Carles Puigdemont tocándose las gafas en un gesto de reflexión
POLÍTICA

El PSOE ya empieza a cansarse de Puigdemont

Ferraz ordena un cambio de estrategia

Cuando se conocieron los resultados electorales del 23-J, Pedro Sánchez trató de transmitir optimismo a los suyos. Habían recibido una inesperada segunda oportunidad, y había que aprovecharla como fuera. En Ferraz se ha impuesto la convicción de que no hay nada imposible y de que la negociación es el único camino.

Sin embargo, Puigdemont se endurece en lugar de ablandarse con el paso de los días, y el debate sobre la amnistía está desgastando al Gobierno en funciones. Por un lado está la presión externa, con la derecha organizando manifestaciones en las calles. Por otro lado está el descontento interno que amenaza con un cisma en el PSOE.

El rechazo de los barones territoriales aumenta y en Ferraz han ordenado ya un cambio de estrategia con el líder de Junts. El PSOE quiere endurecer el tono para dejar claro quien manda en las negociaciones. Tienen claro que esto es una carrera de fondo, y que no es bueno desgastarse tan pronto.

Quieren bajarle los humos

La convicción del PSOE es que la repetición de elecciones perjudica más que beneficia a Junts. Además, ambas partes de la negociación saben que el peso electoral del partido de Puigdemont no se corresponde con su afán de protagonismo. Por todo esto, creen que ha llegado el momento de bajar los humos al expresident.

Los socialistas han empezado a endurecer el tono incluso con declaraciones públicas. Esto es significativo, porque hasta ahora se habían dado directrices para no hablar de la amnistía ante los medios. Miquel Iceta ha roto el silencio marcando distancia con las intenciones de los independentistas.

Primer plano de Miquel Iceta mirando hacia arriba con cara de circusntancias

“La amnistía tiende a ser un intento de volver a empezar, no tiene sentido volver a empezar haciendo lo mismo”, dijo el ministro de Cultura y Deportes. Iceta fue líder de los socialistas catalanes y conoce al procés y a los procesistas mejor que nadie. Sus declaraciones son un mensaje claro contra el “ho tornarem a fer” (lo volveremos a hacer).

Además, la mano derecha de Pedro Sánchez, Félix Bolaños, ha afirmado que la clave de las negociaciones es “superar la tensión insoportable de 2017”. Ferraz quiere así alejar a Junts el marco mental de los años duros del procés. El próximo paso será marcar las líneas rojas que el PSOE no está dispuesto a cruzar.

Los barones están hartos

El realismo se está apoderando de las altas esferas del partido, que ya empiezan a asumir la dificultad de tragar con las exigencias de Puigdemont. De momento ya ha quedado claro que la ley de amnistía no estará lista antes de la investidura. Y los socialistas aprietan ahora para que la ley vaya acompañada de compromisos por parte de Waterloo.

Parte de la presión viene de los propios barones socialistas, a los que cada vez les cuesta más justificar la negociación con los independentistas. Además, no son pocos los que advierten del riesgo que supone para la igualdad territorial. Hay que recordar que el PSOE fue barrido en las últimas elecciones autonómicas y municipales, y estos líderes tienen el reto de crecer en territorios dominados por la derecha.

A nadie se le escapa que otro foco de presión es el endurecimiento de la estrategia del PP. Figuras como Ayuso y Aznar se han impuesto a Feijóo y encabezan la reacción popular contra los planes de Sánchez y Puigdemont. Esto obliga al PSOE a endurecer también el tono en plenas negociaciones con Waterloo.

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