Cinco personas en un montaje fotográfico con fondo rosa y elementos gráficos.
OPINIÓN

Esto de ERC

Las altas esferas de ERC se han convertido en una lucha por el poder interno y en maniobras para debilitar al rival

He estado dándole muchas vueltas a qué título debería tener todo lo que se vive en ERC. ¿Vodevil? ¿Esperpento? ¿Lucha de sables? ¿Crímenes? ¿Fuego amigo? Al final he optado por lo más fácil: hablar de la lucha por el poder interno, de las maniobras para debilitar al rival, de las artes más sucias de la política, como eso de ERC. Porque lo engloba todo.

Hace unos meses, una buena investigación periodística de los compañeros del diario Ara sacó a la luz una estructura paralela a la dirección del partido que tomaba decisiones de forma, como mínimo, poco ética. Seguro que alguien lo catalogará con palabras más malsonantes o graves.

Una mujer con cabello rizado y corto, vestida con un saco rojo y una camiseta blanca, hablando frente a dos micrófonos.

Una estructura, no se sabe bien liderada por quién ni a quién respondía, que utilizó una enfermedad como el alzhéimer para atacar a su candidato a la Alcaldía de Barcelona, Ernest Maragall. Fichaje de Oriol Junqueras y persona muy cercana al expresidente del partido.

La dirección de ERC, dirigida provisionalmente por Marta Rovira, se declaró consternada, indignada por los hechos que se habían conocido. Y prometió una investigación interna para depurar responsabilidades.

Pero lejos de eso, de limpiar, solo hemos escuchado reproches entre dirigentes y discursos victimistas. Nadie, excepto Sergi Sabrià, con un gesto que le honra, ha asumido las responsabilidades pertinentes y dimitido.

Todo podría haber quedado ahí, en una decisión tremendamente errónea, que manchaba la impoluta trayectoria de un partido con 93 años de historia, pero anecdótica. Puntual.

La pérdida de todo el poder institucional parecía ser un correctivo importante para un partido que pasó de gobernar Cataluña a nada. A tener que decidir, también entre reproches internos, si sus veinte diputados debían investir a Salvador Illa o no.

Sergi Sabrià con traje oscuro y camisa blanca hablando en un podio amarillo con el logo de Esquerra Republicana y la dirección web de ERC

Pasado todo esto, a las puertas del congreso extraordinario del partido, ya extraño desde el inicio, ya que lo anunció quien dimitía para asumir el mal resultado electoral pero advertía que quería volver, el conflicto ha resurgido. Ya no solo por la gran cantidad de candidaturas rivales, casi tantas como militantes, que evidencian la falta de unidad y cohesión, con los de siempre, los que regresan y los que emergen compitiendo entre sí.

De nuevo, un buen trabajo periodístico de uno de los mejores periodistas políticos de Cataluña, Adrià Santasusagna de RAC1, nos ha permitido saber que mientras se oponía públicamente a cualquier acuerdo con el PSC, Oriol Junqueras mercadeaba como en un bazar persa con Salvador Illa para mantener a sus fieles en cargos del Gobierno. Asegurándoles sueldos de entre 60.000 y 100.000 euros. Todo surrealista.

Cada uno decide cómo quiere pasar a la historia. Y cada organización puede decidir cómo hacer su travesía por el desierto.

Hace poco más de una década, ERC era irrelevante. Motivo por el cual Junqueras, fichado como independiente para el Parlamento Europeo, dio el paso para afiliarse, dirigir el partido y soplar nuevos vientos.

Algo que, en cierta manera, electoralmente consiguió. Otra cosa es en cuanto al funcionamiento interno. De lealtad y luchas. Parece que no han aprendido nada.

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