Lectura política de presencias y ausencias en la jura
¿Cuánto tiempo vivirán todavía política e ideológicamente de este resentimiento?
El pequeño mundo ideológico del independentismo y de los afines ha valorado, hasta el enaltecimiento como un hecho histórico relevante cargado de simbología política, las ausencias en el acto de jura de la Constitución por Leonor, la heredera de Felipe VI, a la cual hacen extensivos los reproches a su padre, a su abuelo y a todos sus antecesores, es de suponer que hasta el desafortunado Martín el Humano, el último rey “genuinamente” catalán (1396-1410). Una atribución de culpas de padres a hijos que en el mundo del común sería denunciada por reaccionaria.
No estaban los diputados en el Congreso de ERC, Junts, PNB, HB-Bildu, BNG y Sumar, en total 54 ausentes, puesto que Yolanda Díaz, Joan Subirats y 2 cargos institucionales más de Sumar estuvieron. De los 616 diputados y senadores de las Cortes Generales, se ausentaron 81 electos y designados, participaron pues 535 miembros de las dos Cámaras. Ha sido muy propagada por el independentismo la ausencia de los presidentes Pere Aragonès e Iñigo Urkullu, pero sí que estuvieron 15 presidentes de Comunidades Autónomas y los de Ceuta y Melilla. Las presencias ganaron por goleada.
Las ausencias han tenido justificaciones dispares, las de Sumar (27) no son las mismas que las de Junts (7) o ERC (7). Las presencias no han tenido que justificarse: han participado en un acto institucional previsto en la Constitución, simplemente han respetado la Constitución.
El principal reproche que los independentistas de aquí y afines hacen a Felipe VI es el discurso del 3 de octubre de 2017, lo consideran un “error político gravísimo”. En el fondo, no hay en España un debate político sobre monarquía o república, que sería un debate sobre la Constitución, más allá de posicionamientos ideológicos como el manifiesto conjunto de ERC, HB-Bildu y BNG hecho público el día de la jura con el intento (inútil) de convertir la pequeñez de su ausencia en el acontecimiento de la jornada.
La gravedad del error vendría de la condición de monarca del jefe del Estado, que -dicen- habría incumplido su papel de moderador, papel que solo le reconocerían si hubiera moderado a su favor, aunque, probablemente, ni así. ¿Cuánto tiempo vivirán todavía política e ideológicamente de este resentimiento, trufado además de contradicciones?
La condición de monarca del jefe del Estado les permite aportar una “emoción republicana” a la queja y al sempiterno agravio, el mismo infantilismo que muestran al “no estar” cuando viene el jefe del Estado a Cataluña, porque -dicen- “Cataluña no tiene rey”, ni tiene jefe de Estado, porque no tiene Estado, puesto que es “una nación sin Estado”, etc. La realidad que no les gusta: Cataluña ha sido y es parte insoslayable de España, la sustituyen por una ficción sin pies ni cabeza.
Y si nos detenemos en el discurso del 3 de octubre del jefe del Estado ante la deslealtad institucional del presidente de la Generalitat y su Gobierno, que era una contravención de la Constitución como no se ha visto algo parecido en ningún otro Estado de la Unión Europea, ¿qué esperaban que dijera el jefe del Estado? ¿Qué creen que hubieran dicho los jefes de Estado de las repúblicas de Alemania, Francia o Italia, por ejemplo?
Lamentan que en el discurso no hubiera ninguna “comprensión” hacia los apaleados por la policía. A base de victimismo y del mantra de la “represión” han conseguido que sea imposible hablar racional y fríamente de la intervención de la policía durante aquel 1 de octubre tan irregular, tan provocador, tan insensato. Intervención que fue requerida por los tribunales que habían declarado ilegal la convocatoria refrendaria.
Tienen derecho a quejarse y a vivir resentidos. El sistema de derechos y libertades del Estado de la monarquía parlamentaria, constitucional y plenamente democrática los protege y ahora respeta su ausencia del acto constitucional de jura de la Constitución por Leonor.
Si ellos fueran tan respetuosos de la Constitución como la Constitución los respeta, habrían estado presentes en el acto de la jura, aunque se afanen por la forma republicana de la jefatura del Estado.
Lo que no tienen es legitimidad moral para hacer de su resentimiento un montaje político del cual vivir electoralmente.
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