Plano medio de Ignacio Garriga y Santiago Abascal riendo en una plaza de Salt con decenas de simpatizantes detrás
OPINIÓN

Diario de campaña, día 10: Abascal triunfa en Salt

No todos los triunfos, en una campaña política, tienen que ver obligatoriamente con llenar hasta la bandera

No todos los triunfos, en una campaña política, tienen que ver obligatoriamente con llenar hasta la bandera. A veces, como ocurrió este sábado en Salt, la victoria radica en haber desactivado a los intolerantes que tres años antes imposibilitaron el acto que, como en el décimo día de esta campaña, Santiago Abascal e Ignacio Garriga hicieron en el municipio catalán con mayor tasa de inmigración.

Ayer ningún representante de la izquierda woke se acercó a la plaza de la Libertad de Salt y nadie lanzó cebollas con hojas de afeitar enganchadas para hacer daño como en el 2021.

Lo único que hacía visible que la situación no era normal del todo era el gran despliegue de agentes de la BRIMO de los Mossos, en torno a un centenar, y un gran cordón de seguridad en torno al mitin de Vox.

Pero lejos del discurso del progresismo y el procesismo catalán, pese a las amenazas de algunos, Abascal y Garriga hablaron en Salt. Y triunfaron en Salt. El primer triunfo fue que nadie les reventara el acto como antes sí habían hecho.

El segundo tener en torno al escenario a decenas de los inmigrantes ilegales que Vox quiere deportar masivamente, lo dijo así mismo Santiago Abascal, escuchando e incluso aplaudiendo.

El presidente de la Generalitat y candidato de ERC a la reelección, Pere Aragonès, tuvo doblete este sábado. Al mediodía jugó en casa, en Pineda de Mar, su municipio natal. El republicano utilizó la estrategia socialista del miedo, para advertir a la ciudadanía de que augura "10 años de decadencia" si ERC deja de gobernar en Cataluña. Todo hace prever que él no será presidente, con los sondeos en mano, y que difícilmente su partido formará parte del próximo ejecutivo.

Por la tarde, Aragonès, aprovechó el derbi catalán de Primera, entre Girona y Barça, para dejarse caer por un Montilivi lleno hasta la bandera para celebrar la historia hecha por el Girona al clasificarse por la Champions.

El candidato franco-gerundense por excelencia, Carles Puigdemont, al cierre de esta edición aún no se había pronunciado. Algo extraño. Y es que a Aragonès, azulgrana reconocido, el resultado no le gustaría demasiado.

La política española, “el barrizal”, que dice Pedro Sánchez, volvió a copar gran parte del protagonismo de este sábado con los reproches públicos, incluso con insultos, entre el ministro de Transportes español, Óscar Puente, y el presidente de Argentina, Javier Milei.

El presidente del Gobierno de España, que participó en la Fiesta de la Rosa de Montmeló, no sólo no aprovechó la ocasión para reprobar a su ministro. Incluso le apoyó y acusó a la derecha y la ultraderecha de incrementar los ataques contra ellos.

Alberto Núñez Feijóo, desde Badalona, reclamó la dimisión de Puente. Lo que difícilmente ocurrirá. Mientras Abascal, desde Salt, acusó a Sánchez de “llorón” y defendió “el tono moderado” de su amigo Milei. La campaña catalana cada vez es más internacional... ¡al final será verdad aquello de lo que el mundo nos mira!

Este sábado también tuvieron su rato de protagonismo dos personas radicalmente distintas pero muy similares a la vez. El ex eurodiputado del PP, que se ofreció a Feijóo para volver a ir a las listas, después de haber ayudado a fundar Vox, Alejo Vidal-Quadras, protagonizó un acto con Alejandro Fernández en Barcelona. El primer mitin después del atentado que sufrió y que estuvo a punto de costarle la vida.

La exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también participó en la campaña de Jéssica Albiach después de regresar de su viaje a Gaza. La concejala de Barcelona en Comú pidió el voto por los Comunes para que Illa "deje la deriva de la derecha". Más dura con el candidato socialista fue Albiach, la presidenciable, que le acusó de ser "el líder de una cementera y no de un partido socialdemócrata".

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