Colapso penitenciario
El Sr. Espadaler haría bien en aceptar que ya no cuenta con el comodín de la Modelo
El día 14 de noviembre de este año comienza con una entrevista al conseller de Justicia y Calidad Democrática, Ramon Espadaler, en los micrófonos de la Cadena Ser, en el programa “Aquí Catalunya”. El conseller se explaya en la entrevista con su habitual tono magnánimo, rebosante de afabilidad. Un tono que agradecen los oídos de los oyentes. Un tono que el conseller domina a la perfección y que pretende ser más un bálsamo que un enfrentamiento con la realidad y las responsabilidades de la conselleria.
Ramon Espadaler niega ante el micrófono una evidencia: el sistema penitenciario está al borde del colapso. ¡Y eso es grave! Si el conseller evita enfrentarse a los datos que nos sitúan al borde del desbordamiento, quienes sufrirán las consecuencias serán nuevamente aquellos que viven el sistema penitenciario desde la primera línea.
Veamos lo que dice Ramon Espadaler en la entrevista:
PERIODISTA: “¿Están las cárceles catalanas al límite de su capacidad óptima?”
RAMON ESPADALER: “En absoluto. Hay mucha menos población reclusa que hace cinco, diez, quince años... Estamos en torno a 10.000 y algo más. Ha habido momentos en los que estábamos muy por encima. Se hizo un trabajo muy bien hecho en su momento con la construcción de nuevas cárceles, se pudo cerrar la prisión Modelo. Nuestra secretaria de asuntos penitenciarios, Elena Pérez, una persona que conoce muy bien el sector porque en origen fue funcionaria de prisiones y psicóloga, me decía que recordaba con dolor las imágenes de una Modelo con seis personas por celda. Hoy eso era inhumano. Hoy es impensable en las prisiones, teniendo estos elementos de dignidad...”
Es cierto que entre los años 2010-2012 el número de presos superaba los 10.000 y que la ocupación de los centros estaba por encima del 100%. Había una evidente masificación que se resolvía estirando el “chicle” penitenciario que representaba la prisión Modelo de Barcelona. Una cárcel con capacidad flexible, a base de meter 4, 6 o los internos que hicieran falta por celda, colocando o quitando literas. Este centro, concebido originalmente para 790 plazas, llegó a albergar, por ejemplo, 12.000 internos al inicio de la posguerra.
A principios de esa década y hasta el año 2013, la capacidad óptima de las prisiones se situaba en 10.084 internos, una vez abiertos los centros de Brians 2 (2007) y Lledoners (2008). Esta cifra se incrementó en 2014 hasta los 10.774 internos, con la sustitución de los antiguos centros de Girona y Figueres por el centro penitenciario de Puig de les Basses (2014). Posteriormente, con la inauguración del centro penitenciario de Mas Enric (2015) y el cierre del antiguo centro de Tarragona, la capacidad óptima de internos en Cataluña alcanzó su máximo: 11.474 internos.
Si observamos (gráfica 1) la evolución del porcentaje de ocupación en base a la capacidad óptima, este disminuye con el tiempo: en 2010 era del 104,5% y en 2016, justo antes del cierre de La Modelo, bajó al 74,65%.
En 2017 se cierra la prisión Modelo de Barcelona. Con su desaparición, el sistema penitenciario catalán pierde su capacidad elástica y de adaptabilidad al número variable de reclusos. Como consecuencia del cierre de la Modelo, el porcentaje de ocupación aumenta 11 puntos, situándose en un 85,5%. En cifras absolutas, el sistema soportaba entonces 9.787 internos.
¿Qué ha ocurrido desde 2017 hasta hoy?
Desde entonces, la cifra de capacidad óptima de 9.787 internos ha ido disminuyendo. Por obsolescencia, se han cerrado los departamentos de Medio Semiabierto de Brians 1 y de Quatre Camins, con una pérdida aproximada superior a las 200 plazas. Además, las instalaciones penitenciarias más antiguas han envejecido considerablemente. Por ejemplo, el módulo 5 de Brians 1 ha reducido notablemente su capacidad, y el deteriorado estado del centro penitenciario de Ponent, inicialmente diseñado para 837 plazas, actualmente no puede albergar, bajo los estándares actuales de dignidad, ni siquiera 700 camas ocupadas.
Otro factor que afecta la capacidad del sistema es el centro penitenciario de Jóvenes. En este caso, la reducción de plazas no se debe a la antigüedad de las instalaciones, sino a un descenso del límite máximo de ocupación. Esto se debe al perfil de los internos y al esfuerzo por gestionar adecuadamente la convivencia en este centro.
En definitiva, la cifra actual de capacidad óptima de los centros penitenciarios ha variado en los últimos años, con una tendencia a la baja. Por ello, aunque oficialmente el límite óptimo se sitúa en 9.787 plazas, el límite real es ligeramente inferior. Cabe destacar que la administración de Espadaler maneja con gran cuidado esta cifra de capacidad óptima para evitar que se descubra el escaso margen de maniobra con el que opera el sistema penitenciario.
