
¿Cuánto nos cuesta un preso en Cataluña?
La diferencia de costes entre las prisiones catalanas y las estatales plantea interrogantes sobre la eficacia de la inversión penitenciaria
Hace pocos meses, el consejero de Justicia, Ramon Espadaler, comparecía en el Pleno del Parlamento y lanzaba el siguiente dato: el gasto diario medio de un preso en Cataluña es de 141,20 euros.
¿Cierto? ¿Falso? ¿O un dato manipulado para evitar el alboroto de los diputados presentes en el Pleno?
No es información estéril saber este coste, así como disponer de la comparativa de costes entre diferentes sistemas penitenciarios, en primer lugar, por la imprescindible transparencia de todo servicio público, y, en segundo lugar, porque con la comparativa el ciudadano tiene más herramientas de opinión y juicio sobre el gasto público y la destinación de impuestos.
Así que, esta es la pretensión: informar y dar perspectiva.
El Consejo de Europa, con verificadores y analistas de la Universidad de Lausana (Suiza), ofrece estadísticas anuales sobre encarcelamientos y ejecución penal de los diferentes Estados miembros. Entre estos datos encontramos la referente a los costes abonados en ejecución penal.
La recopilación de estos datos es un trabajo arduo, lo que supone cierto retraso en obtener las cifras actuales. En este sentido, los últimos datos oficiales disponibles son del año 2022. Y si lo que se pretende es conocer los datos actuales, tendríamos que hacer una proyección a partir de la tendencia de incremento de gasto anual.
TABLA 1: COSTE DE PRISIÓN POR INTERNO Y DÍA, AÑO 2022*

*La proyección del coste de prisión por día e interno se obtiene a partir de los datos oficiales del Consejo de Europa de 2022 actualizado con la media de incremento de gasto penitenciario en Cataluña entre los años 2018-2022. Incremento anual medio de gasto: 8,23% (32,9% / 4 = 8,23%).
Utilizaremos estas cifras oficiales, las que facilita el Consejo de Europa, para comparar los gastos entre sistemas penitenciarios. La manera más comprensible de hacer esta comparativa es contabilizar el coste de prisión por interno y día, ya que si nos vamos a los gastos totales siempre nos quedaría saber cuántos internos soporta cada uno de los estados.
Ya vemos que entre los datos que facilita el Consejo de Europa y los datos proporcionados por el consejero de Justicia a finales del año 2024 hay una diferencia más que notable, al alza de 51,42 euros por interno/día si consideramos los datos oficiales de 2022 o de 84,52 euros si consideramos la proyección de gasto hasta 2024.
Muy probablemente el Sr. Espadaler hizo los cálculos de manera sesgada y olvidó algún gasto, ya que hay costes destinados a prisiones que no corresponden a su propio departamento. En este sentido, los datos facilitados por el Consejo de Europa son muy completos, ya que sí incluyen gastos en educación o sanidad penitenciaria, por ejemplo, que en Cataluña responden a partidas presupuestarias de otros departamentos, o bien gastos atribuibles a la consejería de Interior como son los traslados y la vigilancia periférica de centros.
Así, los costes del informe del Consejo de Europa incluyen gastos en seguridad, en asistencia sanitaria, psiquiátrica y farmacológica, en comida, los costes de ocupación de presos, los gastos en programas y actividades de tratamiento, en toxicomanías, lúdicas, educativas, formativas y académicas, el mantenimiento de los centros y otros servicios públicos, los traslados de presos y la vigilancia exterior de los centros a cargo de los Mossos d’Esquadra, etc.
TABLA 2: CRECIMIENTO EN 5 AÑOS DEL COSTE POR INTERNO Y DÍA

La tabla 2 nos permite ver cómo, mientras en cuatro años el gasto por cada preso y día en el Estado Español se incrementaba en un 19,4%, en Cataluña este mismo gasto crecía en el mismo periodo en un 32,9%.
Esta diferencia entre el coste por preso y día en los últimos cinco años entre la administración autonómica catalana y la estatal representa que en Cataluña la estancia en prisión de una persona ha sido 2,45 veces superior que si el cumplimiento de la condena hubiese sido en un centro gestionado por el Estado.
Con estos datos, sería deseable y de esperar una correspondencia entre inversión y resultados. Es decir, que los datos de reinserción de presos en Cataluña fuesen proporcionales al gasto comparado, con una tasa de eficiencia en la rehabilitación 2,5 veces superior aquí en Cataluña que en el resto de España.
¡Y mucho nos tememos que no es así! Al menos esperamos que los diputados y diputadas del Parlamento de Cataluña no planteen preguntas al ejecutivo sobre la tasa de reinserción, ya que muy probablemente (como ya hemos visto con anterioridad) la administración se sacará de la chistera la famosa “tasa de reincidencia penitenciaria” en la que 8 de cada 10 presos en prisiones catalanas no reinciden. Una tasa, dicho sea de paso, centrada en criterios que no superan ningún test de credibilidad o homologación (ya que, entre otras tonterías, limita el seguimiento de los que salen de prisión a 5 años y, siempre y cuando, el reingreso sea en un centro penitenciario catalán).
Todo parece indicar, teniendo en cuenta las enormes dificultades comparativas entre sistemas penitenciarios y como también resumía en un informe de la propia consejería de Interior, que la tasa de reincidencia penal o judicial en todos los países de la UE a los dos años se situaba entre el 30% y el 50%, por ejemplo, en Francia era del 45,4% mientras que en Cataluña era del 53% en 2020.
Con estos datos y estos gastos, hay que plantearse qué gastos en materia penitenciaria son superfluos y evitables, ya que suponen una ínfima repercusión con el objetivo final de la condena, la reinserción.
Esta inducción a la reflexión a partir de costes y rendimientos de la ejecución penal mejor que no la asuman los actuales gestores, que curiosamente desde hace años conforman el eterno sottogoverno penitenciario. Si así fuera, no sería de extrañar la continuidad en la artificialidad presupuestaria combinada con recortes salariales o de plantilla, pues si ya han acostumbrado a los trabajadores penitenciarios a las agresiones por parte de los internos (año 2024, 555 funcionarios agredidos en las prisiones catalanas), no les vendría de aquí añadir una nueva bofetada institucional.
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