Montaje con dos primeros planos de Carles Puigdemont y Pedro Sánchez sonriendo

OPINIÓN

Esperando al 17 de agosto

Carles Puigdemont continúa teniendo la clave de un futuro gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez

Estamos apenas en una semana del 17 de agosto, fecha tope de constitución de las Cortes Generales, tanto en el Congreso como en el Senado, y además de la toma de posesión de diputados y senadores, habrá que elegir presidente y el resto de miembros de las mesas de ambas cámaras. De momento el hermetismo sobre las conversaciones entre los partidos es absoluto, y lo único que está clara es que Meritxell Batet no repetirá como presidenta del Congreso.

Malas lenguas dicen que ha sido la presión de los partidos soberanistas catalanes sobre Pedro Sánchez, bastante descontentos con algunas de las decisiones adoptadas por la presidenta, especialmente la retirada del escaño de Oriol Junqueras, y de los “juntaires” Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, del mismo modo que se comenta que Oriol Junqueras ha vetado de nuevo Miquel Iceta (ya lo vetó en una ocasión para presidir el Senado), como sustituto de Meritxell Batet para presidir el Congreso, para mostrarse favorable a la aplicación del 155 CE.

En cualquier caso, Carles Puigdemont continúa teniendo la clave de un futuro gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez, si bien el expresidente sigue insistiendo que, sin amnistía y referéndum por la autodeterminación, no le piensa apoyar. Ahora solo faltaba que en una semana tan delicada por el futuro de España, una nueva sentencia del TSJC, que califica de inconstitucional la nueva normativa sobre el uso de las lenguas oficiales, obligando una escuela a dar un 25% de las clases en castellano, venga a enturbiar las relaciones entre Puigdemont y los poderes del Estado.

Plano medio de Jordi Sánchez y Carles Puigdemont agarrados de la mano y alzando sus respectivos brazos

Cierto que los tempos de la justicia no tienen nada que ver con las urgencias de la política, pero para acabarlo de rematar, hay que añadir a la resolución judicial anterior del TSJC, la última decisión de la Sala de Vacaciones del Tribunal Constitucional, integrada por dos magistrados conservadores y una magistrada progresista, que emitió un voto particular contra la decisión por la cual se desestimaba el recurso interpuesto por Carles Puigdemont contra la orden de detención librada por el Juez Pablo Llarena, para acabar de incomodar gravemente el expresidente.

Cierto que no hay que ser mucho mal pensado para intuir que detrás de la dicha decisión hay la voluntad implícita de torpedear el proceso negociador entre el expresidente y Pedro Sánchez, y más cuando este tipo de recursos no se resuelven en plenas vacaciones de verano, sino por el pleno del TC.

Finalmente, para atizar todavía más el fuego, Carles Puigdemont tuvo que reaccionar enérgicamente contra una publicación del diario ABC, según la cual este exigiría, además de la amnistía y la autodeterminación, el control de todos los aeropuertos que operen en Cataluña, el traspaso de los ocho Paraderos Nacionales existentes a casa nuestra y plenas competencias sobre los puertos de Barcelona y Tarragona, sin interferencias del Estado.

Aun así, a estas alturas, no podemos olvidar que las dos obsesiones de Puigdemont pasan, por un lado, por la posibilidad de volver a España sin tener que pasar por la prisión, aunque fuera por poco tiempo, además de poderse presentar de nuevo como candidato a la presidencia de la Generalitat (de aquí su insistencia en la amnistía); y de otra, su voluntad de erigirse en la máxima figura del independentismo militante para hacerse definitivamente con la hegemonía del movimiento soberanista, deshaciéndose a la vez de una vez de su viejo enemigo Oriol Junqueras y de ERC.

Imagen de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont mirando cada una para un lado

Solo hay que ver estos días el seguidismo de ERC respecto de Junts, como por ejemplo la impugnación de la Ley estatal de la vivienda ante el TC por no perder rueda respecto de Junts, cuando ERC había votado a favor de la misma en el Congreso de los Diputados, una ERC horrorizada ante la posibilidad de ir a unas nuevas generales, por la sangría de voto que los podría representar, y muy probablemente además, por la muerte política de Oriol Junqueras, dado que este hombre está más que amortizado. Está claro que si ERC quiere seguir contando en la política catalana, precisa de nuevos liderazgos.

En definitiva, el que hay detrás de esta ofensiva de la derecha y de los poderes fácticos del país, es la voluntad de poner trabas a las negociaciones entre el expresidente y Pedro Sánchez, atendida la íntima convicción que de ir a unas nuevas generales, serían absolutamente favorables a la candidatura de Núñez Feijóo.