo muy claro, preparar a los chavales para el mundo adulto, es decir, crear personas responsables, profesionales expertos y psiques fuertes, algo fundamental para ampliar la felicidad competencial fast food que muchos pedagogos desean en el aula en sustitución del conocimiento.

Estos expertos afirman que la educación por competencias permite a los alumnos ser felices en el aula. Platón decía que la felicidad residía en la privación, es decir, lo que más se trabaja más se valora. Si un púber ha vivido bajo la excesiva protección de sus educadores, jamás devendrá competente ni sabrá valorar el esfuerzo.

Sin este, no hallará ni recompensa alguna ni el valor de la fugaz felicidad, sólo vivirá en una eterna y nula resiliencia. Y es muy importante que los escolares aprendan de sus errores para saber hacer con conocimiento de causa, ya que cuanto más se equivoquen, más aprenderán, como también cuanto más redacten, mejor escribirán. El problema de ello era que muchos apenas leían, si es que sabían leer.

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