Montaje con Koldo García en primer plano, rodeado de los políticos socialistas Salvador Illa, Pedro Sánchez, Francina Armengol y Ábalos

OPINIÓN

Bienvenidos a la Koldosfera

Nadie va a perdonar ya a Sánchez, que ha mentido en absolutamente todo y además ha tenido a los suyos haciendo negocios covidianos colosales, dignos de un Calígula borracho

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Corren tiempos nuevos, corren tiempos viejos. La novedad consiste en que Sánchez ya no va a poder mantenerse en el poder con su estrategia habitual, que consiste en mentir de manera torrencial y quemarlo todo a su paso.

Todo le ha salido mal últimamente. Sacó nueve diputados en Galicia, lo que apenas da para un equipo de futbito con suplentes, la amnistía está encallada, nadie sabe dónde ni por qué y la corrupción le ha estallado en los todos los frentes: partido, gobierno, parlamento.

Hasta aquí lo nuevo. Lo viejo consiste en la cochambre ochentera de todo el affaire Ábalos/Koldo, que apesta a Roldán, a Juan Guerra, a Chávez y Griñán. El Tito Berni dio el primer aviso y ahora el inefable Koldo nos ha traído de nuevo un panorama de señores en calzoncillos, puticlubs de carretera, dinero sin control, fraudes miserables (el punto cómico de la incapacidad permanente de nuestro Koldo) y una sensación general de Babilonia Sobre Ruedas.

La corrupción de la derecha siempre aparece como cosa de yuppies engominados y comisionistas internacionales; la del PSOE basa su iconografía en un cierto estilismo de bacanal de barrio, con cigarros baratos y señoritas de la noche un poco mareadas. 

Que Ábalos consiguiera ascender su chófer truculento hasta el consejo de Renfe es ya lo de menos; hay contratos encargados por los ministros Marlaska y Torres y por la Presidenta Armengol, que debe estar sudando por las axilas como un hipopótamo.

Montaje de Francina Armengol y José Luis Ábalos

Hay 2500 millones en contratos de Salvador Illa cuando era ministro de Sanidad. Hay un nuevo integrante del grupo mixto a quien ir a suplicar en cada votación, uno que en su día fue pasajero del famoso Peugeot de las primarias. El sanchismo se desmorona.

Yolanda Díaz, ajena a todo este follón, se ha ido a los EE. UU. a firmar un extraño documento que, según ella, garantiza el “gobierno democrático de los algoritmos”, lo que viene a ser como anunciar el gobierno democrático de las tablas de multiplicar.

A nadie le importa todo eso, en realidad. Cuantos más viajes haga Yolanda firmando papeles estúpidos, casi mejor, porque aquí no tendría a quien dirigir sus sonrisitas insufribles. 

Los tiempos de la Koldosfera van a ser tiempos testiculares, de roce de entrepierna y dinero manchado, de carmín barato. Habrá que ver cómo el PSOE sigue haciendo bandera del feminismo después del despliegue prostibulario de la tribu de Ábalos & Co. Desde las películas de Mariano Ozores no se veía nada parecido, aunque, si hay que ser precisos, Esteso y Pajares en “Los Bingueros” parecían monjes cistercenses en comparación con el furor de toda esta patulea progresista. 

Nadie va a perdonar ya a Sánchez, que ha mentido en absolutamente todo y además ha tenido a los suyos haciendo negocios covidianos colosales, dignos de un Calígula borracho. ¿Podrán los demócratas de Bildu, los monaguillos de Junqueras, los señores flemáticos del PNV y los freaks de Waterloo seguir haciéndose la foto junto a los gallumbos grasientos de Koldo? Los sumitas y podemitas aguantarán lo que sea, evidentemente, pero el resto de la piara quizás opte por buscar nuevos abrevaderos.

Extrañamente, quizás Koldo, con sus camisetas Imperio y sus ingles escocidas, vaya al fin a salvar a España. Dónde está Berlanga cuando más lo necesitamos.

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