Leire Díez en primer plano con fondo de mensajes y notas de voz sobre un diseño en tonos rosados.
OPINIÓN

Los audios de doña Leire

Pedro Sánchez recibe nuevas críticas por la gestión corrupta del PSOE tras la filtración de los audios de Leire Díez

Imagen del Blog de Octavio Cortés

Como la programación de las televisiones, al acabar la temporada, el PSOE va renovando las caras de sus militantes corruptos: su nueva apuesta es Leire Díez, protagonista de una tanda de audios imposibles de encajar en una narrativa política de decencia mínima. Es bueno ver que la cantera del socialismo va dando nuevos valores, nuevas promesas. Un equipo no puede depender en exclusiva de fichajes extranjeros.

Los partidos políticos españoles no son plataformas de ejercicio de derechos de los ciudadanos (en cuanto a representación o gestión) sino monstruos tumorales que todo lo transforman en vertederos de basura moral. Un sistema representativo opaco y rígido, una legislación electoral ridícula y la absoluta ausencia de división de poderes han formado la tormenta perfecta. Sumemos a todo ello un ecosistema mediático entregado a la propaganda y el cretinismo, y tenemos un país camino de la ruina.

Desde el PSOE han reaccionado a los audios de doña Leire con un argumentario infantiloide, basado en querer retratar a la presunta conspiradora como un Pequeño Nicolás 2.0, un elemento descontrolado que se aprovechaba de las grietas y penumbras del poder para lograr sus estrafalarios objetivos. El problema es que, si las cosas fueran así, todavía sería más grave, pues demostraría que la organización carece de mecanismos de defensa frente al continuo oleaje de las astucias de los aprovechados. En realidad, nadie se cree el cuento.

La famosa frase “de quién depende la Fiscalía” perseguirá a Pedro Sánchez allí donde se esconda. Su idea del poder es una mezcla, a partes iguales, de maldad y estupidez. Tiene imputada a media familia, al Fiscal General, a su antiguo Secretario de Organización (el actual también va camino de los juzgados), tiene a TVE convertida en un nido de víboras progres, tiene al país devorado por la inflación, la inmigración y la inseguridad, tiene a la izquierda reducida a una masa amorfa de señoras histéricas que creen estar luchando contra Franco, tiene a la juventud volcada hacia la “extrema derecha” (en toda reunión o festival, el grito “Pedro Sánchez HDP” es ya innegociable). Su crédito, en una palabra, está agotado: ya nos creemos cualquier cosa, porque nos resulta inverosímil que en algún momento, en algún tema, el PSOE vaya a moverse por otra cosa que no sea el poner el país al servicio de la megalomanía de un pobre diablo.

Estos días han sido los audios de la conspiración contra la UCO y los altos mandos de la Guardia Civil, pero mañana puede ser la Federación de Ciclismo o el Orfeón Donostiarra. Todo aquello que toca el sanchismo queda convertido en un pozo negro de imbecilidad e indecencia.  Se equivocarán los socialistas si piensan que van a ser desalojados del poder por simples procedimientos de alternancia electoral. La gente quiere ver a Sánchez en la cárcel, el pueblo quiere un escarmiento ejemplar. Tiene miedo por su futuro y el de los suyos, y hace bien.

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