Maestro de escuela riñendo un alumno

OPINIÓN

Dirección educativa, ¿defensora de sus docentes?

Puede que el tutor no satisfaga a los padres y que estos decidan acudir a estamentos más elevados

Puede que el tutor no satisfaga a los padres y que estos decidan acudir a estamentos más elevados. De todas formas, si la opinión del docente fue respaldada por el claustro educativo, estos padres se encontrarán con los mismos conceptos, pero con distintas palabras. 

El director estará informado de lo acaecido y debería mantener y defender lo que su equipo educativo elaboró, ya que difícilmente estarán equivocados todos los profesores de un centro en contra de un estudiante. Los hechos serán los hechos, y si un adolescente no cumplió con sus obligaciones, o incurrió en una falta de comportamiento, difícilmente podrá negarse la evidencia de tantos testigos como son compañeros de clase y profesores. 

Hay que añadir que el director no es una sucursal de un banco ni una oficina de quejas, es un gestor de un gran capital humano formado por cientos de alumnos y decenas de educadores. Él debe velar por la disciplina entre sus estudiantes, por la profesionalidad de sus trabajadores y por la calidad educativa de todo el centro. 

Puede y debe atender las entrevistas de los casos más graves, pero no la de todos los centenares de padres que han confiado sus hijos al instituto. Para poner una situación que convendremos exagerada, si cada trimestre unos progenitores van a quejarse a dirección, algo pasa con la paja del ojo ajeno y la viga en el propio.

Imagen de una profesora en una turoia con 3 alumnos

Pero a veces dirección, y ante la presión de muchos padres protectores, prefiere justificar al alumno insurrecto y dar la razón a sus padres. En ello pide explicaciones al docente en lugar de sancionar al infractor. 

Consecuentemente, los profesores de ese centro quedan desautorizados y los escolares crecidos. En un centro de Vallirana, provincia de Barcelona, los padres habían alcanzado tanto poder que inspección hizo saltar a una dirección para colocar otra a dedo. 

Obviamente, la directora entrante, y para ahorrarse saltar de nuevo, justificaba más a los padres que defendía a su claustro. Incluso muchos docentes, desautorizados por dirección, salían llorando del despacho ante la presión directiva.

No era de extrañar que muchos interinos desearan marcharse del centro al curso siguiente. Es decir, la rotación de profesores nuevos era continua, año tras año. Eso sí, los chavales subían malcriados, los profesores bajaban humillados y los padres quedaban contentos.

En fin, que el papel de los padres también juega en primera liga ante nuestro fracaso escolar.

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