Cartas (en catalán) desde Iwo Jima
Está claro que ahora es el momento de quedarse en Cataluña para ver el espectáculo
Políticamente hablando, Cataluña es uno de los lugares más interesantes del mundo. Si uno se para a pensarlo, no hay tantos sitios en los que coincidan i) dos opciones políticas identitarias y contrapuestas; ii) dos partitocracias que agonizan; iii) una prosperidad económica impotente; iv) el festival de la demografía y - vamos a decirlo - de la cuestión islámica. Porque, como diría Alberto Chicote, muy listo muy listo no soy, pero muy gilipollas tampoco.
Se me podrá decir que es justo al contrario: que Cataluña es un pudridero de polarización, nacionalismos, inseguridad, masificación turística y otros problemas. Pero es que es precisamente ahí y no en la normalidad donde se expresa la esencia de la política. Cuando todo va bien, la política es gerencia.
Aunque, francamente, decía todo esto pensando en mí. Y es que ser redactor de política en Cataluña y en un medio peleón como este es el equivalente periodístico a tener experiencia en combate. Desde aquí, tengo un mirador a la realidad. Nada de la partitocracia me es ajeno. Uno se vuelve alérgico a eso que la nueva superstar de las tertulias, José Miguel Villaroya, denomina “el rollo del matiz”.
Implosiona el carlismo woke
Según la astrofísica, cuando una estrella masiva colapsa en su propio núcleo produce una cegadora explosión conocida como supernova. Cataluña es algo parecido, pero en lugar de una explosión de luz es una explosión de mierda. Y para mí que las elecciones de mañana son interesantes. No por ellas mismas, que son una cita electoral, sino por lo que inauguran. En este sentido, más interesante aún sería una repetición electoral.
Definitivamente, no sé a quién se le ha ocurrido esto de que el procés no ha servido para nada y que a otra cosa, mariposa. Supongo que a La Vanguardia, al padre Juliana, a Zapatero o a cualquiera que, en lo relativo a los estados de la materia, se mueva en lo gaseoso.
La familia indepe ya solo puede tirar palante’ como los de Alicante, o sea, unilateralidad. Tendrán a Aliança Catalana haciendo de juez de línea y todo lo que no sea contundencia nacionalista será en beneficio de la señora de Ripoll. Y atentos a lo que saque ERC mañana porque igual implosiona el carlismo woke.
Por otro lado, la desaparición de Ciudadanos confirma que, efectivamente, el constitucionalismo abstracto no moviliza. También se confirma que Vox es el partido más punky del hemisferio norte y que, de tanto marginarlo, ya va por libre. Cuidado porque Abascal es el único que por ahora ha sobrevivido a Sánchez.
En fin, que Dios dirá. Pero está claro que ahora es el momento de quedarse en Cataluña para ver el espectáculo.
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