Montaje de fotos de Josep Borrell con un micrófono en la oreja aparece en primer plano mientras en el fondo se ve a varios hombres de traje posando -entre ellos él con el rey Felipe- frente a una pared de piedra sobre un fondo rojo.
OPINIÓN

Borrell, un premio más que merecido

Europa premia a uno de los suyos: Josep Borrell, mente lúcida y voz crítica de la política internacional

Este pasado viernes, unos pocos privilegiados fuimos testigos, en el Monasterio de Yuste, en Cáceres, de la entrega del Premio Europeo Carlos V al político catalán más universal, Josep Borrell. Un acto sencillo, como cada año, con la presencia del rey Felipe VI, pero cargado de simbolismo y contenido. Pues el Carlos V es uno de los reconocimientos más importantes a nivel comunitario, y antes que Borrell lo han recibido Jacques Delors, Angela Merkel o Mario Draghi. Después de muchos años premiando a personalidades no españolas, es evidente que si algún compatriota nuestro lo merecía, ese era Josep Borrell.

Pepe, como le llama su pareja, Cristina Narbona, o quienes lo conocen bien, ha dedicado gran parte de su vida al servicio público: en Cataluña, en España y en Europa. Y, por qué no decirlo, aunque pese a algunos, a los catalanes, a los españoles y a los europeos.

El Rey Felipe VI entrega el XVIII Premio Europeo Carlos V al exalto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y expresidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, en el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, a 9 de mayo de 2025, en Cuacos de Yuste, Cáceres.

La de Josep Borrell es, seguramente, a sus 78 años, una de las mentes más lúcidas de nuestro país. Un hombre con la arquitectura comunitaria en la cabeza, que, después de transformar el régimen fiscal en España durante los gobiernos de Felipe González, sentó las bases de una nueva Europa más unida y capaz de responder a los desafíos geopolíticos del mundo loco actual.

En 2018, cuando Pedro Sánchez le pidió volver a la vida pública, con 73 años, aceptó ser ministro de Asuntos Exteriores por lealtad, responsabilidad y vocación de servicio público. Eso es lo que dicen quienes más han hablado con él. Ni entonces, ni unos años después, cuando le pidió regresar a Bruselas para dirigir la diplomacia comunitaria, hacer un esfuerzo de esas características formaba parte de su plan vital. Pero, como siempre ha hecho, aceptó y, en la entrega del Premio Europeo Carlos V, aunque posiblemente tenía motivos para ni siquiera mencionarlo —entre otras cosas por no estar presente en un día tan importante para él en Yuste—, tuvo palabras de agradecimiento hacia Pedro Sánchez.

Borrell, catalán, de La Pobla de Segur —de ahí quizá ese carácter perseverante como los Raiers—, ha sido un político poco convencional. Principalmente en estos últimos años de su carrera, los que un servidor recuerda por edad y por coincidencia con él. Lejos de medir al milímetro cada palabra que decía, por si podía molestar a alguien o acarrearle problemas, siempre ha dicho lo que pensaba.

El exalto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y expresidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, en el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, a 9 de mayo de 2025, en Cuacos de Yuste, Cáceres.

De otros dirigentes internacionales, cuando era jefe de la diplomacia de la UE, del procés o de medidas impulsadas por su propio gobierno, como la amnistía. Una actitud que, como dijo Mariano Rajoy en su elogio, merece destacarse en este mundo de servilismos y adulaciones. Podía no gustarte o podías no compartir lo que pensaba, en algún momento, Josep Borrell. Pero tenías que reconocer que era sincero y que argumentaba sus razones.

En estos tiempos de política líquida, de hemiciclos convertidos en platós de televisión al más puro estilo Sálvame —que vuelve a estar de moda por las pésimas audiencias que sus protagonistas cosechan en una apuesta ideológica en TVE—, figuras como la de Josep Borrell son cada vez más añoradas en la vida pública. Sus discursos, su nobleza, la capacidad de diálogo y de búsqueda del acuerdo, y su anticipación a los conflictos antes de tener que convivir con ellos, son motivos suficientes para agradecerle su dedicación a construir una Cataluña, una España y una Europa mejores durante todos estos años.

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