Imagen de Carles Puigdemont con una corona de monarca
OPINIÓN

Carles Puigdemont es el rey

Es la Daenerys Targaryen del procesismo. Él sabe vestirse como nadie de hombre de estado, de político que está por encima del bien y el mal, de mesías, de gurú y de líder espiritual.

Editorial Arnau Borràs

¿Recuerdan la famosa frase de Pep Guardiola diciendo que Mourinho era “el puto amo” en las ruedas de prensa? Pues con Carles Puigdemont podríamos, más o menos, aplicar lo mismo.

Carles Puigdemont es el rey. El rey del engaño, claro. No hay nadie como él en la política catalana que tenga la capacidad de vender humo y engañar a todo el mundo. Y es algo que se debe reconocer. En esto, no tiene rival.

Con su rueda de prensa del pasado jueves, quedó claro que Carles Puigdemont volverá a utilizar la misma táctica que ya utilizó en otras ocasiones. Y lo curioso es que, en parte, le funcionará. “Vuelve el presidente legítimo”, ya claman sus fans.

Con la mediocridad abundando en la política catalana (con algunas pocas excepciones), la oratoria del líder de Junts juega a su favor. Él sabe vestirse de hombre de estado, de político que está por encima del bien y el mal, de mesías, de gurú y de líder espiritual. Es la Daenerys Targaryen del procesismo.

Puigdemont ya no convencerá a aquellos independentistas que decidieron hace tiempo no votar a ningún responsable político de los hechos de octubre de 2017. Esos se seguirán quedando en casa o optarán por votar a Sílvia Orriols.

Sin embargo, ojo con el voto procesista, el de aquellos ilusos que aún creen en el procesismo útil. Difícilmente Puigdemont ganará las elecciones, pero lo que seguro que ganará es la lucha que mantiene Junts con ERC para ver quién queda detrás de Salvador Illa. Y esta es la verdadera lucha de los juntaires.

Puigdemont ya ha dejado claro que solo volverá “si tengo los apoyos necesarios para ser investido”. Vamos, que o cambian mucho las cosas hasta el 12 de mayo o será complicado verlo por el Parlament. 

Pero esto da igual: aquí lo importante es hacer campaña, hundir a ERC y después ya veremos. Y para ello, Puigdemont sabe jugar como nadie a las cartas del sentimentalismo, el chantaje emocional, las promesas vacías y las amenazas a Pedro Sánchez. Un Pedro Sánchez al que, por cierto, ha ligado su proyecto de futuro. Y no es de extrañar. Porque mientras haya Pedro Sánchez, habrá Puigdemont. Y mientras haya Puigdemont, habrá Pedro Sánchez.

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