niños escribiendo en una pizarra
OPINIÓN

La educación cancelada

El actual sistema educativo romántico prioriza el descubrimiento por competencias por encima de los conocimientos

La posición entre la educación romántica y los de la enseñanza estructurada parte de conceptos de libertad distintos. Esta no es la única diferencia, ni mucho menos, pero vale la pena apearse en él para buscar un criterio sólido en donde ver quién lleva mayor razón.

Podemos defender un concepto de libertad romántico en donde el individuo, y ya al nacer, desea algo y lo persigue para aprender por sí mismo. Pero podemos defender una libertad pragmática en donde la persona razone y desee ganarse la mayor independencia de su entorno.

Por ejemplo, si alguien no desea depender de su pareja, deberá aprender a ser un buen soltero, o a negociar con su consorte una manera razonada de compartir sin imposiciones; si alguien no desea depender de los amigos, deberá aprender a escoger aquellos con quienes haya respeto, estima y reciprocidad; si alguien no desea depender del trabajo, pues deberá formarse para alcanzar un puesto laboral que no le esclavice, pero sí le dé algo de placer; si alguien no desea depender del dinero, deberá esforzarse para que las divisas no sean escasas, pero suficientes, y así no depender tanto de él o no volverse un avaro; y finalmente si alguien no desea depender de prejuicios e intereses que le manipulen, deberá adquirir muchos conocimientos para poder tomar las mejores decisiones con ellos. Sin conocimientos ningún humano puede escoger con mayor criterio su destino, ya que antes debe contrastar, y con conocimientos, el resto de sus opciones futuras.

En todos los casos anteriores la libertad no es un deseo romántico y primario, sino un querer saber y un querer aprender para decidir lo mejor posible. Es más, la disciplina no es un obstáculo a la libertad, sino una condición para llegar a ella con conocimientos reales que permitan al individuo poder decidir con razón y no con prejuicios o intereses.

Para ello, y según los de la enseñanza estructurada, el niño no debe estar abandonado a su libertad romántica, sino que el aula debe orientar su formación con docentes que sepan mucho para enseñar a los que no saben. De esta manera, y con un buen saber, el individuo aprenderá a gestionar mejor el concepto de libertad bajo decisiones óptimas para beneficio propio y de los demás. De otra manera, y bajo la libertad romántica, habrá muchas malas decisiones y perjudicados en ello.

Mano de una niña escribiendo en una libreta

Tras el análisis anterior, y si lo que se persigue con la educación es mejorar el conjunto de la sociedad, la enseñanza estructurada ostenta el planteamiento más real y acorde, mientras que la educación romántica, el más utópico y con riesgos. Un ejemplo en donde esto queda claro es en los principales modos de acceso al conocimiento. Estos, y fueron definidos por San Agustín, son el descubrimiento o actuales competencias, y la instrucción o transmisión de conocimientos.

El actual sistema educativo romántico prioriza el descubrimiento por competencias por encima de los conocimientos. Este modelo se halla más diseñado por altos estamentos económicos internacionales como la OCDE, que no por docentes en activo. Además, los de la enseñanza estructurada argumentan que las competencias así aplicadas son un error, ya que jamás un zagal, y por sí mismo, descubrirá desde la nada, la Teoría de la Gravedad de Newton, la Relatividad de Einstein, la Tectónica de Placas y toda la Tabla Periódica de los Elementos Químicos.

Todo ello ha tardado, y en la historia, más de trescientos años de pensamientos, indagaciones y errores. Como decía Samuel Smiles, quien no comete errores, no realiza descubrimientos, pero para ello cabe saber mucho previamente. Por ello, y para los de la enseñanza estructurada, mejor combinar primero la trasmisión y añadir después el descubrimiento, en otro caso significaría entestarse en solo uno de ellos sin ver todo el bosque, solo el tronco ante unos ojos ajenos a todo el contexto.

Cabe añadir que los sistemas de enseñanza con más éxito combinan de manera muy bien estructurada la instrucción directa con el aprendizaje por descubrimiento. En cambio, los métodos menos estructurados de aprendizaje por descubrimiento, y que permiten al niño diseñar sus experimentos (proyectos y educación por competencias), resultan muy pobres en todos sus resultados y muy complicados de aplicar. Es decir, permitir que los estudiantes diseñen libremente sus propios experimentos provoca peores resultados en todos los ámbitos que una enseñanza estructurada.

Imagen de unos alumnos en clase

Eso pone en la palestra un hecho que toda lógica demuestra, ¿cómo puede un niño enseñarse a sí mismo lo que no conoce? Toda educación por descubrimiento debe ser precedida por la instrucción de un docente docto en su especialidad, y, por lo tanto, de una previa y estructurada transmisión de conocimientos.

La política busca sus rendimientos educativos, entre sus intereses y prejuicios, entre sus votos e ideologías, y finalmente entre sus egoísmos y sus medios. Hoy en día los intereses son los económicos de la OCDE, y los prejuicios, las pedagogías románticas sin demostración.

Ambos, intereses y prejuicios, se confabulan para estafarnos con una educación fácil, feliz y falaz que ya no impulsa el ascensor social. Los padres deberían denunciarlo si su centro educativo estafa a sus hijos con poca enseñanza y mucha diversión.

Ante el vigente desorden educativo, cada día hay más voces exigiendo una enseñanza estructurada y basada en las evidencias reales, que no en las libertades románticas.

Entre estos críticos cabe citar a escritores como Gregorio Luri, Francisco López Rupérez, Héctor Ruiz, Catherine L’Ecuyer, Joan Carles Mèlich, Pascual Gil, Ricardo Moreno, Marta Vela, Enrique Moradiellos, Xavier Massó, Meritxell Blay, Carlos Fernández, Olga García, Andreu Navarra, David Rabadà y otros más. Todos ellos, y desde geografías y tendencias políticas diversas, e incluso opuestas, están de acuerdo en fortalecer la transmisión de conocimientos en contra de los dictámenes gubernamentales románticos.

Para ello, y un gran grueso de los profesores anteriores, compuso el libro La Educación Cancelada, una crítica mordaz en contra de la actual educación sin contenidos y del oscurantismo que se cierne sobre nuestros hijos.

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