Se va Ernest Maragall, el 'tete' que quiso vengarse del PSC sin demasiado éxito

Ernest Maragall se va. A sus 80 años este viernes 24 de noviembre ha anunciado con cierta sorpresa en el plenario del Ayuntamiento de Barcelona que lo deja. "Les comunico, señor alcalde y señores concejales, que el próximo plenario de diciembre será el último en el que participaré desde mi escaño". Se cierra, pues, la vida pública de uno de esos políticos claves para entender qué ha sucedido a Cataluña en los últimos 40 años.

Ernest siempre ha sido el 'tete', el hermano pequeño de Pasqual Maragall y el político de la familia. Si Pasqual era un líder, un ideólogo que aborrecía la parte oculta de la política, Ernest siempre ha disfrutado de las negociaciones, las conspiraciones y las salas de máquinas. La política de verdad, aquella en la que los que saben cómo hacerla pueden durar décadas.

Quizás esto explica su larga trayectoria política. También el Procés, claro. Fue en 2012 cuando rompió con el PSC por la escalada indepe y allí estaba ERC con los brazos abiertos para acogerlo. Los republicanos estaban convencidos de que podían suplantar a los socialistas, robarles tanto los liderazgos como a los votantes. El tiempo ha demostrado que solo se quedaron con una parte del botín.

Pero vayamos por orden. Ernest Maragall siempre ha estado vinculado a la función pública. Entro a trabajar en la época franquista en el Ayuntamiento de Barcelona. Su vida política siempre fue vinculada a Pasqual, tanto en el consistorio como en la Generalitat. Fue concejal de Barcelona hasta 2004, cuando dio el salto al otro lado de la Plaça Sant Jaume.

Con la presidencia de Pasqual Maragall, Ernest fue el secretario del Govern, el hombre fuerte en Sant Jaume. Interpretaba el papel de malo, mientras que su hermano pequeño era ese político afable con alguna ocurrencia extraña de vez en cuando. En el tripartit fue además conseller y su peso y su visibilidad aumentaron. 

Ernest Maragall iba dejando de ser el 'tete' para tener su propia imagen. El problema es que entonces llegó el Estatut y José Montilla, de modo que los hermanos Maragall empezaron a distanciarse de los socialistas. Lo hicieron poco a poco. Pasqual se retiró de su vida pública por su enfermedad, pero Ernest siguió siendo diputado. Estuvo en el Parlament desde 2003 hasta 2012, nada mal.

El Procés golpeó a todo el mundo y los socialistas vieron como varios de sus mandos abandonaban el barco. Muchos se fueron a ERC, algunos a los Comuns, convencidos que el PSC y el PSOE eran ya una marca en extinción. Uno de ellos fue Ernest Maragall, que abandonaba el PSC en 2012.

Ernest Maragall, del PSC a ERC

Poco después, en 2014, estrenaba nuevo cargo público: Eurodiputado por ERC, mientras que en 2018 volvía al Parlament dentro del grupo parlamentario de Esquerra. En 2019 era el cabeza de cartel de los republicanos en el Ayuntamiento de Barcelona. Todos los pronósticos lo daban por vencedor y ganó las elecciones, pero Ada Colau fue más lista que él y revalidó la alcaldía con los votos de Manuel Valls.

Este es el resumen, rápido y conciso, de la trayectoria de Ernest Maragall, que quedó cuarto en 2023 y quiso pactar con Trias menospreciando la habilidad de Jaume Collboni. Su retirada se puede entender por muchos factores, quizás porque el PSC y Trias ya tienen el pacto hecho, quizás porque ya está cansado de intentar vengarse del PSC sin demasiado éxito.

La figura de Ernest Maragall resume el Procés. Como él, muchos cargos del PSC pasaron al soberanismo y dejaron el partido enfadados. Diez años después, no hicieron la independencia y han acabado pactando con Pedro Sánchez y el PSOE. Unos -ERC-, y otros -Maragall-, estaban convencidos de que iban a sustituir a los socialistas, que serían también hegemónicos en el área metropolitana.

Fichajes como los de Maragall fueron también en cierto modo contraproducentes para ERC. Quisieron marcar su perfil de izquierdas, pero sin conseguirlo. Y no solo eso, les distanció de ese votante nacionalista histórico que no ha tragado nunca a los socialistas.

Ernest Maragall se va sin conseguirlo. Eso sí, con un cargo público hasta los 80 años.