Imagen de una mujer con niqab en blanco y negro y con un fondo de color rojo
OPINIÓN

Burkas, niqabs y velos islámicos en Cataluña

Ya ni me sorprende esta deriva de la pseudoizquierda de defender lo indefendible

Editorial Arnau Borràs

El pasado sábado me topé con una imagen que me causó estupor. Iba yo tranquilamente en mi coche. Hacía calor. Rondábamos los 25 grados. Por la acera, vi a una madre con su hijo. Hasta aquí, todo normal.

El chico, que no debía tener más de 10-12 años, iba en pantalón corto, camiseta de manga corta y chanclas. Es decir, la vestimenta lógica para el calor que hacía. El asombro vino por la ropa que llevaba su madre: cubierta de arriba a abajo, no se le podían ver ni los ojos. En efecto, llevaba un burka. El mismo burka que defiende Najat Driouch, la diputada de ERC aparentemente de izquierdas que luce velo islámico en el Parlament.

Esta supuesta izquierda defiende que prendas como el burka, el niqab o el velo islámico son llevadas por las mujeres musulmanas por elección propia. Sin embargo, el contraste entre la vestimenta de la mujer (supongo que era mujer, claro, porque cubierta de arriba a abajo solo pude intuirlo) con el atuendo veraniego de su hijo varón (supongo que era varón, claro, porque no tuve tiempo de preguntarle con qué pronombres se siente identificado) me llevó a preguntarme si realmente toman esta decisión por libertad personal y porque quieren.

Estas dudas ya me aparecieron hace unos años cuando una familiar mía, profesora de un colegio de primaria, me explicó el caso de una alumna suya. Acabó el curso vistiendo occidentalizada y empezó el siguiente yendo velada. Le preguntó el por qué de ese cambio y le respondió que fue fruto de presiones del responsable de la mezquita de la ciudad. Enfatizo que se trataba de una chica que cursaba primaria, es decir, menor de 12 años.

Esas mismas dudas volvieron a mi cabeza hace dos veranos, cuando por primera vez vi a una chica con burkini. A su lado, su pareja, un hombre magrebí que lucía un bañador tipo slip. Otra vez el contraste. La chica tenía unos 30 años. Y quizás llevaba la alegría por dentro, pero os aseguro que era la persona con la cara de menos felicidad de los centenares de usuarios de todo el parque acuático en el que me encontraba. ¿Lo llevan porque quieren? ¿Sí? ¿Seguro?

A decir verdad, ya ni me sorprende esta deriva de la pseudoizquierda de defender lo indefendible. Porque los que defienden el mantra de la libertad personal respecto a un elemento misógino como es el burka, el niqab o el velo islámico son los mismos que consideran la prostitución un trabajo como cualquier otro (siempre que lo no ejerza su hija, claro). O que luchan para que los hombres biológicos puedan participar en competiciones femeninas. O que defienden una ley como la del ‘Solo sí es sí’ que permite la rebaja de condenas a violadores. Solo por poner tres ejemplos. Después vienen las elecciones y pasa lo que pasa.

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