El gráfico 2 muestra la evolución de los últimos 15 años en la ocupación de los centros penitenciarios. Como se observa, la cifra de internos clasificados en tercer o primer grado ha sufrido variaciones muy discretas. Sin embargo, es la población reclusa en centros penitenciarios ordinarios la que presenta mayores fluctuaciones y tiene un impacto más significativo en el total de la población penitenciaria. Esta curva se dibuja sobre diferentes límites de fondo azul que indican las distintas capacidades óptimas del sistema.
Si observamos las cifras de crecimiento de la población penitenciaria en los últimos tres años (gráfico 3), vemos que en este período el aumento neto de presos se aproxima a los 1.000 internos. En enero de 2022 se contabilizaban 7.670 internos, mientras que a finales de octubre de 2024 la cifra asciende a 8.533. Esto representa un incremento del 11,25% en la población penitenciaria durante los últimos 34 meses.
No es objeto de este artículo analizar las razones de este aumento en la población penitenciaria. Sin embargo, sí queremos señalar la respuesta encubierta de la administración penitenciaria ante la evidencia de estas cifras y la tendencia hacia el colapso.
En enero de 2024, la consellera Ubasart anunciaba, con un exceso de optimismo, la Estrategia Nacional de Aperturabilidad. Este impulso por clasificar de forma indisimulada a internos en tercer grado, más que una apuesta por el régimen abierto y la desinstitucionalización, se presentaba como una maniobra para evitar la inevitable masificación de los centros penitenciarios. Una vez más, la mala política trataba a la ciudadanía como un rebaño predispuesto al engaño, prefiriendo vestir con nombres grandilocuentes como "Estrategias Nacionales" una realidad incómoda en lugar de afrontarla directamente.
De hecho, como se observa en el gráfico 4, la "aperturabilidad" de Ubasart ya había comenzado meses antes, con un claro aumento de los internos clasificados en tercer grado.
El gráfico también es bastante ilustrativo de cómo falla el Plan de Aperturabilidad de Ubasart. Una vez se logra recuperar el porcentaje y las cifras absolutas de 2022, superando el 25,5% de internos en régimen abierto, el sistema no mantiene el impulso inicial deseado y retrocede 1,5 puntos, situándose por debajo del 24%.
Ante la dificultad del sistema penitenciario para aliviar la presión y la masificación de los centros penitenciarios, a la administración solo le quedan dos salidas:
- Olvidar la capacidad óptima de ocupación y pasar a considerar el límite de capacidad máxima. Esto, en un lenguaje más claro, significa poner los motores a toda marcha. La capacidad óptima de ocupación se refiere al umbral que permite una convivencia ordenada en los centros, manteniendo un margen mínimo de camas desocupadas. Esto evita que los módulos ordinarios estén saturados y responde a las necesidades específicas de ciertos perfiles de internos (enfermería, módulos de psiquiatría, departamentos de atención especializada, ingresos, módulos para mujeres o jóvenes, etc.). El margen de maniobra en este punto es mínimo. Pasar de una ocupación óptima a una máxima supone unas 100 camas adicionales por centro, y un máximo de 200 camas en los centros más grandes, como Brians 2. Optar por esta solución equivale a tensionar aún más los centros y poner en mayor riesgo la ya delicada convivencia en las prisiones.
- Apostar por una solución a medio plazo con la apertura del centro abierto de Zona Franca. Con capacidad para 800 internos, su inauguración está prevista para la primavera de 2026. Este equipamiento permitirá cerrar el centro abierto de Trinitat Vella, actualmente ocupado por poco más de 300 internos, y comenzar a replantear el futuro del centro femenino de Barcelona (Wad Ras). Este último alberga mujeres en prisión preventiva y cuenta con un centro abierto mixto con capacidad para 290 internos. Esta opción implica asumir que el aumento de plazas será exclusivamente en régimen abierto. Es decir, los centros ordinarios solo se aliviarán mediante la promoción de progresiones a régimen abierto, una estrategia que ya ha demostrado sus limitaciones, como se evidenció con la pomposa Estrategia Nacional de Aperturabilidad.
El Sr. Espadaler haría bien en aceptar que ya no cuenta con el comodín de la Modelo. Una prisión que funcionaba como un "chicle penitenciario" capaz de estirarse sin llegar a explotar del todo. En esta aceptación, también sería prudente que reconociera el colapso heredado de una mala gestión y falta de previsión, antes de seguir recurriendo a su habitual tono afable y magnánimo. Ese tono que, si bien le funciona en sus primeras apariciones mediáticas, acabará explotándole en la cara, igual que los efectos de una masificación previsible estallarán, cómo no, en los rostros de los sufridos trabajadores penitenciarios y de la población reclusa.
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