Montaje de Javier Godó, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont
POLÍTICA

El viaje de La Vanguardia y los Godó: de grande de España a ser parte de Frankenstein

Qué ha sucedido en las últimas décadas en el Grupo Godó para pasar de ser un diario monárquico al principal valedor del acuerdo entre Puigdemont y Sánchez


Hace tan solo quince años, el Rey Juan Carlos hizo a Javier Godó grande de España. Se trata de la máxima dignidad nobiliaria que un conde puede tener y Javier, Conde de Godó, veía así reconocida su amistad con el monarca. En una noticia de La Vanguardia, el periódico propiedad de Javier Godó, recordaba que fue Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, quien hizo conde a Carlos Godó, abuelo de Javier. Desde ese 1916, "los sucesivos condes de Godó se han mantenido leales a la Corona y al ideario de defensa de las libertades públicas".

Quedaba clara, pues, la ideología de La Vanguardia: un diario de orden, al lado del poder y, sobre todo, fiel a la Corona. Tal era la relación, que cuentan que Juan Carlos se quedaba en una residencia de los Godó en sus visitas privadas en Barcelona, que no eran pocas. Tan solo hace quince años desde que el máximo responsable de La Vanguardia y RAC1 es grande de España. ¿Qué ha sucedido en tan poco tiempo para que hoy día este periódico sea la principal muleta del Gobierno de Pedro Sánchez y de su pacto con Carles Puigdemont? Muchas cosas, pero toda alrededor de una: el Procés.

La Vanguardia, al lado del Procés

Todo el mundo sitúa el inicio de esta etapa política en Cataluña en 2010, tras la manifestación post sentencia del Estatut. El director por entonces de La Vanguardia era Pepe Antich, persona muy próxima a Artur Mas y 'colaborador necesario' para entender el viraje de Convergència al independentismo. Antich puso La Vanguardia al lado del Procés porque entendía que era "lo que la mayoria de gente quería" en ese momento. 

Montaje de fotos de plano corto de José Antich con rostro neutro y Artur Mas con rostro medio sonriente

Javier Godó aguantó a Antich hasta 2013, cuando prescindió de él para poner de director a alguien de su estricta confianza, Màrius Carol. El problema es que La Vanguardia intentó rebajar su apoyo confeso al giro indepe, pero siguió sin saber fijar una posición. Para más inri, Antich fundó 'El Nacional' y aprovechó todos los contactos hechos en su anterior periódico para organizar una estructura al servicio de Carles Puigdemont, presidente desde 2016. A La Vanguardia le sucedió lo mismo que el PSC, quedó atrapado entre dos aguas y, quizás por miedo, quizás por cobardía, no supo ser crítico con los procesistas.

En este sentido, el mismo Carles Puigdemont en sus memorias cuenta un encuentro con Carlos Godó, hijo del Conde y consejero delegado del Grupo. Los dos compartieron mesa en un acto cuando el referéndum ya estaba fijado. Fue en 2016 y Carlos se queja a Puigdemont que La Vanguardia es vista en Madrid como independentista y en Barcelona como un medio al servicio del constitucionalismo. Quédense en este complejo, porque explica muchas de las cosas que pasarán después.

Según Carles Puigdemont, Carlos Godó, ideólogo de RAC1, confiesa sus simpatías con el Procés: "Durante la cena se muestra partidario del referéndum, siempre y cuando —le dice— sea legal y acordado". Y no solo eso, aprovecha por preguntar "qué pasaría en una Cataluña independiente con las licencias de radio y televisión que ahora tiene el grupo Godó".

Plano corto de Carlos Godó Valls con rostro medio sonriente

La Vanguardia llega al uno de octubre de 2017 mostrando cierta simpatía al referéndum. Probablemente, los varios millones de euros públicos en publicidad institucional de la Generalitat eran un buen argumento. El caso es que se espantan. Y de qué manera. Se sucede el referéndum, las empresas se van y en el Grupo Godó entran en pánico. Tal es el abismo que el Conde ve debajo de sus pies que La Vanguardia escribe un duro editorial, exigiendo a Puigdemont que vuelva al diálogo con Rajoy y se olvide de proclamar la independencia.

