Bodega llena de decoración, cuadros, posters, barriles... en Barcelona
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Otro bar auténtico de Barcelona a punto de echar el cierre por una vecina

Una bodega histórica en el centro de Barcelona tendrá que cerrar sus puertas por las denuncias de una vecina

La icónica Bodega Cal Pep, cuyas raíces se remontan a su apertura en 1937 en el barrio de Gràcia, se encuentra en una encrucijada crítica. Se enfrenta a la posibilidad inminente de cerrar sus puertas el próximo martes, 19 de diciembre.

La propietaria, Griselda López, ha sido notificada por el Ayuntamiento de Barcelona sobre la orden de cierre. Esto es debido a "molestias por ruido en actividades nocturnas", desatando una batalla legal y administrativa que pone en peligro la continuidad de este establecimiento histórico.

Una vecina decidió denunciar

La odisea legal comenzó durante la pandemia cuando una vecina denunció inicialmente el olor de la comida y, posteriormente, las molestias por ruido nocturno.

Con una licencia C1 que permitía la venta de bocadillos fríos y tapas, Griselda decidió adaptarse a las restricciones sanitarias cocinando alimentos calientes. Esta decisión generó una denuncia y, posteriormente, una inspección municipal.

Después de asesorarse con expertos en acústica, Griselda propuso una solución parcial al consistorio. Esta consistía en insonorizar el local cambiando el techo sin intervenir en paredes y suelo.

Sin embargo, tras seis meses de espera, la respuesta del Ayuntamiento fue exigir una insonorización total. Una medida que Griselda considera que "destrozaría la esencia histórica de la bodega".

A pesar de haber presentado tres proyectos de insonorización, con el último contando con un informe favorable, el Ayuntamiento ha fijado la fecha de cierre para el 19 de diciembre. Griselda, consciente de la necesidad de tiempo para recaudar los 40.000 euros necesarios, lamenta la falta de flexibilidad por parte de las autoridades locales.

Un punto de referencia en el barrio de Gràcia

Cal Pep, dirigida por Griselda durante los últimos 13 años, es un punto de referencia en Gràcia. Es reconocido por su ambiente familiar, su mobiliario característico y su papel como un auténtico "centro cultural".

La propietaria destaca que no es simplemente un bar, sino un espacio que ha servido como punto de encuentro para la comunidad a lo largo de las décadas.

El local, con una decoración peculiar que mezcla imágenes del Barça y el Espanyol, corridas de toros y carteles de películas ha funcionado como bar durante cuatro décadas.

Un cierre inminente

El local ocupa también una parte legalmente catalogada como almacén. A pesar de este uso mixto durante tanto tiempo, las autoridades locales han limitado el aforo a solo 18 personas, una cifra insostenible para la continuidad del negocio según la propietaria.

A pesar de las protestas de los vecinos y la presentación de 600 firmas pidiendo que no cierren el local, el Ayuntamiento ha decidido clausurarlo. Se llevará a cabo el 19 de diciembre a las 12:00 horas.

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