David Madí junto a Anna Gabriel, ambos sobre un fondo rosa con líneas negras.
OPINIÓN

A David Madí le ‘pone’ Anna Gabriel

Lo que posiblemente haya tras tanto rencor de David Madí contra la CUP, sea una buena dosis de desamor

Si hay un prototipo del político ‘fatxenda’ ese es David Madí, del que un castizo diría que “es más chulo que un ocho”. Pero pasó a la historia no por su altivez, sino por ser la pesadilla del tripartito que gobernó Cataluña entre 2003 y 2010. Buena parte del desgaste que destrozó a esta coalición ‘progresista’ a tres bandas - aparte de por sus innumerables torpezas - vino de los ataques sin tregua planificados por Madí y el resto de integrantes del ‘pinyol’ - los jóvenes separatistas de Convergència que lideraba Oriol Pujol —.

El más conocido fue el DVD, Confidencial.cat, del que se distribuyeron cerca de un millón de copias, pero el marcaje férreo que los cachorros convergentes fue tan duro, y eficaz, que cualquier dirigente socialista de la época chirría los dientes cuando escucha el nombre de Madí.

La exdiputada de la CUP Anna Gabriel en la clausura de la escuela de verano de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), en La Nau Bostik, a 18 de septiembre de 2022, en Barcelona, Cataluña, (España)

Al leer su último libro, Merecer la victoria. El procés para adultos (Destino), parece que Madí fue el inventor de la pólvora, pero algo de cierto hay cuando explica que el 'pinyol', que tuvo como primera batallita de juventud el deslucir algunos de los actos oficiales previos a la celebración de las Olimpiadas de Barcelona, fue el primer intento serio de que el nacionalismo pujolista asumiera su auténtica condición: la de un separatismo sin complejos que se disfrazaba de “soberanista” para no usar esta palabra.

Hay que reconocer que este libro es interesante. Por lo que explica y por cómo lo explica. Cuando muestra su poco aprecio por Josep Antoni Duran i Lleida no hace más que evidenciar lo que todo el prepujolismo, el pujolismo y el postpujolismo pensaba: que Unió Democràtica era un partido parásito de Convergència que se pegaría una nata electoral cuando se enfrentara en solitario a las urnas.

Cuando Madí se regodea de los fracasos electorales de Unió tras romperse la coalición de CiU, hay que reconocerle que la realidad le dio la razón. Cero escaños en unas autonómicas, cero escaños en unas generales y lo que queda del partido que tenía el 25% de las consejerías de la Generalitat son unos restos paciendo en las filas del PSC. Pero fuera de las batallitas sobre el ‘procés’ que cuenta el autor, y que ustedes se pueden creer o no, llama la atención la especial inquina que muestra hacia la CUP que, no olvidemos, fue compañera de viaje de la neoconvergencia y que permitió la investidura de los dos últimos presidentes de la Generalitat de este espacio político, Carles Puigdemont y Quim Torra.

David Madí sale de un juicio en el Juzgado de lo Penal Número 23 de la Ciutat de la Justicia, a 27 de julio de 2022, en Barcelona, Cataluña (España)

Cuando define a la CUP como “una secta política encallada a medio camino entre una versión cutre del comunismo y un club de cannabis” y como “una organización infiltrada por el CNI por los cuatro costados” da la sensación que algunos dirigentes de esta formación antisistema le deben algunos bizums de ágapes conspiratorios sin pagar, porque sorprende tanta inquina con una formación que fue importante en la ejecución del golpe de Estado del 1 de octubre, lo que el separatismo llama “referéndum” – en realidad, una pamema en la que votaron solo los separatistas sin ningún tipo de garantía democrática —.

Pero si seguimos leyendo, encontramos que posiblemente lo que haya tras tanto rencor contra la CUP sea una buena dosis de desamor, con un corazón herido por la falta de atención por parte de una de las musas del procés. Y es que definir a Anna Gabriel como un “cóctel letal de ignorancia y sectarismo” y como “sacerdotisa de la secta” nos hace sospechar que un cierto amor platónico sí que hubo por parte de Madí. Ya se sabe que del amor al odio…

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