Isabel Díaz Ayuso le gana la partida al transactivismo

Ayer, que era domingo, hubo una manifestación transactivista en Madrid que se parecía mucho a una manifestación del PSOE. Es decir, un nuevo capítulo del conflicto ideológico y partidista que hay en Madrid a propósito de la cuestión trans. Con alrededor de 1.000-1.500 participantes, el evento no ha tenido mucho éxito y promete la victoria definitiva de Ayuso en esta disputa.

Nuevo choque entre el feminismo y el transgenerismo

La manifestación ha estado encabezada por figuras del PSOE como la nueva ministra de igualdad, Ana Redondo. Por extensión, no han faltado las invocaciones a la ‘extrema derecha’ y a las diversas gradaciones de lo ‘ultra’. Todo esto obedece a los cambios de Díaz Ayuso en la legislación trans y a su acercamiento al feminismo clásico.

Porque el máximo adversario de la ideología trans es la ideología feminista-clásica. La diferencia está en que, para el feminismo clásico, hay una esencia de mujer que explica el machismo. Consideran que el transgenerismo disuelve las reivindicaciones femeninas por permitir el tránsito entre sexos.

Por lo demás, la manifestación ha sido un fracaso:

Más allá de las reivindicaciones a la unidad en la defensa de tal o cual colectivo, la cuestión de género no produce consensos. Parece claro que es otra parcela de los partidos para diferenciarse entre sí. Así, el PSOE oficialista se encuentran en el lado trans y, en frente, el PP en su variante liberal-conservadora.

El PP y las organizaciones feministas

Son precisamente estas organizaciones feministas-clásicas las que, entre otras, han servido al PP de Madrid para justificar su postura en la cuestión trans. Insisten en que no hay ningún menoscabo de los derechos de este colectivo y, lo que más, que es una ley de protección. Por ello, denuncian que la manifestación ha sido ‘residual’ porque protestaba contra algo que ‘no ha ocurrido’:

Ayuso, en fin, introducirá este viernes todos los cambios legislativos prometidos gracias a su mayoría absoluta. A nivel ideológico, el transgenerismo pierde la batalla frente al feminismo clásico. Es de esperar, pues, un cambio en la financiación y presencia institucional, que pasará de los colectivos LGTBI a otros más próximos al feminismo.