La divertidísima agonía de Podemos
Podemos se queda con cero escaños en las elecciones vascas, después de obtener el mismo resultado en Galicia
Pasaron las elecciones vascas, con los resultados que se podían esperar, entre los cuales destaca el Cero Patatero, que ha vuelto a anotarse Podemos después de obtener idénticos resultados en Galicia y de no poder presentarse a las elecciones catalanas porque los afiliados están en desbandada.
Parece que ya no queda rastro de la Izquierda Galapagar y que ya toda esperanza se fía a los resultados de Irene Montero en las europeas. La pregunta entonces es ¿por qué insisten en presentar (a las europeas o a donde sea) a la que seguramente sea la candidata más odiada de la historia española reciente? ¿Se trata de una especie de harakiri político, ceremonial o de un caso de ceguera fanática colectiva? Para colmo, la candidata se ha lanzado a difundir unos Tiktoks truculentos, de tono adolescente, hablando de recomendaciones de libros o de “cinco cosas que nos sabías sobre mí”, en los que, por ejemplo, nos dice que no le gustan los pimientos. ¿Cómo ha llegado a pensar alguien que no conocemos suficientemente a Irene? La ley del sí es sí, la liberación de violadores, la lucha contra la “gordofobia”, la postulación de mujeres con pene, la hormonación de menores…
En esta España dividida, incapaz de consensos, poca cosa une a los ciudadanos como la tirria hacia la Doctrina Galapagar. Recordemos que al entrar por primera vez en el Congreso, Irene declaró un patrimonio de 6.000 euros, y a su salida el patrimonio declarado había ascendido a 600.000 euros. Multiplicar por cien el patrimonio es un tipo de realidad que casa muy mal con los discursos anti-casta.
En cierto modo, esto son buenas noticias: el cuerpo electoral está haciendo limpieza y prefiere a los estafadores tradicionales, antes que al ejército de transfeministas con sus batucadas animalistas y sus cánticos pro-Hamás. Sin embargo, para los verdaderos aficionados, la desaparición de la cuchipandi es motivo de melancolía: las sandeces de Pam, la mirada vacía de Ione, las broncas africanas de Irene, la incompetencia hierática de Isa Serra…
Pocas veces un grupito de indocumentados ha conseguido generar un flujo continuo de idioteces y calamidades de semejante calibre. Mientras tanto, Pablo Iglesias se dedica a poner cañas y tapas de patatas bravas en su taberna de medio pelo y a aparecer en la SER ofreciendo esos análisis políticos que le han llevado a la irrelevancia más cómica. La verdad es que les echaremos mucho de menos.
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