Conocimientos o educación emocional
Ahora nos podemos preguntar ¿qué les enseñamos a nuestros alumnos?, ¿más habilidades que conocimientos?
El papel del profesor especialista no gusta en muchos discursos políticos y pedagógicos. Hoy en día se habla de instaurar docentes sin un gran dominio en matemáticas, lenguas o ciencias, pero con una intensa intención de guiar a sus alumnos en emociones, valores y aprendizajes por ellos mismos. Dicho esto, nos podemos preguntar ¿y ahora qué les enseñamos a nuestros alumnos?, ¿más habilidades que conocimientos?
En cierta forma, esta es la sempiterna pugna entre competencias e instrucción. En opinión de la mayoría de los profesores de secundaria, y desde la Ilustración, las especialidades devienen básicas y necesarias para que un adolescente pueda elegir con cabeza y criterio su futuro.
En ello el alumno deberá escoger entre humanidades, ciencias, formación profesional, mundo laboral u otras. Pero algunos expertos teóricos, reacios al pensamiento empírico, afirman que gran parte de las ciencias y humanidades no les sirven para nada a los alumnos, que mejor reducir los contenidos en pro de la educación emocional.
De hecho, en más de una ley lo han afirmado. Por ejemplo, la cuarta ciencia, la geología, ha visto reducir su contenido en cada reforma educativa. Lo mismo decir de las humanidades clásicas, ¿o acaso no pensamos como los griegos nos enseñaron?
Por desgracia, y si no se enseñaran ampliamente las ciencias y las humanidades, no daríamos la opción a muchos estudiantes para elegir si ser científicos, humanistas o auxiliares, y no va a ser todo el mundo pedagogo. Por tanto, lo que se enseña, si es la verdad contrastada, sirve para luego escoger.
Y es cierto que los alumnos olvidan muchas cosas, pero también recuerdan muchas otras. Y ese no es criterio para que un cambio de gobierno sacuda algunas horas de ciencias y las quite en favor de otras disciplinas emocionales.
Lo básico a enseñar es muy evidente: lenguas, matemáticas, geología, biología, física, química, historia, ética, geografía, plástica, arte y educación física. Dicen algunos expertos que muchos púberes hallan aburridas muchas de estas especialidades y que las encuentran distantes a su mundo, pero si nos las conocen, jamás podrán saber su relación con la realidad. En otro caso, podríamos crear un mundo feliz de ignorantes y esperar nuevos descubrimientos científicos pasado este neofeudalismo.
La educación debería impartir los conocimientos necesarios para que nuestros púberes lleguen a pertenecer, y con criterio contrastado, al mundo de los adultos. Es decir, que la escuela es un puente entre los estudiantes y el marco real que les espera. Es más, y sin conocimientos, nuestros púberes no sabrán ser adultos, aunque con verdades sí sabrán qué elegir con conocimiento de causa.
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