
Elogio fúnebre de Francina Armengol
Del zapaterismo de bar de hotel al sanchismo de moqueta institucional, Francina Armengol se inmola en su propio naufragio ético

Va a caer Francina, va a caer con estrépito y merecimiento, como estatuaria molesta, como cosa que estorba. Ella, que exportó a Madrid su izquierdismo playero de rodilla gruesa, sus modales de señora con problemas y gin-tonic, su querencia por los negocios laterales. Va a caer Francina como caen las hojas del calendario o los turistas por los balcones de Magaluf: por la propia naturaleza de las cosas, sin que sea necesario insistir mucho.
Cuando preguntan por Armengol, la respuesta indicada es: espera siempre lo peor. Durante sus largos años de política mallorquina inventó, ella solita, un socialismo dominguero consistente en engañar siempre, a todos, en cualquier circunstancia, de manera constante y minuciosa.

Se plegó a los hoteleros e instauró unos niveles de masificación marabúnticos; descuidó la educación y la lengua propia mientras en público se abrazaba a las cabezas pensantes del escaso catalanismo razonable que va quedando; gestionó el COVID con maneras de tiranía africana, secuestrando a escolares mientras ella y los suyos se emborrachaban a altas horas de la madrugada en el Hat Bar; produjo legislación LGTBI, abrió fosas y promulgó feminismos absurdos, es decir, llevó a su perfección el zapaterismo que condujo al sanchismo. Sobre todo, mintió a todas horas y creó redes clientelares en todo aquello que tuvo a su alcance. ¿Alguien se extraña de que apoyara a Pedro Sánchez desde el minuto uno?
Los años del armengolato se caracterizaron por una nueva fórmula para la izquierda: el PSOE aportaba la masa de votantes y la extrema izquierda (MES y Podemos) la ideología. El resultado era una suerte de frentismo enloquecido que ella, con sus estilismos de fritanga, convirtió en una perfecta maquinaria de tumulto y miseria moral. Bajo Francina se dispararon el precio de la vivienda y el problema de las pateras, bajo Francina se hundió la educación pública y cierta empresa de jardinería (ligada por pura casualidad a ciertas personas) alcanzó niveles babilónicos de rentabilidad.
Cuando fue desalojada por el PP de Marga Prohens, Pedro vino al rescate y la convirtió en la segunda autoridad del Estado, solo por debajo de los escotes artificiales de Letizia. Ya advertimos entonces las calamidades por venir. En apenas dos años, ha quedado atrapada por sus mentiras y trapicheos, ella solita, sin que haya sido necesaria la colaboración de nadie. Últimamente, ha estado la UCO en la sede del Govern Balear, en busca de información sobre los negocios de Armengol con la trama Koldo. En realidad, nada hay, ya que investigar, porque todo se conoce desde hace tiempo y está publicado en todas partes. Caerá Armengol como caen los ídolos paganos, por elemental justica de la ley de la gravedad, caerá Armengol y nadie la llorará, caerá y nunca podrá levantarse de nuevo.

El sanchismo consiste en la creencia de que la izquierda solo puede gobernar en forma de Frente Popular, mediante la alianza de la socialdemocracia (forma pura de la estupidez) con las izquierdas periféricas y stalinistas (forma pura de la gangrena moral), en un constante contubernio regido por la mentira, la corrupción y el extraño apogeo de docenas de ministras histéricas. Francina ha aportado su particular versión de la fórmula, con matices etílicos formidables y un barullo de sobremesa y fandango marinero. En ambos casos, el eje de su discurso ha sido una burda dicotomía: o nosotros o el fascismo.
Por desgracia, lo que viene nos es más que la versión azulada de la socialdemocracia, liderada por don Alberto Núñez Feijóo, langostino rosáceo, cretino en forma de paraguas, pulpa de la pura nada. No es el socialismo lo que está implosionando, sino una interpretación de la palabra “democracia” pensada para finales del XIX, totalmente superada por las circunstancias. Todo esto, por supuesto, a los mallorquines nos trae sin cuidado, porque estamos ocupados en pasear en bicicleta y ser felices. Eso sí, tenemos una botella de cava en la nevera, preparada con todo el amor, para el día en que caiga Francina.
Más noticias: