Imagen de perfil de Roberto Vaquero
OPINIÓN

Crónica del cierre de campaña del Frente Obrero: asoman las esencias

Roberto Vaquero es otra cara del identitarismo político. Su discurso es una enmienda a la totalidad.

Nota: esta crónica en primera persona corresponde al cierre de campaña del Frente Obrero, que se celebró el pasado viernes, día 7 de junio, en Barcelona. Con motivo de la ley electoral, esta pieza no se pudo publicar en fin de semana. Se presenta ahora con unos mínimos cambios. Los resultados del Frente Obrero en las elecciones europeas - 66.242 votos - confirman gran parte de lo que se argumentó en la versión original. Por lo demás, el peso de la crónica reside en el análisis ideológico.

La crónica

Nou Barris; para el que no conozca Barcelona: barrio obrero. Oigo varias veces las palabras 'identidad' y 'esencia'. Todo en contraposición con el islam, que viene a ser la contrapartida de la "degeneración cultural" de España. Como cualquier partido con un fondo moralista, el Frente Obrero tiene en la crítica cultural uno de sus puntales: la generación TikTok, el consumo de antidepresivos entre la juventud y ese tipo de cosas. De fondo, críticas a la izquierda woke por tocarle las palmas a este panorama.

Antes de todo esto, pero, estoy tomando una caña con algunos simpatizantes del partido. "Les he hecho bastante seguimiento”, digo yo, “y no acabo de entender el énfasis que hacen en superar la dicotomía de izquierda-derecha". Me explican que lo hacen para no caer en las garras de una dicotomía que es tan funcional para el sistema. De entrada, yo no lo acabo de ver claro. Lo único que me convence es el comentario que me hace uno: "tú piensa que están colocados en un buen sitio de cara al futuro".

O sea, que van a largo plazo. Me cuadra. Después del mitin, Roberto Vaquero me explica que el partido va a empezar una reorganización interna de cara a las municipales. Lo que viene siendo coger velocidad de crucero. La elección de Barcelona para cerrar la campaña no ha sido casual. "En Cataluña está en pugna la desaparición de la identidad española", me dice Roberto Vaquero. Pues eso: identidad.

Soberanía, soberanía y soberanía

Lo que está claro es que las esencias vuelven y el Frente Obrero ya coge sitio. Precisamente por esto no me dejo cegar por el oropel del acto, que es de celofán de segunda mano. En general, todo es un poco amateur, muy digno, pero amateur.

Falta de todo: gente de comunicación, organizar los oradores, música para matar los silencios y, en fin, todo el tejido adiposo de los actos electorales. En realidad, no es grave. Es más, no es importante. Estas cosas se solucionan con dinero; que lo consigan es otra cosa. Lo que yo que miro es a la gente que ha venido al cierre de campaña en la Plaza Mayor de Nou Barris. Busco un patrón que no encuentro.

Es un collage un poco inverosímil: mucho chico joven (de polo negro y gimnasio), un personal de seguridad que más te vale tenerlo de buenas y una cierta exageración de la cuota de frikis que siempre vienen a estas cosas. Aunque también hay parejas de jubilados y gente del barrio, incluso con niños. Es como la muela del juicio, que al principio solo se ve la corona saliendo de la encía. Se suceden los oradores y ahí sí que veo un patrón electoral, estratégico incluso.

Una mujer que critica al feminismo y su compadreo con el islam, un chico joven - buen orador - que invita a sus pares a luchar contra la “degeneración cultural”, un inmigrante hispano que nos dice que defender las fronteras es fundamental, un autónomo (la furgoneta, que no es eco; nos fríen a impuestos; etc), un sindicalista que critica la tendencia al marisco de la UGT y Comisiones y, al final, Roberto Vaquero, que es el tenor de esta ópera.

Vaquero domina el formato. La montaña rusa de la voz es óptima, marca bien el compás de los aplausos y mantiene un tono alto y constante, que es el fundamento de cualquier orador y de cualquier actor de teatro. Lo interesante está en los contenidos. "Somos patriotas revolucionarios", "nuestra cultura no está muerta", "aquí hacen falta españoles", Personalmente, todos estos fuegos artificiales de la retórica no me llaman la atención. Busco el fondo y concluyo que es puro esencialismo.

De hecho, su intervención es una metralleta esencialista. Todo gira en torno a la soberanía del Estado a través de la tradición cultural. En este sentido, no se salva ni el apuntador: los Estados Unidos, Bruselas, los nacionalistas de uno y otro lado (indepes y españoles), los sindicatos "sistémicos", etc. Enmienda a la totalidad.

¿Conclusión? Que "el programa del Frente Obrero gira en torno a la soberanía y pasaremos por encima de quien sea para defender nuestra esencia", dice Vaquero. Okey, Mckey. Todo esto, en verdad, me parece secundario. Más que el discurso, me interesa que exista este discurso. Es síntoma de algo. Ahí está la tela.

Otra cara del identitarismo político

Si combino, uno, la idea de la crítica cultural con, dos, que apuestan al largo plazo, empiezo a entender a qué se refiere el Frente Obrero con superar la dicotomía derecha-izquierda. Si algo ha quedado claro a estas alturas del show partitocrático es que la diferencia entre derecha e izquierda hay que poder permitírsela.

Se trata de un artificio que presenta una utilidad espectacular y que descansa sobre un suelo de prosperidad y paz social ; sin duda, es el artificio político contemporáneo más funcional. Es un ‘a priori’ jugoso y siempre dispuesto a organizarte la cabeza. Permite una división clara e instantánea del campo político y de todos sus submundos, empezando por la prensa. En resumen, una sociedad en la que la dicotomía izquierda-derecha funciona a pleno rendimiento lo más probable es que sea una sociedad feliz. Pero not any more. Cada vez hay menos suelo y Dios dirá si por debajo hay o no mucha caída

¿Qué importancia tienen los regates partitocráticos en un contexto de inseguridad creciente, problemas demográficos, una juventud sin futuro y la cuestión islámica saludando desde una esquina? Todo apunta a que la política se dirige hacia su versión más cruda, que es la gestión del suelo, o sea, de las cosas de comer. En este sentido, el Frente Obrero - el identitarismo político en general - son los dolores de parto de algo que se viene.

Si en el futuro el Frente Obrero todavía existe o, por el contrario, se disuelve en la museística política es algo que nadie sabe. La política siempre tiene el tinte de la Fortuna, que es caprichosa. Y que entienda el que quiera entender: cuanto peor vaya la situación, mejor le irá al Frente Obrero y a entes afines.

Alvise, ese competidor

El coste de adelantarse al apocalipsis es moverse en lo underground y, dicho sin acritud, en lo friki. Es innegable es que el Frente Obrero arrastra todavía muchas modulaciones de lo friki, empezando por todo este folklore de grupitos de talibanes que se amenazan de muerte entre sí, se dan palizas y este tipo de cosas. De hecho, un simpatizante del partido me confía que tienen bastante trabajo con este tema. En esencia, es el trabajo de no dar miedo.

Por el resto, el Frente Obrero es como otros tantos: una extensión de la cuenta de YouTube de su líder y de los programas de televisión que tengan a bien en invitarle. No podría ser de otra manera: no puedes apostar a la caída del sistema y esperar que el sistema te publicite por sus cauces habituales. Si lo hiciera, sería la crónica de una defunción anunciada. Ahí está Podemos, que empezó también en el frikismo de la Tuerka TV, llegó al sistema, se hizo una casita de la playa en el sistema y ahí se ha quedado. Con el Frente Obrero pasaría lo mismo ¿Qué es la esencia de España al lado de 50.000 euros por ser jefe de gabinete de no sé qué? Y el algodón no engaña.

La prueba de que el Frente Obrero todavía pesca en los caladeros de lo friki/underground tiene un nombre: Alvise Pérez. Cuando ha acabado todo, hablo con Alicia Sanz y Roberto Vaquero y me sorprende que Alvise salga tan rápido en la conversación. Pongo la mirilla de precisión y pregunto que si les hace daño y el resumen es que sí. Roberto Vaquero se refiere a Alvise como "la irrupción de algún grupo sobredimensionado que nos ha venido mal". En cualquier caso, no cree que vaya a ser la tumba del Frente Obrero, como mucho les va a "ralentizar" porque "no tiene estructura y al final esta clase de cosas desaparecen". Hasta en las críticas se les ve que son esencialistas.

Nota: los resultados confirman que, efectivamente, Alvise Pérez ha recogido todo el voto underground de España. A partir de aquí, el futuro dirá quién se queda con este tsunami de descontento. 

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