El caso Madaula: la comedia total
¿Hacen falta procedimientos añadidos para hundir la imagen de alguien como Eduard Pujol? ¿No basta con ponerle un micro?
Conforme el movimiento indepe acaba de entrar en descomposición, van asomando las vísceras del cadáver, recubiertas de gusanos. Cuando pensábamos que Esquerra Republicana del Califato había alcanzado las cimas de la hipocresía con sus carteles de Alzheimer y muñecos ahorcados, ahora nos enteramos de que el caso Madaula fue fabricado de manera interna, en las cocinas de Junts pel Cash, para perjudicar a Eduard Pujol.
Hay varias consideraciones a hacer, ni que sea para adornar el momento con una cierta elegancia intelectual. La primera de todas es la pregunta: ¿Hacen falta, realmente, procedimientos añadidos para hundir la imagen de alguien como Eduard Pujol? ¿No basta con dejarlo en libertad y ponerle un micro delante? Personajes como estos, cuya vocación política es una mezcla salvaje de incompetencia, confusión y vanidad, no necesitan de ayudas externas para hundirse ellos solitos, de manera cómica, antes de salir de la bocana del puerto.
Después hay que hablar de la complicidad de los medios afines, que solo actúan de correa de transmisión para los aparatos del partido, sin la menor voluntad de investigar, de profundizar, de sospechar de manera mínima y crítica. ¿Una diputada acosada por un señor de mediana edad? ¡Vamos con ello!
Y luego, por supuesto, hay que saludar el fervor infantil de las llamadas "bases independentistas", los centenares de compradores de camisetas, los de los autobuses a Puigcerdà, a Bruselas, a Groenlandia, a donde sea. ¿Qué tiene que pasar para que este ganado ovino/caprino despierte de su vida rumiante y vuelva a tener aspecto humano? ¿Les bastaría, por ejemplo, si Puigdemont invistiera a un presidente del PSOE en Madrid, o si Junqueras invistiera a un MHP del PSOE en la Generalitat?
El procesismo no conseguirá sobrevivir a tanta estupidez. La corrosión vital alcanzó hace tiempo un máximo biológico. Solo permanecen ahí criaturas neurológicamente obtusas (Partal, Fachín, etc.), estafadores de medio pelo (Comín, Boye, etc.) o gente con vocación de cantantes de rancheras (Borràs & Dalmases, Canadell, etc.). No es ni siquiera necesario mencionar a la CUP, porque están ocupados defendiendo a los delfines lesbianos de Madagascar o a los ciclistas palestinos vegetarianos.
Nosotros, por supuesto, seguiremos atentos, viendo como se devoran unos a otros. No sabemos si los haitianos de Springifield, Ohio, se están comiendo a las mascotas de los vecinos. Pero lo que está claro es que en las bancadas procesistas está en marcha un auténtico festín caníbal, no apto para estómagos sensibles.
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