Salvador Illa saludando con Carles Puigdemont de fondo
OPINIÓN

En Cataluña nada es lo que parece

Conviene hacer un breve repaso de las últimas actuaciones del PSOE y, por consiguiente, del PSC de Salvador Illa

En Cataluña nada es lo que parece. Tras escrutar la totalidad de los votos, muchos se apresuraron a afirmar que, a raíz de la victoria del PSC en las elecciones catalanas, se podía dar por agotado el “procés”. Les voy a decir por qué ello no solo no es así, sino que además esa afirmación dista ostensiblemente de la realidad.

Lo cierto, es que lo que arrojan los datos de los pasados comicios catalanes no es otra cosa que un viraje en la estrategia extractivista del nacionalismo.

A día de hoy, sospecho que somos todos conscientes de que lo único que mueve al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es su ambición personal, la cual se traduce en una obsesión, casi enfermiza, por permanecer al frente del Gobierno de España. Ello es público y notorio, no solamente para quienes cuestionamos y nos oponemos a su insaciable sed de poder, sino también para los que sacan rédito político de ella.

En este sentido, conviene hacer un breve repaso de las últimas actuaciones del PSOE y, por consiguiente, del PSC al respecto de la cuestión catalana. Recordemos que, hasta la fecha, se han aprobado medidas como los indultos, la condonación de la deuda de las CCAA con el Fondo de Liquidez Autonómico —siendo Cataluña la más beneficiada—, la rebaja de las penas por delitos de malversación, la eliminación del delito sedición y el incumplimiento de la sentencia del TSJC —ratificada por el Tribunal Supremo— que establece que un mínimo del 25% de las asignaturas deben impartirse en español. Y no olvidemos la dichosa amnistía, la cual se encuentra actualmente en la última fase del proceso para ser aprobada por las Cortes Generales y, en consecuencia, entrar en vigor. 

Plano medio de Salvador Illa en un mitin del PSC sonriendo y levantando su mano derecha por encima de su cabeza

Al respecto de las políticas mencionadas, estaremos todos de acuerdo en que no habrían salido adelante sin el inestimable apoyo a las mismas por parte del Partido Socialista. Con ello, quiero transmitir el hecho de que, lejos de haber ganado en Cataluña lo que generalmente se conoce como “constitucionalismo”, ha ganado el proyecto que hasta hace algún tiempo solamente defendía el independentismo, hoy encarnado por el PSC.

En síntesis, podemos afirmar que todos los anhelos políticos emanados del sector independentista en los últimos 2 años han sido plenamente satisfechos, a falta del referéndum y, claro está, la independencia. Llegados a este punto, solamente cabe preguntarnos dónde pondrá el límite Pedro Sánchez o, mejor dicho, dónde se lo pondrán los electores.

En otro orden de cosas, haciendo ya referencia a la gobernabilidad de Cataluña, creo que convendremos en que solamente caben dos posibilidades en cuanto a la conformación de un gobierno. La primera, como es evidente, es uno presidido por el ganador de las elecciones, Salvador Illa, con el apoyo de ERC y los Comunes.

La segunda, por contra, es un gobierno encabezado por Carles Puigdemont, el cual solo podría ser viable con el apoyo —tácito o expreso— del PSC y de ERC. Paradójicamente, ambos escenarios son inviables, por lo que explicaré a continuación.

Plano medio de Pere Aragonès y Salvador Illa sentados y dándose la mano

Frente a esta encrucijada, conviene recordar, en primer lugar, que los partidos políticos operan, no en pro de ese supuesto interés general al que dicen servir, sino en función de lo que en cada momento les pueda dar un mayor rédito electoral.

Partiendo de esa base, y haciendo referencia a la primera de las posibilidades de gobierno anteriormente enunciadas, quiero hacer mención del cataclismo que sufrió ERC en las elecciones al Parlament de Cataluña de 2010, pasando de 21 a 10 escaños, tras haber conformado en 2007 un tripartito con el PSC e ICV —hoy los Comunes—. Es por ello, que considero prácticamente imposible que Esquerra Republicana ofrezca sus votos al PSC en una eventual investidura, aún más sabiendo que someterán esta decisión a consulta interna a las bases.  

Por el otro lado, habiendo descartado ya la primera opción, solamente queda esperar a que pasen las europeas para conocer cuál será la posición definitiva del PSC-PSOE con respecto a investir a Carles Puigdemont. No obstante, creo que no distará de lo que hemos escuchado hasta ahora, esto es, la negativa a investir al candidato de Junts.

El PSC ha sido votado, además de por sus constantes posicionamientos transigentes con las demandas del nacionalismo, para dejar atrás el enfrentamiento directo de Cataluña con el resto del estado, o lo que es lo mismo, para que no gobierne Puigdemont. Es por ello por lo que, al igual que ERC no se puede permitir apoyar al PSC, este último tampoco puede permitirse apoyar a Junts.

En último lugar, no quiero dejar de hacer mención en el presente artículo del inminente enfrentamiento que se avecina entre Puigdemont y Junqueras por ver quién se hace con el control del espacio independentista.

Imagen de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont mirando cada una para un lado

En este contexto, y volviendo a la cuestión de los acuerdos de gobierno, es inviable que ERC se posicione a favor de Carles Puigdemont en una hipotética investidura. De la misma forma que no pueden permitirse pactar un gobierno con el Partido Socialista, tampoco pueden brindar su apoyo al adversario con el que pugnan de forma directa por el voto independentista. Menos aún habiendo sufrido el revés electoral que enfrentaron el pasado 12 de mayo. 

Dicho todo lo cual, me van a permitir que me dirija a ustedes con franqueza. Ante este panorama, nos encaminamos de forma inevitable, salvo sorpresa mayúscula, a una repetición electoral, es más, a una doble repetición electoral —catalana y nacional— que tendrá lugar en octubre. No me cabe la menor duda de que Sánchez aprovechará la coyuntura en Cataluña para erigirse como la figura que ha liberado a los catalanes —y a los españoles— del independentismo para, de esa forma, recuperar parte del terreno perdido a nivel nacional en unas nuevas generales.

Así pues, Illa tendrá que esperar unos meses más para tocar poder. A partir de aquí, el resto es una incógnita que se irá revelando con el paso del tiempo. Mientras tanto, yo les aconsejo que vayan cavilando por qué opción política se decantarán en las próximas elecciones catalanas y generales.

O bien, si como me ocurre a mí, están hartos de ser meros figurantes de este circo permanente en el que nos hallamos inmersos desde hace tanto tiempo, que opten por mandarles a todos a freír espárragos.

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