
Otra mala noticia para Pedro Sánchez: el milagro económico se desinfla
Comprar votos y socios: la estrategia de Sánchez para quedarse en Moncloa se queda sin dinero
El crecimiento económico de España, uno de los pilares sobre los que Sánchez ha basado su estrategia política, atraviesa una fase de desaceleración. Esto podría complicar (más) su gobierno en los próximos años. A pesar de la recuperación tras la pandemia, las previsiones para los próximos trimestres apuntan a un ritmo de crecimiento más bajo. Es decir, que Sánchez tendría cada vez más difícil tirar de talonario para comprar socios y votos.
Una economía que se frena
Según las proyecciones más recientes del BdE y otros organismos, el PIB de España crecerá un 2,4% en 2025. Esto supone una rebaja respecto a los años anteriores, lo que marca el inicio de una desaceleración económica. En 2026, la estimación es aún más baja, con un crecimiento que no superaría el 2%.
La desaceleración es producto de varios factores, como el aumento de los aranceles, la incertidumbre internacional y la guerra comercial. Es decir, un golpe directo al balance exterior del país. En este sentido, el BdE ha destacado que la demanda externa, especialmente las exportaciones, tendrá una contribución negativa al crecimiento. De este modo, se incrementa la dependencia de la demanda interna: consumo privado y la inversión pública.

El precio de la estrategia de Pedro Sánchez
Este enfriamiento económico llega en un momento clave para el gobierno de Pedro Sánchez, que ha basado su estrategia en los buenos resultados económicos. En este contexto, el presidente ha utilizado la recuperación económica como un argumento para implementar políticas sociales que le han permitido captar votos, hacer concesiones a sus socios políticos y mantenerse en el poder.
Las políticas de Sánchez han impulsado el empleo, especialmente con la incorporación de inmigrantes, lo que ha ampliado la base tributaria. Sin embargo, la desaceleración económica amenaza con limitar la capacidad del gobierno para seguir financiando estos programas y políticas. 'De facto', nos referimos a gasto social y al insostenible problema de las pensiones.
Además, el crecimiento de la deuda pública, que ha financiado todo esto, podría volverse insostenible si la desaceleración se prolonga. Y las previsiones apuntan a que la deuda no disminuirá significativamente en los próximos años.

El dilema de las pensiones y el gasto social
El panorama económico también pone en evidencia el desafío que enfrenta Sánchez para mantener el equilibrio en su sistema de pensiones. La ralentización del crecimiento económico podría agravar el déficit de la Seguridad Social, ya que el empleo crece a un ritmo más lento y la recaudación de las cotizaciones sociales podría verse afectada. A pesar de los esfuerzos por mejorar la sostenibilidad del sistema, el problema sigue siendo una bomba de relojería.
Con la economía desacelerándose, la pregunta sobre si Sánchez podrá mantener su agenda social en el largo plazo se vuelve cada vez más relevante. Su estrategia podría verse limitada por una menor capacidad para generar ingresos fiscales y gestionar la deuda. Además, como hemos visto, los organismos de análisis no son optimistas. Y todo ello dando por descontado que el PSOE está en su máximo nivel de debilidad parlamentaria.
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