Un hombre con chaqueta escucha un teléfono móvil mientras está sentado frente a un fondo rosa con líneas oscuras.
OPINIÓN

Errejón para dummies: aquí perdemos todos

El affaire Errejón sigue ardiendo como una pira sacrificial en la tenebrosa noche moral de la nación

Imagen del Blog de Octavio Cortés

En el momento de escribir este artículo (26 Tishre 5785) el affaire Errejón sigue ardiendo como una pira sacrificial en la tenebrosa noche moral de la nación. Como al pueblo le gustan los sacrificios humanos, todo el mundo es feliz con su parte del botín: la izquierda puede lagrimear y pontificar, la derecha puede tirar de sarcasmos, los medios no tienen que hablar de Begoña. Pero este tipo de festines comunitarios tienen a la larga su precio.

Para empezar, recordemos lo obvio: según los testimonios que han aflorado gracias a Cristina Bacardi Fallarás, Errejón cayó hace tiempo en una vida sórdida de adicciones y sexo degradado. Nada que no hubiera podido enderezarse con un par de meses con Ábalos & Koldo, veteranos con una hoja de servicios intachable, que hubieran enseñado al pobre niño pijo los tradicionales modos de supervivencia en entornos enmoquetados. 

Primer plano de Íñigo Errejón con la mano en la sien, mirando al horizonte con cara pensativa

Segunda obviedad: los testimonios de las chicas han bastado para fulminar a Errejón (y ya veremos cómo se salva la cúpula de Sumar) pero ninguna ha reportado ningún episodio de forzamiento de su voluntad. Las quejas son del tipo "me pedía desnudos", "no me pagaba la lencería", "solo quería tocar mi cuerpo", “snifaba cocaína en mi espalda”. Ni una sola, repetimos, ni una sola ha aportado más que situaciones incómodas.

Una de las víctimas dice que le causaba ansiedad tener que responder a los mensajes, porque Errejón se enfadaba. Luego, eso sí, se citaba con él en hoteles de distintas ciudades, previo pacto de aceptar el juego de roles de dominador/dominada. Una situación incómoda (o emocionalmente difícil) es solo eso: una situación incómoda.

Y quizás podríamos recordarles a estas mujeres que, salvo casos de discapacidad intelectual abismal, un ser humano es capaz de plantarse y no tener meses de sexting con alguien que de manera explícita te propone tratarte como una puta a su servicio.

Un hombre con gafas y chaqueta gris hablando frente a un fondo azul con un logotipo.

Tercera cuestión, y la más preocupante: ¿de verdad queremos cancelar a cualquiera que, sin forzar a nadie, lleve una vida erótica simplemente oscura y lamentable? ¿Realmente nadie puede decirle a una chica que, si alguien te ha encerrado en una habitación en una fiesta y te ha manoseado, quizás no es lo ideal irte a su casa después para pasar la noche con él? ¿Hay que dar por supuesto que las mujeres, por el hecho de serlo, sufren algún tipo de déficit intelectual? ¿Que te dejen 20 euros en la mesilla es tan raro cuando llevas meses en un juego de rol sexual en el que aceptas el papel de prostituta sumisa?

Evidentemente, la nueva izquierda se está quemando en el fuego que ellos mismos prendieron, el de “hermana, yo te creo”. Pero ojo, porque el incendio puede devorarlo todo. Porque estas chicas están mostrando, ellas mismas, capturas de conversaciones en las que ellas participaban alegremente durante meses, como si ahora fueran pruebas contra Jack el Destripador. 

Todos ganamos con esta autodestrucción de la Izquierda Estúpida, está claro, pero hay que ir con cuidado, porque los terremotos pueden llevárselo todo por delante. También los últimos restos de sensatez que nos quedan.

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