Montaje de Feijóo, Puigdemont y Sánchez
OPINIÓN

El embrollo de la política española

A menos de veinte días para la investidura, el PSOE sigue pendiendo de un hilo

Me gustaría ser optimista y ver la botella de la situación política española medio llena. Sin embargo, la veo medio vacía. Lo siento. Me considero un tipo realista y bastante racional, pero, lamentablemente, me parece que esto no se aguanta.

Los acuerdos del PSOE con las formaciones independentistas, para la investidura de Pedro Sánchez, me generan inquietud. Y más que la investidura en sí, mis zozobras se centran en las posibilidades de desarrollar la legislatura con normalidad. 

Ahí la impresión que tengo es que este mandato que empezará en breve va a ser un mandato fallido. Ojalá me equivoque. Si es así, no tendré ningún inconveniente en reconocerlo y, además, alegrarme de mi error.

Voy a obviar la amnistía y las concesiones que el equipo negociador de Pedro Sánchez ha hecho al independentismo. Desde mi punto de vista, demasiadas. Pero no voy a insistir. Lo hecho, hecho está y no hay que darle vueltas. Me preocupa la actitud, en especial de Junts, pero no solo la de ellos.

Santos Cerdán y Carles Puigdemont, reunidos en Bruselas, sentados en un sofá

Mucho me temo que, cuando haya que aprobar iniciativas legislativas de calado, y los de Puigdemont y/u otros se sepan decisivos para sacar adelante o no las propuestas del Gobierno, el Ejecutivo tendrá que sudar tinta y hacer concesiones desproporcionadas para que sus proyectos no decaigan.

Cuando Félix Bolaños estaba anunciado el acuerdo alcanzado entre PSOE y ERC para investir a Sánchez, Pere Aragonès comparecía para insistir en el referéndum tras pactar la investidura porque en su opinión la amnistía no cierra el conflicto. Eso es, por lo menos —lo diré suave—, una falta de respeto.

Pero es que se ha filtrado que en la ejecutiva de Junts se ha trazado una estrategia de exigencia constante al PSOE, con el objetivo de no perder protagonismo. 

Así pues, ante cada necesidad de apoyo que precise el Gobierno, desde Junts plantearán nuevas demandas. Cuestiones como, por ejemplo, la participación de las selecciones deportivas catalanas en competiciones internacionales, una silla de Cataluña en la UNESCO o la retirada del estado del Consorcio de la Zona Franca. O sea, el papel de los “juntaires” a lo largo de la legislatura consistirá en obtener transferencias y/o concesiones en cada votación. 

No por casualidad, el PNV ya ha filtrado que ellos también van a exigir al traspaso de “Cercanías” para estar a la altura de las circunstancias. Lógico, aquí nadie va a querer quedarse atrás en conseguir concesiones y traspasos del Gobierno central y esto no ha hecho más que empezar.

Pero donde hemos de poner toda la atención es en Cataluña, porque en el origen de todas las exigencias de los partidos independentistas lo que hay es una lucha cainita por la hegemonía en el secesionismo catalán. 

La verdad es que a ellos la gobernabilidad y estabilidad de España les importa una higa. Lo que buscan es rentabilizar sus negociaciones, ahora con el PSOE y luego con el Ejecutivo, para posicionarse de cara a las próximas elecciones al Parlament. 

La cuestión es que tanto ERC como Junts empezaron a negociar la investidura de Pedro Sánchez desde posiciones sino opuestas, si diametralmente diferentes. Veamos.

Plano medio de Pere Aragonès con cara de asco y Carles Puigdemont hablando

Los republicanos se mantienen en el Govern de la Generalitat, gracias al soporte crítico de los socialistas catalanes y, por consiguiente, les conviene que el socialismo tenga estabilidad en Madrid. Porque de lo contrario sería muy plausible pensar que Pere Aragonès dejaría de estar respaldado por el PSC y solo con sus 33 diputados, dándole soporte, ya podría ir pensando en convocar elecciones.

Situación casi inversa es la de Junts: fuera del Govern, de la Diputación de Barcelona y sin ningún gran ayuntamiento en su lista de plazas gobernadas, los de Puigdemont han visto en las negociaciones con el PSOE la posibilidad de reengancharse a la rueda institucional y, sobre todo, ganar presencia en los medios. 

Algo que en la política actual es casi tan necesario como el aire que se respira. Ahora bien, Madrid…, ni fu ni fa, y puestos a escoger más bien fa.

Por eso, el expresident ha tensado tanto la cuerda, pero poniendo mucha atención en varias cuestiones claves: una que no se rompiera, otra, irse preparando un regreso que podría ser en olor de multitudes y otra, quizás la más importante, que sus logros sean mejores y más vistosos que los de ERC

Y todo esto, se puede resumir en un solo objetivo: colocarse en el mejor sitio de la parrilla de salida para cuando llegue la carrera por el sillón de la Generalitat. 

Resulta muy lamentable que dos partidos que juntos no llegan ni al 3,50% de los votos tengan la llave de la gobernabilidad de este país, y que sean esas formaciones, gracias a la aritmética parlamentaria, las que vayan a marcar el paso en la próxima legislatura, con el riesgo de que en el momento que se les antoje pueden hacer caer al Gobierno. 

Muy distinto sería si en este país tuviésemos una derecha como Dios manda: civilizada, moderna y europea, pero eso es algo inexistente por aquí. Todo lo contrario. 

Varios policías antidisturbios contienen a los centenares de manifestantes que hay detrás de unas vallas en la calle Ferraz de Madrid. Los manifestantes llevan banderas españolas y uno de ellos ha encendido una bengala

La derecha está desatada, llama a arrebato y promueve algaradas para soliviantar al personal a ver si logra en la calle, mediante acciones antidemocráticas, lo que no consiguió en las urnas: colocar a su líder en la Moncloa y acceder a la sala de máquinas del Estado para tener los resortes del poder. 

Y esos son los que nos quieren gobernar. 

➡️ Opinión

Más noticias: