¡Adiós Colau, hola Trump!
Ada Colau, se va entre el reproche de los suyos y Donald Trump le ha dado su merecido a lo peor de la política de EEUU
España vive, ahora mismo, dos grandes catástrofes: la causada por la DANA, que tanto dolor ha traído a la Comunidad Valencia y a otras partes del país, y el Gobierno de Pedro Sánchez, que es la maldad en estado puro – basta con ver su cálculo político en el desastre en Valencia –. Pero como Dios aprieta, pero no ahoga, hemos tenido en los últimos días dos grandes noticias: la gran plaga que asoló Barcelona durante ocho años, Ada Colau, se va entre el reproche de los suyos y Donald Trump le ha dado su merecido a lo peor de la política norteamericana. ¿Hay algo peor que Trump? Sí, los neoreaccionarios del Partido Demócrata, siempre dispuestos a llamar “nazis” y “basura” a los que no piensan como ellos.
Ada Colau también era de esa pasta, siempre dispuesto a insultar a los que no compartían su ideología, y ejerciendo una doble moral que era despreciable: defendía la “desobediencia” ante las leyes ‘españolas’ cuando le interesaba, pero aplicaba el rodillo de la poderosa máquina del Ayuntamiento de Barcelona para hacer cumplir aquellas normativas muy del gusto de los “Comunes”, como el crujir a impuestos al ciudadano. Por supuesto, Colau gobernaba sin gobernar.
Mandaba para enchufar a los suyos y favorecer a su capillita, pero dejó la ciudad como un solar. Barcelona se convirtió en un pozo de delincuencia y en una ciudad sucia y desagradable. Llegó a la alcaldía para acabar con los problemas de acceso a la vivienda y la dejó con barrios enteros llenos de narcopisos y con los alquileres por las nubes. La política de vivienda social de Colau fue muy poco productiva para lo que prometió campaña tras campaña electoral.
Colau hizo más por la extensión del ‘procés’ separatista que por la construcción de nueva vivienda social. Fue más activista a favor del golpe de Estado del 1 de octubre y de lo que definió como “presos políticos” que a favor de los que tenían problemas para acceder a un alquiler asequible. Consiguió poner de acuerdo a casi todos los barceloneses y alcanzó una meta difícil de conseguir: tras ocho años de alcaldesa – con el plus de conocimiento y el reparto de dádivas que conlleva – quedó en tercer lugar en las elecciones municipales de 2023.
Colau llegó a la alcaldía tras la oleada izquierdista provocada por la irrupción de Podemos y su gestión destrozó las expectativas de unos Comunes que pasaron de ser la izquierda hegemónica en Cataluña en el 2015 y 2016 – le sacaron en dos elecciones generales consecutivas más de ocho puntos de ventaja al PSC – a ser unos monaguillos de Salvador Illa.
La exalcaldesa de Barcelona demostró un talante sectario y semidictatorial al frente de su partido. Tanto hartazgo provocó que en el Congreso que los Comunes celebró este pasado fin de semana, y que significaba el adiós como lideresa de Colau, ni la mitad de los presentes apoyaron su gestión al frente de la formación. Ella, y su monaguilla Jessica Albiach, cosecharon un 53 % de voto de rechazo – un 36 % en contra y un 17 % de abstenciones, con un 46 % a favor -.
Mientras, Donald Trump, conseguía casi 77 millones de votos en Estados Unidos. Si un personaje como el millonario americano, que cada vez que abre la boca convierte a Coto Matamoros en un premio Nobel de la Ciencia, ha conseguido tal apoyo popular será porque el Partido Demócrata ha gobernado estos últimos cuatro años como Ada Colau: en contra de buena parte de los ciudadanos y provocando que muchos vean a Trump como una opción mucho mejor que Kamala Harris.
Pues eso. Colau hizo que Jaume Collboni o Xavier Trias parecieran mucho mejor de lo que son, y Kamala Harris y Joe Biden han convertido a Donald Trump en el líder del futuro de Estados Unidos. Quien quiera aprender, que tome nota. Yo, de momento, he disfrutado mucho gracias al Congreso de los Comunes y a las elecciones norteamericanas.
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