
Auge y caída de 'La Familia de la Tele'
Ya desde su accidentado estreno, los colaboradores de 'La Familia de la Tele' sabían que los pájaros volaban bajo
Desde tiempos inmemoriales, y especialmente desde la irrupción de los medios de comunicación, los gobiernos han condicionado la información que se difunde. Esta tendencia es aún más evidente en los medios públicos que, a diferencia de lo que deberían ser en una democracia plena, a menudo se convierten en herramientas propagandísticas de primer orden.
El Gobierno español, con TVE como instrumento predilecto, ha ido un paso más allá: no solo ha condicionado la información, sino que, con la complicidad de su dream team progresista, también ha politizado la oferta de ocio. Ya no basta con controlar los informativos; hay que dominar también el entretenimiento, porque cualquier momento en que el ciudadano baje la guardia es una oportunidad para reforzar el relato.
Comenzaron con David Broncano, convencidos de que así captarían al público adolescente - sobre todo a ese subgénero de adolescentes crónicos de cincuenta años que todavía levantan el puño el primero de mayo, porque los adolescentes de verdad, evidentemente, ya no ven la televisión -.

Una vez cubierto el segmento millennial desubicado, decidieron conquistar el corazón de los boomers: aterrizaba en la televisión pública Belén Esteban, quien años atrás había sido proclamada "Princesa del Pueblo". Por cierto, en aquel tiempo Esteban se declaraba votante de derechas, pero, aun así, Sálvame estaba lleno de consignas socialistas, dirigidas especialmente por Jorge Javier Vázquez, que incluso logró que Pedro Sánchez interviniera en directo para pedir el voto.
La Familia de la Tele — remake de Sálvame — no empezó con buen pie. Poco antes del estreno se filtró que el desfile inaugural había costado 500.000 euros, lo que, junto con un contenido desfasado y falto de calidad, provocó que un grupo de trabajadores de la radiotelevisión pública iniciara una recogida de firmas para retirar el programa de la parrilla.

El magacín no duró ni un mes, pero nos dejó momentos memorables: Belén Esteban quejándose de las críticas por la baja audiencia mientras le teñían el pelo en directo, diciendo "hemos venido a trabajar". Una declaración de intenciones que pasaría a la historia si la historia se redactara en un salón de belleza.
Desde el primer día, los colaboradores sabían que los pájaros volaban bajo. La eclosión del programa coincidió con las polémicas eurovisivas y, como último intento para sobrevivir, jugaron la carta de Israel. Belén Esteban, pozo de sabiduría geopolítica, denunció el "genocidio". Un gesto heroico que, sorprendentemente, no evitó la cancelación: ni el Mossad se atrevió a tanto.
Más noticias: