Quién es Tommy Robinson, el activista que lidera las marchas contra el islamismo en UK
Muchos perciben el nacionalismo más radical como la única opción de revertir el proceso de islamización
“Periodista, activista y figura pública que lucha por los olvidados de Reino Unido”. Así se presenta a sí mismo Tommy Robinson, la nueva sensación del ultranacionalismo inglés que estos días agita las calles contra el islamismo y que quiere dar la sorpresa en las próximas elecciones británicas, el 4 de julio. Su irrupción simboliza el hartazgo de buena parte de la población británica, descontenta con el gobierno de Rushi Sunak y el colapso migratorio en muchos barrios de las grandes ciudades.
Discípulo de Nigel Farage, Tommy Robinson es un personaje abonado a la polémica que en muchos aspectos va más allá de la ultraderecha tradicional e institucional. Empezó en el British National Party (BNP), del cual salió para incorporarse a las filas del UKIP, un partido antieuropeísta y antiinmigración. Allí se encontraba también Nigel Farage, que abandonó al entender que la llegada de Robinson introducía el desorden y la violencia en el partido.
Farage concurrirá en estas elecciones con su nueva formación, el Partido de la Reforma del Reino Unido, tratando de representar una posición más moderada de la nueva derecha. Por su lado, Tommy Robisnon trata de lavar su imagen para atraer a un electorado reacio a su figura pero permeable a su discurso. Farage cuenta con el prestigio que le dio su defensa del Brexit, mientras que Robinson ha ganado apoyo popular con su posición radical contra la islamización del país.
Polémico y radical: Así es Tommy Robinson
En las últimas dos décadas, Robinson ha combinado su participación en política con el activismo y se ha visto inmerso en varias polémicas. En 2005 fue condenado por agresión a un agente de policía durante un altercado con su pareja en su propio domicilio. En 2012 por utilizar documentos falsos para entrar en Estados Unidos, y dos años después por fraude hipotecario. En 2018 cumplió una pena de cárcel de un año y un mes por desacato a la justicia, y al año siguiente volvió a ingresar en prisión.
Tras salir de la cárcel se trasladó a vivir a Marbella, en España, pese a sus declaraciones de que echaría a todos los españoles que vivían en el Reino Unido y no hablaban inglés. En los últimos años también ha sido condenado por calumniar a una refugiada adolescente y por acosar y amenazar a una periodista y a su pareja. Su vertiente polémica coincide con su radicalidad política, caracterizada por denunciar el problema migratorio sin pelos en la lengua.
Esto, que hace unos años era vista con reparo en el Reino Unido, ahora congrega a buena parte de la sociedad cansada de las medias tintas. La inseguridad creciente y la inmigración ilegal disparada, especialmente de origen islámico, ha convertido el problema en una cuestión de defensa nacional. Robinson lidera un discurso asumido por muchos, que advierte del riesgo de que el islam acabe tomando el Reino Unido como ya ocurre en algunos barrios de Londres y otras ciudades.
Dos líderes para un mismo espacio
Robinson y Farage representan dos tendencias muy diferenciadas en la estrategia de la nueva derecha en el Reino Unido. Procedente de la extrema derecha nacionalista, Nigel Farage se ha convertido en la cara amable del neoconservadurismo inglés que se nutre del hartazgo de los dos grandes partidos, la crisis económica y el problema migratorio. Pero tanto Farage como otros partidos en la misma órbita se distancian conscientemente de Robinson, marcando así una frontera entre una derecha dura que quiere arrastrar el Partido Conservador hacia sus posiciones y una extrema derecha que sigue siendo incómoda e impide su crecimiento.
Robinson es consciente de que su imagen polémica y sus problemas judiciales le impiden crecer entre las masas. Pero se siente cómodo con el papel de chico malo y alternativa a la nueva derecha de Farage, que a muchos británicos se les está quedando corta. Sin ir más lejos, en su último acto público se escucharon gritos como “quién coño es Alá” y “esto es Londres, no lindistán”, que pese a las críticas externas atraen también a un buen puñado de británicos hartos de la situación actual.
Es precisamente el cacrácter polémico de Tommy Robinson lo que le hace ser visto por muchos como un desafío al poder y al establishment que a su modo representa también Nigel Farage. El fracaso de Sunak, que llegó al poder como la nueva esperanza para imponer el orden y la seguridad en el Reino Unido, da la razón a quienes ahora desconfían de que Farage pueda cambiar las cosas. En ese espacio se mueve Tommy Robinson, que busca un partido con el que liderar la lucha contra la amenaza islamista en el Reino Unido.
Reino Unido, vanguardia de la islamización
De acuerdo con el último censo, la población cristiana bajó sensiblemente en Inglaterra y Gales mientras que los practicantes del islam crecieron un 43% en los últimos diez años. En algunos barrios ya son mayoría y cada vez son más los alcaldes musulmanes que salen elegidos para dirigir la comunidad. Esto coincide con el aumento de la inseguridad pero también con el crecimiento de movimientos islamistas radicales que han aumentado su actividad a raíz del conflicto en Palestina y el llamamiento a la yihad global.
El Reino Unido sigue arrastrando los problemas de radicalización islámica que estallaron durante el auge del yihadismo en 2015. Por aquel entonces se estimaba que uno de cada cuatro yihadistas occidentales en Irak y Siria era de origen británico. Muchos de ellos volvieron después a Londres provocando atentados y matanzas que convirtieron en el país en uno de los más inseguros de la órbita europea.
Es decir, Reino Unido no es solo uno de los países más islamizados sino también donde el islam se radicaliza más fácilmente. Esto es en parte por la concentración de población musulmana en los barrios más pobres, pero también por la segregación educativa y la proliferación de líderes radicales que atraen a los jóvenes sin perspectivas de futuro. No es extraño pues que en muchas zonas del país consideren que, llegados hasta aquí, Tommy Robinson es la única opción para cambiar las cosas.
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