La Vanguardia post Procés, indefinición y viraje

Lo que pasa es que la gente no olvida. En 2017 varios aristócratas se organizan para que el rey desposee a Javier Godó del título de grande de España "por traición a España y notoria villanía". La distancia entre el diario y el poder político y económico de Madrid es enorme. La familia Godó ve como única salida apostar por la capital del Estado y dejar de priorizar Barcelona y Cataluña, obviando que ellos mismos fueron parte indispensable del fracaso procesista.

En 2018 la familia Godó crea una especie de 'lobby' en Madrid para recuperar el cariño del poder. Un consejo con gente de la casa y catalanes influyentes como Josep Piqué para "asesorar a la dirección en todos los asuntos que afecten a Madrid". Esta es su forma de pedir perdón por su deriva procesista: La Vanguardia ya no quiere ser un diario influyente en Barcelona, apuesta por internet y ser un medio global.

Eso sí, sigue hinchándose con el dinero público, y más con la llegada de Pedro Sánchez en el Gobierno. Es en este punto donde la familia Godó ve la solución a sus problemas. Establece una relación no solo cordial con el PSOE y Podemos, sino que apuesta también por un giro ideológico a la izquierda. Se nombra a Jordi Juan director, a Enric Juliana como adjunto desde Madrid y se prescinde de colaboradores como Pilar Rahola. 

Primer plano de Javier Godó con rostro serio, durante un homenaje al expresidente del Círculo de Economía Josep Piqué, a 19 de junio de 2023, en Barcelona

La estrategia es recompensada: en 2022 recibió 5 millones de euros en publicidad institucional en Cataluña de la Generalitat y otros tantos desde Moncloa. En La Vanguardia escriben ahora Iván Redondo, Jordi Évole o Carles Mundó. En RAC1 está Mònica Terribas, Pablo Iglesias o Ferran Casas. El Grupo Godó organiza grandes actos cono Rodríguez Zapatero de invitado estrella. 

Esto es ahora La Vanguardia, un medio que hace investigaciones con Eldiario.es y que justifica los pactos entre Sánchez y Puigdemont. A  Godó le gustaría que fuera un periódico influyente en Madrid y hasta intentó entrar en Prisa para controlar parte de la cadena SER, pero la idea no cuajó pese a contar con el apoyo de Sánchez. Lo que pasa es que se ha quedado a medio camino: hacen muchas visitas en internet, pero no tienen influencia alguna. La Vanguardia es algo ahora intrascendente en Barcelona, ya no marca la agenda, ni da miedo entre la clase política, mientras que nadie en Madrid lo ve como algo propio.

Eso sí, le viene de perlas a Pedro Sánchez. A falta de medios que respaldan su pacto con Junts, La Vanguardia ejerce este papel e intenta normalizar el acuerdo y todas las decisiones de Puigdemont y del presidente del Gobierno. En un momento de polaridad absoluta, Godó ha escogido equipo, aunque no sean los que antes eran los suyos. Alguno lo justificarán diciendo que el Conde siempre ha estado al lado de los que mandan, sean quienes sean, pero esta vez es distinto. No es solo poder, La Vanguardia se ha decidido a jugar la batalla cultural e ideológica.

En el Grupo Godó sigue entrando dinero público a millones, es una realidad. El negocio debe funcionar y ya es mucho en un momento en que los medios de comunicación sufren como nunca. Pero una cosa es la cuenta corriente y otra la situación pública de la marca. La Vanguardia ha perdido la centralidad en Barcelona para esconder su papel antes de 2017 y lo apuesta todo al Gobierno de coalición, aunque sabe que nunca será un diario con influencia real en Madrid. Otra víctima del Procés.

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