Edificio con el logotipo de RTVE sobre un fondo rosa con líneas negras.
OPINIÓN

El desastre de RTVE

La dirección de RTVE, más pendiente de no perder su silla que de otra cosa, lo ha hecho tan mal como podía

Más de 5.000 periodistas, compañeros y compañeras de diferentes edades y puntos del Estado, se tenían que jugar, este domingo, su futuro profesional en unas oposiciones a RTVE que hace años que se iban posponiendo, a pesar del déficit de profesionales de los medios públicos españoles y el coste de suplir esto con empresas externas.

Todos ellos, después de muchos meses de preparación, se dieron cita a las diez de la mañana en una de las facultades de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) con la ilusión depositada en muchas noches de estudio que han tenido que compaginar con sus respectivos trabajos y en algunos casos con familias y niños pequeños. Y para llegar al examen muchos también tuvieron que hacer un esfuerzo económico, con billetes de AVE y avión. Una suerte de apuesta para conseguir unas mejores condiciones laborales en un sector de por sí muy precarizado.

Cartel de RTVE que indica la distribución por aulas de las personas candidatas para la realización de la prueba teórica de la ocupación tipo de información y contenidos el domingo 29 de septiembre. Las personas que acceden por la convocatoria 3/2022 (promoción y cambio de ocupación tipo) tienen asignada el aula 103 en el Aulario Económicas y Empresariales. Las personas que acceden por la convocatoria 1/2022 (para la cobertura de puestos de trabajo) tienen la siguiente distribución conforme las letras por las que inicie su primer apellido.

Pero una dirección de RTVE más pendiente de no perder su silla, con una presidenta con carné del PSOE que pospuso una votación por no perder el poder, lo hizo tan mal como podía. Hasta el punto de, diez minutos antes de iniciarse el examen, verse obligados a comunicar a todos los aspirantes que las pruebas quedaban suspendidas. Que podían marcharse de la misma forma que habían llegado. Con la frustración de haber lanzado semanas de estudio a la basura. De planes familiares y con amigos cancelados por nada. Entre la noche del jueves y el domingo alguien permitió la filtración del 80% de las preguntas para aventajar, supone uno, a algunos de los trabajadores interinos que más tiempo llevan en la casa.

En un país normal, este mismo domingo, después de tal escándalo, la presidenta de RTVE habría presentado su dimisión. Por respeto a los opositores. Pero sobre todo para trasladar a la opinión pública que RTVE es una cadena seria, responsable, neutral y donde se hacen las cosas bien en pro del servicio público. Pero qué se puede esperar de una presidenta de RTVE afiliada al partido que gobierna España. Que paga más de medio millón de euros anuales a periodistas para que ejerzan la defensa de Pedro Sánchez en directo en la pantalla. ¡Qué desastre!

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